El Magazín Cultural

Mario Vélez: "Soy pintura"

Presentamos al artista Mario Vélez en este capítulo de Historias de Vida, creado y producido por Isabel López Giraldo.

Isabel López Giraldo
14 de mayo de 2019 - 12:00 a. m.
El artista antioqueño Mario Vélez con su obra, expuesta por estos días en el Museo Rayo.  / Cortesía
El artista antioqueño Mario Vélez con su obra, expuesta por estos días en el Museo Rayo. / Cortesía

Soy pintura.

Si bien en los últimos años he venido haciendo escultura que es una parte objetual del arte, si uno tiene la lectura correcta sabe que eso viene de la pintura. Así pues, soy un escultor que viene de la pintura.

Desde siempre supe de mi arte.

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En las academias no hay nada predominante, es decir, no es que te formen como pintor o como escultor en nuestro medio, porque probablemente en Europa y en Estados Unidos se es más consecuente con lo que se entra a estudiar, lo que es lo mismo a decidir qué se va a ser. En Colombia sólo el tiempo lo va definiendo.

Me interesó la pintura desde el desdibuje de ella. Era una época muy marcada para nosotros a los que nos enseñaron a pintar desde el expresionismo Alemán primero, que desde el abstraccionismo Americano. Éste último lo aprendí a través de mis profesores en Alemania.

Soy muy monocromático.

En mis primeros años predominaban el negro, el blanco y el rojo, pero claro, correspondían a los momentos que estaba viviendo, era el arte de los 90´s, muy marcados no por una tendencia, como puede ser hoy, sino por un momento histórico.

Desde niño hubo en mí una inquietud muy grande por dibujar y recuerdo que me compraba mi madre unas resmas de papel, que quisiera esos dibujos hoy. Pintaba mucho aletas de tiburón… Una cosa rara.

En el colegio empecé a encontrar el gusto por el arte.

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Había en Medellín una sola biblioteca, ahora son muchas y, te hablo de la Biblioteca Pública Piloto, donde todos íbamos a hacer las tareas. En ella hay una galería de arte y desde que la conocí me obsesioné con el tema.

Había en mí una inquietud pero no tenía muy claro qué era exactamente lo que me atraía, no sabía si quería hacer eso, si podía hacerlo, o si lo que quería era comprarlo o tenerlo. Era una mezcla de emociones que me mantenían conectado.

Cuando llega el momento de elegir la carrera profesional, me presento a arquitectura que fue mi primera opción y la segunda fue artes plásticas. Me refirieron sin pensarlo a Artes Plásticas.

Siempre hubo en mí un tema estético, un gusto por lo bello que ha evolucionado.

Puedo decirte que me volví más creativo, cuando comienzo a jugar el juego, cuando entro a la academia, lugar donde te generan inquietudes aunque también estás afectado por las vivencias. Siempre insistí que los profesores en esa época eran como psicólogos que hacían una búsqueda de información contenida en cada uno de sus estudiantes, para lograr que saliera todo el potencial.

Aquí te hablo como profesor

Cuando a una academia llega un talento, éste se identifica inmediatamente. Normalmente lo que se hace es formar a ese talento, el que el artista no sabe que tiene. En el transcurso se van dando las cosas.

El estudiante llega con una idea de ser y probablemente al comienzo su entrega no sea la mejor, pero con el tiempo se va evidenciando. Nosotros no “somos artistas” de entrada y no nos hace el cabello largo o la pinta sino la entrega en el tiempo.

Mi proceso fue muy particular y tengo mucho que agradecer a mis profesores.

Ir a la academia de arte es la antítesis de lo que la gente realmente piensa que va a encontrar. Yo esperaba que me enseñaran a pintar y nadie lo hizo. Hacía una relación de lo que veía en la galería y tenía la expectativa de que me enseñaran a hacer la escultura en clase, pero tampoco ocurrió pues eso no se enseña.

Quien surte su proceso encuentra en las formas la expresión, en la belleza y en la emocionalidad, entre muchas otras cosas, lo que nadie te va a enseñar. Es imposible que lo hagan. Te pueden enseñar a preparar pintura, a disponer los lienzos, los bastidores, algo de carpintería y de textiles, detalles técnicos pero no a hacer lo que va a pasar ahí.

Te canalizan tus energías, las ideas sueltas que tienes, te van dando foco, te van haciendo perder un poco, te enredan, te cuestionan, pero para que tú mismo descubras lo que hay en ti.

Un poco el juego es a decir lo que está mal para que quien se va descubriendo llegue a su esencia.

Esto de ser artista tiene un poco de cocina, de preparación, de tiempo; comienzas a descubrir lo que es verdaderamente importante, que ya no hay tanto afán para las cosas, que se cuenta con años para hacer. No es tema de fama, ni de dinero, pues ya no será tan importante vender cuando se tienen cosas claras pero para uno, no para los otros. Puedes tener reconocimiento y eso es importante, pero respiras.

Me gustaría permanecer en el tiempo, que a los setenta años todavía me quiera levantar a pintar.

El primer lienzo era una superficie que estaba ahí y que lo contiene a uno mismo. De eso también se aprende. Depende del tamaño del lienzo la sensación que te produce, si éste te devora es algo complejo, pero cuando es uno que dominas, donde probablemente es un gesto, ya, lo tienes.

Hoy, con el paso del tiempo, pienso en el formato porque el lienzo ya contiene todo, ya le he puesto el chip, ya hace parte; dejó de ser algo primario que desconozco; ya hay una claridad sobre el que defino incluso su color.

Lo bueno es que hoy me sorprendo todavía de lo que puedo hacer, esa es la magia y la fantasía. Llevo treinta años pintando y aunque pinto todos los días, nunca podré ver ese trabajo en retrospectiva. Una cosa muy bonita de conectar es la memoria de la pintura, que en ocasiones es la parte donde los pintores hoy por hoy, se alejan porque no han conectado su realidad desde antes.

La pintura es como una religión y tiene su secuencia. Hoy la fuerza sigue estando pero es algo mucho más metódico porque ya es un proyecto y no me refiero a una serie que esté trabajando sino a todo un proyecto de vida.

Puede haber momentos de quiebre en los que el pintor decide no continuar y podría pasarse a la fotografía. Hoy en día todo está permitido. En mi experiencia personal no aplica necesariamente, pero como vivo en comunión con lo que estoy haciendo, logro conectar lo que hice hace veinte años con lo actual. Mi trabajo está relacionado, siempre hay un juego ahí.

Lo que para mí resulta interesante es ver una conexión en ese artista, que se pueda leer lo que se está desarrollando, no es solo hacer pero no es solo pintar bonito y ya. La pregunta es, qué me lleva a eso, qué parte de la pintura me proyecta a otro plano.

Toda la información está en el estudio

De todo tomo como inspiración, desde un libro, un programa de televisión, una historia que escuché, una pintura que no veía hacía décadas, un color, un viaje, unos pigmentos que generaron esto, un papel que me encontré, su textura…

En mi caso en particular y supongo que en el de muchos, tengo un buen número de brazos, como tentáculos, porque puedo estar exponiendo en este momento en N.Y. pero también puedo estar en el estudio terminando un proyecto y en otro lugar, puedo estar iniciando unos prototipos de algo que me interesa.

Tengo que visualizarlo todo, puede que no pase nada pero todo está gestándose ahí. Ese es mi proceso creativo y dependiendo de lo que estás haciendo te motiva a leer sobre eso, a investigar mas para nutrirte. Este proceso es algo más complejo, es el deseo de que contenga todo a un nivel un poco más sofisticado, tranquilo, limpio, producto de tantos años de formación, buscando el objeto impecable.

Esto que te menciono es un poco lo que yo trabajo, las Rocas del Canto Rodado, que siempre están en un constante proceso, adelgazándose, creciendo y demás.

Soy tranquilo pero puedo ser un poco malgeniado.

Voy muy rápido pero respiro y entiendo que los demás no necesariamente van a mi velocidad. Aunque trabajo muy solo siempre estoy produciendo. Estoy en mi cuento, en mi historia.

Ahora que hablábamos con un amigo pintor, hacía referencia a mi orden en mi estudio y es algo fundamental para saber qué he hecho y cuál es la historia y como ésta sigue teniendo derroteros.

Cuando se es más joven se quiere todo de inmediato, los logros pronto, las cincuenta mil pinturas de toda la vida listas, haberlas vendido, tener apartamento y demás. Pero cuando estás involucrado, cuando es tu estilo de vida, la manera de ganártela, las cosas son a otro ritmo. Se va aprendiendo, se va madurando.

En mi caso podría decirte que resulto muy cuadriculado, abierto a muchas cosas, pero fue el recurso que yo encontré para hacer mi trabajo. Me proyecto en mi arte; él es muy limpio así como yo trabajo. Mi estudio es limpio como lo que hago. Si haces un estudio del artista en esos términos, probablemente sí encuentras muchas relaciones. No hago mis obras para que sean reconocidas, ni siquiera las firmo, solo por el respaldo, porque son tan limpias que no ha lugar.

Me defino como un práctico-nostálgico.

Me gustaría trascender de una manera espiritual pero ni siquiera tengo tiempo para pensar en eso, solo que sí me gustaría montarme en otra película luego de ésta. Para trascender en el tema del arte eso ya no depende de mí. Resulta muy halagador e importante para mí poder vivir de lo que hago, lo que pase es extra, si tiene que pasar así será, de alguna manera ya se está dando.

Todo ya está previsto, todo ya está escrito. Estoy en este plano haciendo la labor de artista y dedico mi vida entera a ella con toda la pasión que me cabe. Desde mis dieciocho años estoy en la academia, ya sumo muchos y sigo como el primer día, como el primer lienzo que tuve al frente.

Se tiene una vida real y una vida de artista.

Hay algo íntimo en la pintura, es un poco su fascinación. Es una creación absolutamente íntima. Cuando se está comprometido con ella, uno necesita esos silencios, esos espacios.

¿Cuál es el público al que se dirige su arte?

Un artista debe ser escaso.

Cada uno tiene su público y éste será escaso frente al universo y tiene mucha relación con la estética del artista. Una cosa es llegar a las masas y otra llegar a un público específico.

No tiene sentido caminar sobre las huellas de otro. Cada uno vino a hacer su camino, unos más largos, otros más cortos y cada uno va a llegar a su destino.

¿Cómo define el color?

El color es el calor de la pintura.

Si tuviera la facultad de ser un objeto inanimado, como un lienzo por ejemplo, ¿cuál sería?

Un pincel.

¿Alguna vez ha dejado alguna obra inconclusa, en pausa, madurándose en el tiempo?

No, toda obra inconclusa esta terminada.

¿Qué manejo le da a la frustración?

Hacerse el loco.

¿Cuál es su polo tierra, eso que le brinda sosiego en momentos donde la calma le es esquiva?

La pintura

“Yo pinto cuando escribo y escribo cuando pinto”

Si no fuera a través de las palabras y de su pintura, ¿cómo hablaría, cómo se comunicaría?

Con los ojos.

¿Qué quiere dejar en las personas que se acercan a usted?

El viento es el tiempo que pasa

Que sepa que soy un amigo de verdad, una persona buena.

 

Por Isabel López Giraldo

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