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Heidi Abderhalden: “El arte dejó de ser arte en su sentido clásico”

El interés actual de Mapa Teatro está en indagar sobre otras formas de vida, así como de relaciones entre la humanidad y su entorno, a través de la transdisciplinariedad en las artes. De ahí que el ciclo “La Luna en el Amazonas” sea la apuesta con la que el proyecto artístico colombiano está participando en la Bienal de Berlín.

María José Noriega Ramírez
28 de octubre de 2020 - 02:00 a. m.
Videoinstalación de Mapa Teatro en la Bienal de Berlín con el mapa translúcido de la panamazonia.
Videoinstalación de Mapa Teatro en la Bienal de Berlín con el mapa translúcido de la panamazonia.
Foto: Stephan Kriegleder

El problema de la culpa, de la revolución, del héroe y del asesino, visto desde la perspectiva del escritor alemán Heiner Müller, y las preguntas que surgieron alrededor de dichas temáticas, en un escenario como la cárcel La Picota, fueron el punto de partida del laboratorio de la “imaginación social” que Mapa Teatro lleva impulsando desde hace más de tres décadas. La apuesta artística, aunque en su nombre lleva el sello del teatro, no funciona a partir de la creación o el montaje de un repertorio dramatúrgico. El punto de partida de la producción artística son preguntas que llevan a pensar y repensar las dinámicas sociales a partir de una apuesta ética, estética y política. La reflexión alrededor de dichos cuestionamientos desemboca en “laboratorios de creación” que, con base en un trabajo de años y desde la transdisciplinariedad, busca abrir interrogantes, mas no cerrar respuestas. Hoy en día, el ciclo La Luna en el Amazonas, que se pregunta por los llamados “no contactados”, forma parte de la undécima edición de la Bienal de Berlín.

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Partiendo de la idea de que la política va más allá de la elección de dirigentes, Mapa Teatro trabaja desde la micropolítica, desde lo que Rolf Abderhalden, codirector artístico del proyecto, entiende como “el ámbito que pone en relación las subjetividades, las historias de afectos y de cotidianidades, así como nuestras formas de hacer día a día, con los problemas del espacio común, es decir, con aquello que nos relaciona con los otros”. Es allí donde el arte tiene un terreno fértil, pues trabaja con el cuerpo, con los afectos y con los elementos más sensibles de la vida cotidiana, entendiendo que, en palabras de Heidi Abderhalden, “el arte dejó de ser arte en su sentido clásico”.

Mapa Teatro ha reflexionado alrededor del conflicto armado y el narcotráfico, a través de la tensión entre fiesta y violencia, para tratar de entender los conflictos humanos. Como parte transversal a ello está la centralidad del cuerpo, “pues si hay algo que nos une a los seres humanos es que todos ocupamos el espacio común con un cuerpo marcado por historias y marcas de todo tipo, como la de la travesía colonial, en el caso de Latinoamérica, así como por aquellos afectos impresos por el paisaje, y la presencia de otros mundos y otros orígenes”, afirma Rolf Abderhalden.

Si bien Mapa Teatro ha explorado los conflictos humanos, el interés actual del laboratorio de artistas está en indagar sobre otras formas de vida, así como de relaciones entre la humanidad y su entorno. De ahí que el ciclo La Luna en el Amazonas sea uno de los proyectos partícipes de la Bienal de Berlín.

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Agustín Pérez Rubio, uno de los curadores del encuentro artístico, afirma que en esta Bienal la mirada está centrada en una perspectiva decolonial y poscolonial, tratando de entender la historia de América Latina y la de los poderes hegemónicos. “Esta Bienal, dentro de las posiciones coloniales y de cómo la historia se ha creado y ha dejado al margen diferentes saberes, deja las preguntas de cómo hemos llegado hasta aquí, qué le estamos haciendo al planeta y de qué manera el hombre blanco se mete a la selva, en el caso del proyecto de La Luna en el Amazonas”.

El punto de partida de la videoinstalación en Berlín es el libro de Roberto Franco sobre los “no contactados”, algunas comunidades indígenas que por voluntad propia decidieron aislarse del hombre blanco, del hombre en general. “Esto nos arroja una pregunta, pues nos afecta el cuerpo y el pensamiento: qué extraña paradoja que en este momento en que es tan necesaria la visibilización de nuestras culturas, por ejemplo con la minga, hay comunidades que no desean ser contactadas, visibilizadas. Dentro de estas formas de resistencia nos interesa esa paradoja de la hipervisibilidad, el reconocimiento, la reivindicación y las formas de resistencia de todos los proyectos, tanto humanos como no humanos. De ahí se entiende que el origen de esta experimentación artística no sea lo ‘indígena’ en sí, sino más bien una postura existencial y política en un mundo globalizado”, dice Heidi Abderhalden.

A través de la fantasía social y de las sensaciones y los afectos corporales se logró volver físico lo “no contactado”. En la instalación, el espectador experimenta una inmersión en la que el cuerpo se siente tocado en su presencialidad física por estar en dos puntos diferentes del mismo espacio. “Es un frente a y un detrás de. De esta manera se experimenta la pregunta por el lugar que ocupamos nosotros en un momento y por el lugar que pueden ocupar otros que nos están observando sin nosotros saberlo”, afirma Rolf Abderhalden.

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El centro de la instalación tiene un mapa de la panamazonia. Allí hay una proyección translúcida en la que, primero, el público observa videos hechos por Mapa Teatro en la selva amazónica. Del otro lado, además de la apreciación de la pieza audiovisual, el público ve a las personas que están del otro lado del muro observando los videos. Cada espacio tiene sus propios paisajes sonoros, lo que hace que las personas sientan que están inmersas en un nuevo contexto y en unas nuevas narrativas. Así, la instalación plantea la necesidad de problematizar la alteridad, pues se es el uno y el otro a la vez. Es decir, ya no está el otro, todos somos “otros”. “De un lado estamos los blancos occidentales y del otro un indígena andoque. Todos nos preguntamos sobre la existencia de los ‘no contactados’”, comenta Rolf Abderhalden.

La intención con esta propuesta artística es problematizar los conceptos antropocéntricos y occidentales que caen en una lógica binaria y que han dividido al mundo en dos: lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, el hombre y la mujer. Así, el arte busca enriquecer la experiencia de la micropolítica en el cuerpo y en la imaginación social.

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