El Magazín Cultural

Pasión y denuncia

Esta nueva producción del Met, firmada por Sir David McVicar, se estrenó con gran expectativa en la víspera de Año Nuevo. Bajo la dirección musical de Emmanuel Villaume y con las actuaciones de la soprano búlgara Sonya Yoncheva y el tenor Vittorio Grigolo, hoy se considera la súper producción de la temporada. La deslumbrante escenografía de John Macfarlane se roba todos los aplausos.

David Feferbaum
26 de enero de 2018 - 09:30 p. m.
Por sus capacidades histriónicas y la calidad de su voz, la soprano búlgara Sonya Yoncheva es una de las nuevas estrellas del mundo de la ópera. Encarnará a Tosca en esta nueva producción, firmada por David McVicar.  / Cortesía
Por sus capacidades histriónicas y la calidad de su voz, la soprano búlgara Sonya Yoncheva es una de las nuevas estrellas del mundo de la ópera. Encarnará a Tosca en esta nueva producción, firmada por David McVicar. / Cortesía

Pese al éxito de Tosca el día de su estreno en Roma en enero de 1900, cuando Puccini (1858-1924) debió subir seis veces al escenario para recibir la ovación del público, no faltaron quienes la tacharan, entre otras, de “ópera vulgar, licenciosa” y de “tres horas de ruido”. Desafortunados comentarios para la que ha llegado a ser una de las obras más apreciadas y solicitadas del género.

Parece ser que la exitosa interpretación en 1889 de la legendaria Sarah Bernhardt en La Tosca de Victorien Sardou (1831-1908), la obra de teatro original hizo que Puccini le pidiera a su agente, el editor Ricordi, adquirir los derechos para una versión operática. Aunque los derechos ya habían sido entregados al compositor Alberto Franchetti (1860-1942), este se los cedió a Puccini cuando, al parecer, Ricordi y Luigi Illica, uno de los futuros libretistas, lo convencieron de que era un proyecto sin futuro, argumentando que temas como el acoso sexual, el chantaje, el abuso, la tortura, las ejecuciones y el intríngulis político local sobrepasaban el gusto de la audiencia romana del momento.

Objetivamente, sin embargo, el drama de Sardou, convertido en libreto por Illica y Giuseppe Giocosa, resulta una obra impresionante. Como señala Ethan Morden (El espléndido arte de la ópera, 1985), un argumento que “gira en torno de un triángulo amoroso que incluye a una diva delirante, a un artista que la ama pero que también ama a la democracia, y a un sádico jefe de policía que se dedica a perseguir a los demócratas para destruirlos y que además desea a la diva, tiene que ser una obra que conmocione y sobresalte". Cosa que, en efecto, logra Puccini a un nivel prácticamente insuperable.

Pero, la profundidad de Tosca hay que verla también desde la compleja relación que se da entre religión, autoridad política y poder. Para Pierre Audi, que ha dirigido la obra, esta relación le permitió a Puccini contrastar el frío e implacable mundo político de Scarpia con la amorosa relación de la cantante y el pintor. “La policía política que actúa con la bendición del papa; el sacristán, que resulta un informante de Scarpia; la misa, que interrumpe la persecución de Angelotti; el cuchillo, el crimen, la sangre…  resulta una fórmula muy atractiva para un dramaturgo”.

Difícil encontrar una ópera de mayor contenido político y significativamente tan crítica como Tosca para el momento en que fue escrita (1896-1899).

Por otra parte, si bien Puccini hace uso de la técnica wagneriana del leitmotiv, no se puede soslayar su diestro manejo de esa capacidad asombrosa que tiene el género operático de expresar ideas y emociones encontradas, de manera simultánea. El Te Deum que cierra el primer acto, única escena de la ópera con participación coral masiva, es un ejemplo: mientras el pueblo, emocionado por lo que cree que ha sido una victoria, entona el himno de agradecimiento, Scarpia canta su lujuriosa inclinación por Tosca, haciendo de este pasaje un momento deslumbrante de la obra.

Ahora, es innegable que Puccini es un imán para las audiencias. ¿Qué lo hace tan popular? ¿El choque cultural en Butterfly; el mundo de los personajes de Bohemia; la lectura oriental de Turandot; las tres visiones dantescas de Il Tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi; el sangriento despotismo de Tosca? Tal vez la respuesta sea, sencillamente, la tremenda capacidad del compositor para traducir musicalmente toda esa gama dramática de situaciones y sentimientos, impactando al oyente de tal manera que solo le queda rendirse ante la obra.

Porque el hecho es que, en cinco temporadas, de 2011 a 2016, hubo 11.494 presentaciones de obras de Puccini, cifra superada solo por Verdi (16.265) y Mozart (11.876). Sin embargo, la comparación no es tan sencilla porque Verdi escribió 28 óperas, Mozart 22 y Puccini apenas 12. Tampoco lo es desde el punto de vista de títulos; Traviata tuvo 4.190 presentaciones, La flauta mágica 3.310 y Carmen 3.280, seguidas por tres de Puccini -La bohème 3.131, Tosca 2.694 y Madama Butterfly 2.641- lo que da a Puccini casi 958 funciones por ópera, a Verdi 581 y a Mozart 540. ¿Qué deducimos? ¿Qué motiva las preferencias?

Hasta el año 2009 se habían reportado 250 grabaciones de Tosca. En lo que va corrido del presente año, hasta agosto, Tosca ha tenido 292 presentaciones y 91 producciones diferentes en 82 ciudades, desde Montevideo en Uruguay, hasta Tallin en Estonia y El Cairo en Egipto.

Para finalizar, recordemos que, según José Ignacio Perdomo, Tosca se vio por primera vez en Bogotá en 1910, a cargo de la Compañía Lombardi. Más recientemente, la obra ha tenido 17 presentaciones por la Ópera de Colombia y 7 por la Fundación Camarín del Carmen.

Por David Feferbaum

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