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Meditación a través del arte

La artista venezolana Caro Fernández da a conocer sus experiencias de vida por medio de pinturas con figuras propias del arte oriental como los mandalas. La galería expreso de arte expone la obrA en el c.c Atlantis.

Redacción Vivir
31 de agosto de 2014 - 02:00 a. m.
‘Raíces’ es la obra que evoca la historia de la familia y ancestros de la artista.  / Fotos: Gustavo Torrijos
‘Raíces’ es la obra que evoca la historia de la familia y ancestros de la artista. / Fotos: Gustavo Torrijos

Círculos y esferas, pequeños y grandes y todos con texturas y colores diferentes, son el reflejo del universo interior de Caro Fernández, una artista venezolana que trajo a Bogotá la obra que refleja su propio universo.

Había trabajado en ello desde hacía varios años, pero sólo lo había hecho para ella y en la intimidad de su taller. Ahora, decidió que quería mostrar en Colombia, el país en el que comenzó su carrera artística, su último trabajo: una mezcla entre la pintura y la cultura occidental que se remite a sus creencias, su mundo y su vida espiritual.

Aunque parezca extraño, la venezolana se ha dedicado en estos últimos años a hacer del arte su meditación. Así como algunos hacen yoga y otros se sientan en posición de loto para alcanzar la tranquilidad y encontrarse con ellos mismos, Caro Fernández agarra su pincel, se para frente al lienzo y pinta.

Ella lo denomina meditación activa. Consiste en estar en el presente y concentrada únicamente en la acción que realiza, sin preocuparse por qué pasó ayer ni estar pensando en lo que debe hacer después.

Sin embargo, su arte no consiste simplemente en pintar cualquier cosa, persona o figura que ronde en su mente. Por el contrario, sus obras son todas mandalas o formas redondas, porque ello la remite a la filosofía de culturas orientales ancestrales que representan en el círculo su universo.

“Pinto desde que tengo uso de razón, y tal vez cuando tenía 16 años pinté mi primer mandala”, dice. Esta figura en forma de flor, cruz o rueda pero cuya base es la esfera, remite al diseño del cosmos y del universo. Tal y como lo afirma el famoso psiquiatra Carl Jung, es un círculo mágico y perfecto. Para la artista, fueron precisamente estas connotaciones las que la hicieron apasionarse por buscar la tranquilidad en la meditación a través del arte. Ahora no sólo pinta mandalas, sino también rosetas, ojos, esferas, burbujas, planetas flotantes, entre muchas figuras más.

Pero en realidad, esta venezolana no es artista de profesión sino de afición. Estudió diseño gráfico, de modas y orfebre. Ha ejercido en ese campo, pero en este año se ha dedicado 100% a esta exposición.

Considera que su formación le ha ayudado a poder ser versátil en sus obras. “Hago algo que muy pocos pintores hacen. Combino el óleo con muchas más técnicas, propias del diseño, para lograr los contrastes que necesito, pero siempre sin exagerar. Mezclo la tinta, el papel, la cáscara de huevo, la pintura textil y algunos otros materiales”, afirma.

Según la venezolana, esta mezcla de texturas es lo que la ayuda, realmente, a plasmar sus sentimientos y visiones en los cuadros en los que refleja experiencias particulares vividas en momentos específicos.

Una de sus obras, llamada Raíces, es su árbol genealógico dentro de una esfera que evoca el perdón con sus antepasados . “En la meditación me enfoqué en aceptar y reconciliarme con mi familia y con la historia que traigo y que heredé. Solté lo que debía soltar por lo que pasó, lo que hicieron o lo que dejaron de hacer”, afirma.

Además, ella recalca que dentro de su técnica es fundamental que todo lo que pinta lo hace de manera espontánea y nada cuenta ni con un boceto previo ni con una idea planeada.

Un ejemplo es una Luna en la que la mitad inferior está hecha en cáscara de huevo para dar la sensación de que se ha ido descascarando. Pero más allá de esto, dice la artista, cuando terminó la obra se dio cuenta de que en este cuadro quedó plasmada la difícil situación que se ha vivido en Venezuela durante este año.

Alrededor de la Luna, en la parte de abajo del cuadro, están los tres colores de la bandera. La textura en aquella parte da la impresión de reflejar una tela en movimiento y que para ella es la muestra de sus experiencias. Fue en esos días en que junto con sus compatriotas salió a las calles con banderas para protestar por la situación de su país.

Son precisamente estas manifestaciones lo que describe como el aspecto fundamental de su obra. Para Caro Fernández, sus cuadros son pensamientos y sentimientos, tristezas y alegrías. Lo que queda plasmado es producto de la meditación al estilo del arte hindú que demuestra que, más allá de ser simples figuras, tienen algo que contar y una labor para hacer dentro del pensamiento y cuerpo de quienes lo experimentan.

Por Redacción Vivir

 

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