El Magazín Cultural

Observando una imagen de Goya (Fragmentos literarios)

Compartimos un texto del escritor caucano Hugo Hurtado Valencia, publicado en su compilado de poesías, "Toda historia alguna vez fue piel".

* Redacción Cultura
05 de diciembre de 2019 - 12:26 p. m.
 Los fusilamientos de La Moncloa (Goya)
Los fusilamientos de La Moncloa (Goya)

Hugo Hurtado Valencia lleva más de quince años haciendo trabajos académicos y literarios en zonas de conflicto. La vena creativa, tan necesaria como esquiva, que se necesita para hacer poesía, a veces lo rebasa. "A veces uno sueña que ha matado personas en otros mundos", dice. 

Hace 18 años, cuando más de 300 paramilitares del Bloque Calima llegaron al Naya a matar indígenas, campesinos y afros, Valencia sufrió una terrible depresión que se convirtió en una necesidad. 

"La necesidad de expresar los dolores de las personas de otra manera. Un compromiso ético y político que tiene cualquier escritor. Pero lo cierto es que muchas veces, en sociedades como esta, la realidad que se vive nos sobre pasa".

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Entonces empezó a escribir. Pero luego vino un secuestro, luego una toma guerrillera, luego otra masacre y después una bomba. Con ello, de nuevo, llegó la depresión y con ella, de nuevo, la necesidad de "asumir una denuncia social". Esa denuncia social hoy es un libro de poesías. "Toda historia alguna vez fue piel", se llama.

De ese libro de poesìas compartimos "Observando una imagen de Goya"

***

Separado por completo de la luz, del viento, de las nubes, de las cosas que solían conmoverme, no sé ahora dónde estoy o si soy un lugar, un espacio o un recuerdo.

Dejo para tí la proyección de mi alma. Los trazos de mi cuerpo mutilado, cantando una loa a la muerte. Reproduciendo los gestos de mis asesinos.

El artesano del tiempo retratará mi dolor y los grises y oscuros estarán determinados, como cuando llueve a cántaros en las sombras del cielo.

De mis gestos te pido que plasmes mi venganza. El horror de mi grito lastimero en la hora final. Aquel con el que me quejé de Dios, maldije a mis homicidas y ofrecí mí alma al diablo, en aquel largo instante.

Y así, así como una representación humana permaneceré en el tiempo, y me develaré en cada noche y mañana declinables, como una sombra que ansía la venganza y la ha perpetuado en los ojos definibles de quienes le miran.

Por * Redacción Cultura

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