El Magazín Cultural

Ni los youtuber ni los booktuber tienen la culpa

YouTube ha generado en sus progresivas mutaciones la aparición de los Youtubers y Booktubers, que renuevan los alcances comunicativos de esta plataforma. En la Feria Internacional del Libro causaron sensación.

Elizabeth Jiménez
05 de mayo de 2018 - 04:04 p. m.
María Paulina Baena, parte del equipo de La Pulla. / Cortesía
María Paulina Baena, parte del equipo de La Pulla. / Cortesía

La misma semana en la que destituyeron a Dilma Rouseff, quien llegó a la presidencia del Brasil con 53 millones de votos, murió el cantante mexicano Juan Gabriel. ¿Cuál fue la noticia más difundida por los medios y replicada en redes? Ya sabemos la respuesta. Una de las personas que ha atendido al pie de la letra la relevancia de lo popular, de las maneras contemporáneas de la comunicación, ha sido Daniel Samper Ospina, Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, quien está complementando el rigor y sagacidad de sus columnas con sus videos como Youtuber, a sus más de cuarenta años.

Lo popular no es lo ordinario, es lo pertenecimiente o relativo al pueblo. Que es peculiar del pueblo o procede de él. Esa es la conexión y el logro innegable que han conseguido los casi siempre jóvenes Youtubers y Booktubers.

Juana Silva, encargada en la Cámara Colombiana del Libro de programar las franjas infantil y juvenil en la FILBo2018, precisa el significado de estos roles: “Un Booktuber es un joven promotor de lectura digital que se vale de las redes sociales para hablar de sus lecturas favoritas. Un booktuber es un youtuber en tanto que es usuario de la plataforma, pero un youtuber no necesariamente es un booktuber (Youtubers hay de casi cualquier cosa y de casi cualquier tipo de contenido). Con esta distinción en mente, la feria realizó el Segundo Encuentro Nacional de Booktubers, con charlas sobre cómo enamorar a los jóvenes de la lectura a través de plataformas digitales. Gracias a estas nuevas dinámicas, escritores como Benjamin Alire Sáenz, Anna Todd o Carolina Andújar presentes en la FILBo”.

“Por los múltiples eventos masivos los organizadores de la feria: Corferias y la Cámara Colombiana del Libro instalamos espacios adicionales  con proyección multimedia, para los que no logran ingresar a las charlas -comenta Andrés González, Jefe de Proyectos de la FILBo2018- lo que se ha fortalecido en esta nueva versión de la feria; son alrededor de 4.000 metros cuadrados en 18 salones diseñados para una de las programaciones más completas y diversas de las que hayamos tenido memoria”.

La complejidad y riqueza de la comunicación

El español Jesús Martín Barbero, teórico de la comunicación, radicado desde hace décadas en Colombia, en una entrevista sobre su libro De los medios a las mediaciones, habla de una película mexicana de 1976, La ley del monte, que llamó su atención porque siendo latinoamericana estuvo casi seis meses en cartelera. Así que fue a ver, qué tenía que tanto gustaba. Se llevaron dos sorpresas con su acompañante. La primera, que el auditorio estaba en un 90% copado por hombres; lo segundo, que no podían parar de reír con muchas escenas, mientras la gran parte de los asistentes lloraba. Ahí pasó lo segundo: Los mandaron a callar varias veces, hasta tal punto que prefirieron retirarse de la sala. 

Ya en sus clases en la Universidad del Valle, Barbero quedó tan inquieto que envió a los estudiantes a entrevistar a los asistentes a la salida de la película. Uno de los jóvenes alargó la charla con uno de ellos, quien le demandaba ¡¿Usted ya la vio?! ¡¿Vio al perrito?! Pero el estudiante no se acordaba, ni Barbero tampoco, del diminuto personaje, que el espectador  asoció con la mascota entrañable que tuvieron en su casa. 

La conexión con lo emocional de la condición humana ha sido parte del hilo conductor de la programación de la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2018 cuyo lema es Sentir las ideas. En buena parte, es esa la razón del auge inusitado de los Youtubers y Booktubers.

Y ocurre todo el tiempo. La riqueza y complejidad de la comunicación y por tanto de la interpretación de lo que se comunica, se puede develar en una situación cotidiana que cualquiera ha vivido, por lo menos en el mundo occidental: Ver el letrero en una puerta, que dice claramente: Hale, y uno, empuja.  

Entender al público

Conectarse con el público es lo que logran de manera arrolladora los Youtubers, como Germán Garmendia, con 33 millones de seguidores, el colombiano Juan Pablo Jaramillo, con cinco millones. También los hay como Julio Profe, con dos millones de personas que le siguen para aprender de sus clases de matemáticas o Javier Santaolalla, el físico español quien ha adentrado en la ciencia a miles de jóvenes.

Ami Rodriguez, youtuber colombiano, acaba de ser sensación en la FILBo2018 seguido especialmente por niños y preadolescentes quien ya tiene casi seis millones de seguidores. Otros colombianos destacados que hicieron presencia fueron Sebastián Silva, La Perestroika, la Mona soy yo, Luisa Fernanda W, María José Flaqué y el mexicano Alberto Villareal; varios de ellos  participaron del Segundo Encuentro Nacional de Booktubers que se realizó en la feria. 

Y los que no aparecen en los escenarios: los Youtubers que han enseñado a personas de mediana edad o a adultos mayores a cómo usar el celular, o cómo bajar de peso; o recomiendan los mejores trucos de cocina o las estrategias para manejar mejor las finanzas personales.

De Youtube, Facebook e Instagram

La transformación del acceso a la información ha mutado, no solo por  YouTube. De acuerdo a la organización eMarketer, Instagram y el servicio de mensajería Snapchat han experimentado un aumento progresivo de seguidores adolescentes y adultos jóvenes que migran de Facebook. Ambas plataformas son exitosas porque se sintonizan con su forma de comunicarse, es decir, con los contenidos visuales. La investigación de mercado prevé también que, en los próximos años, Facebook sea más usado por mayores de 35 años. 

Lo vertiginoso de la tecnología y de las mutaciones cibernéticas convoca al aprendizaje, a subirse a su engranaje para que la comunicación no se bloquee como un reloj de cuerda al quererlo hacer girar hacia atrás. 

Y para cerrar con estos referentes, Daniel Samper Ospina aprovechó sin titubear, desde 2016, la controversia por la asistencia masiva de asistentes a la FILBo, a ver a uno de los Youtubers más importantes de Latinoamérica, Germán Garmendia (frente a lo que Corferias dispuso de inmediato una sede alterna para recibir a los youtubers que estaban por presentarse). Fue así como Samper Ospina se lanzó como Youtuber, a sus 40 años, sumando a los lectores de sus columnas, los 370 mil que le siguen en su canal virtual. 

La Pulla, de El Espectador, ya tiene cerca de 500 mil seguidores de muchas edades (sin contar a quienes ven los videos desde la plataforma del periódico y no dan click en su canal, para suscribirse) que van desde jóvenes universitarios hasta líderes de opinión en política y economía.

De la novela gráfica y de YouTube

Lo mismo que les pasa a los seguidores de Youtubers o Booktubers  les ocurrió a los jóvenes en los años 70’s y 80’s que, sin tener celular, devoraban historietas, especialmente de súper héroes y eran criticados por sus padres o, en general, por los adultos, por desperdiciar el tiempo. Desde el nuevo milenio el comic se ha transmutado y potenciado a través de la novela gráfica, una de las maneras más certeras en las que los jóvenes se han acercado a la literatura o a la historia: Los diarios de Ana Frank, de la editorial Debolsillo; La Vorágine, de Resplandor Editorial que desde 2016 ya va en su tercera impresión; Las novelas gráficas sobre García Márquez, Rulfo y Borges de la editorial independiente Rey Naranjo, son solo unos, de cientos. 

Uno de los comics que abrió camino a las actuales novelas gráficas, fue American Esplendor en los años 70’s, que no hablaba, como era costumbre, de grandes súper héroes ni de historias de ciencia ficción. 

El personaje era en todos los aspectos un anti héroe, pues como lo demostró su autor Harvey Peckar, no siempre es malo sentirse un fracasado, ser feo, calvo y barrigón; con un empleo de bajo perfil, en el sótano de un hospital, clasificando archivos, sin novia y viviendo en un apartamento desordenado. De esa insípida vida, en sus horas solitarias y en un aturdidor silencio, Pekar comenzó a escribir su cotidianidad en viñetas, con garabatos que lo representaban a él y a su entorno. Un día se encontró con Robert Crumb, un reconocido ilustrador con quien compartía su pasión por la música y a quien le enseñó los cuadernos que contenían lo único verdaderamente productivo que estaba haciendo con su vida: contarla.

Pekar, su creador, lo llamó irónicamente Esplendor Americano, mostrando sin pudor sus propias desgracias cotidianas, el principal atractivo para los seguidores que agotaban los ejemplares de cada edición en los Estados Unidos. Al fin, encontró el éxito exponiendo su fracaso.

Art Spiegelman, uno de los autores más reconocidos del mundo del cómic desde los años 70, dijo una frase que se ajusta en la actualidad a todo el fenómeno de YouTube y de la novela gráfica: “Tengo la impresión de que el cómic ha pasado de ser un ícono del analfabetismo a ser uno de nuestros últimos bastiones del alfabetismo”. 

Por Elizabeth Jiménez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar