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El mundo recuerda a la creadora de “Frankenstein”

A los 170 años de su muerte, Mary Shelley, la precursora de la ciencia ficción de carácter terrorífico, sigue estando entre los autores más leídos.

Leopoldo Villar Borda
01 de febrero de 2021 - 09:57 p. m.
Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursores del anarquismo, y Mary Wollstonecraft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana.
Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursores del anarquismo, y Mary Wollstonecraft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana.
Foto: Cortesía

¿Quién no ha oído hablar de Frankenstein? Muchos miles de personas en todo el mundo han leído las incontables ediciones del libro y miles de millones han visto los centenares de películas, producciones de teatro, cine y televisión en español, inglés y otros idiomas que han recreado la narración a lo largo del último siglo y medio. Son muy raras las personas para quienes no resulta familiar el nombre de la novela de terror que hizo célebre a Mary Shelley, la escritora inglesa muerta un 1° de febrero, hace 170 años.

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La imagen icónica de Frankenstein fue eternizada por Boris Karloff en su célebre caracterización del monstruo, en 1931, una de las primeras que se vieron en la pantalla, producida por Universal Pictures y dirigida por James Whale. Después el mismo Whale realizó una secuela titulada La novia de Frankenstein y muchos otros directores se sumaron a la lista de los que recrearon la fantástica narración o la utilizaron para producir series humorísticas de gran éxito como Los locos Addams.

Lo que los millones de espectadores que han visto esas producciones probablemente no retuvieron con la misma claridad en su memoria fue el nombre de la creadora de Frankenstein, la escritora inglesa a quien se le ocurrió la idea en 1816, a sus 18 años, durante una tertulia en la que participaba con su amante -quien después sería su esposo-: el poeta Percy Shelley, en una mansión alquilada por el idealista y excéntrico poeta lord Byron a orillas del lago Leman, en Suiza.

Hija de intelectuales

Mary Shelley era hija de William Godwin, un escritor y político que se contó entre los precursores del anarquismo, y Mary Wollstonecraft, una destacada educadora y escritora que sobresalió como promotora de los derechos de la mujer en la época victoriana, cuando prevalecían las ideas conservadoras, los principios religiosos y el machismo, aunque la nación británica era gobernada por una mujer: la reina Victoria.

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Fue también la época de la revolución industrial y el apogeo del Imperio británico, cuyo progreso no se tradujo en un cambio de las viejas costumbres que relegaban a las mujeres a la esfera doméstica. Esto fue lo que propició los primeros movimientos feministas de los cuales formó parte la madre de Shelley. Formada en ese ambiente contestatario, la escritora se inclinó por las letras y se relacionó desde muy joven con los intelectuales de su tiempo.

Entre sus amistades se destacó lord Byron, una de las grandes figuras del romanticismo europeo. Entre él y los Shelley existió una relación muy estrecha, favorecida porque compartían el espíritu aventurero y la rebeldía frente al poder combinado de la Iglesia y el Estado. Esta predisposición, que se podría llamar prometeica -aludiendo al titán de la mitología griega que robó el fuego a los dioses y lo entregó a los hombres-, se refleja en el título que Mary Shelley dio a su obra, gestada en el terrible invierno de 1816 en la tertulia con Byron en la que participaban los Shelley y John William Polidori, el médico personal de Byron. Se divertían hablando de fantasmas y, de pronto, Byron retó a todos a escribir historias de terror. De allí salieron Frankenstein y El vampiro, de Polidori, publicado en 1819.

Moderno Prometeo

La novela que hizo famosa a Mary Shelley apareció en enero de 1818 con el título Frankenstein o el moderno Prometeo, que revela la intención de la autora de otorgarle un claro simbolismo. Fue publicada como la obra de un autor anónimo y con un prólogo de Percy Shelley, por lo cual algunos se la atribuyeron a él, aunque había sido escrita por su mujer. Ella escribió el texto entre 1817 y 1818, y él le ayudó a editarlo. En los años siguientes, Mary la reescribió y publicó una nueva edición en 1831.

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Frankenstein es considerada la primera obra de ciencia ficción con carácter terrorífico, pero no deja de tener fundamento en la realidad. En las numerosas referencias que existen sobre su autora, se dice que para crear el personaje del doctor Frankenstein ella se basó en Andrew Crosse, un científico aficionado que experimentaba con cadáveres y electricidad, una energía que en ese tiempo estaba rodeada de misterio y no había sido bien estudiada.

Shelley trató a Crosse, quien decía que podía crear vida por medio de la electricidad y creía haberlo hecho con unos insectos, algo que en realidad pudo haber ocurrido por la fertilización de unos huevos. Sus misteriosos ensayos le generaron la censura social y religiosa, hasta el punto de que se le consideró poseído por el demonio; de hecho, en sus propiedades se realizaron exorcismos, y su casa, su laboratorio y sus archivos fueron quemados cuando murió.

Criatura repugnante

Pero Shelley no incorporó la electricidad a su narración. El personaje central de la novela es Víctor Frankenstein, un estudiante de medicina que en su afán por desentrañar el secreto de la vida humana resuelve armar un cuerpo de más de dos metros de altura con las partes de varios cadáveres.

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El monstruo resultante cobra vida, convertido en una criatura repugnante, y su creador huye espantado. Al volver al laboratorio no lo encuentra, y, entretanto, comienzan a ocurrir muertes atribuidas al monstruo. Frankenstein se encuentra con él y este le pide que complete su obra creándole una compañera. Víctor lo intenta y luego se arrepiente, por lo cual el monstruo cobra venganza en las vidas de varias personas cercanas a su creador. Víctor lo persigue, pero muere en un barco en el Ártico durante la persecución. Después el barco es abordado por el monstruo, que confiesa sus crímenes al capitán y le anuncia su propia muerte, que la autora reserva para el final.

La alusión a Prometeo en el título y en el simbolismo de la novela refleja la atracción que el mito griego de la rebelión contra los dioses ejerció sobre el grupo de intelectuales al que pertenecían los Shelley. Consta en muchas partes que Prometeo encadenado, la obra clásica de Esquilo que recreó el mito, era una de las predilectas de Byron y los Shelley. La novela de Mary Shelley representa otro tipo de rebelión, esta vez contra los peligros del desarrollo científico y los excesos del capitalismo naciente en su tiempo, que por su afán de lucro no respetó la dignidad humana.

Un monstruo sin nombre

Como toda obra célebre, Frankenstein sigue atrayendo la atención del público en todo el mundo, más de un siglo y medio después de su creación. También sigue dando lugar a numerosas interpretaciones, y a pesar de su fama no ha escapado a la confusión. Aunque su autora no le asignó un nombre al monstruo, este terminó apropiándose del nombre de su creador, pues en la película protagonizada por Boris Karloff, en 1931, el nombre de Frankenstein fue identificado con la aterradora criatura imaginada por Mary Shelley.

El nombre pudo originarse en el pueblo llamado Frankenstein, que en la época de Shelley perteneció a Alemania, y hoy está en Polonia, donde se extraía plata y oro con procedimientos químicos que generaron problemas de salud. También pudo provenir del castillo medieval del mismo nombre, situado cerca de la ciudad alemana de Damstadt, donde el alquimista Johann Conrad Dippel, a quien Shelley conoció, hizo experimentos con cuerpos humanos.

Por Leopoldo Villar Borda

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