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Poema para pasar la noche (Cuentos de sábado en la tarde)

Les presentamos un cuento de la revista literaria, Ocho:treinta, la cual es un proyecto organizado por los participantes del programa Elipsis 2019 y 2020. Jóvenes escritores de diferentes partes del país. El proceso de creación y edición fue colectivo.

Tito Martínez
13 de junio de 2020 - 09:41 p. m.
Poema para pasar la noche (Cuentos de sábado en la tarde)
Foto: Ilustración de: Andrés Londoño

Cansados de buscar en el revoltijo de la cama, desnudos, agotados, con la boca hinchada de tanto morder para que el otro fuera más nuestro, admitimos que ahí no estaba, y ella prefirió irse a dormir. “Dime algo, un poemita, para que me coja el sueño”, me dijo, algo que nos deje del otro lado de la noche, 750mg de ovejas que salten la verja de esta casa que llevo en el pecho.

Y no supe qué decir, como ante toda necesidad las palabras se cortaron las venas con el filo de mis dientes. Aquí en el poema, las recojo, las visto de fiesta, las llamo: puede irse a la mierda toda la poesía para dormir.

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Lo sé, amor. La ciudad está triste y violenta, lo ha estado desde Silva, cantando desafinada las cancioncitas que se dedicaron nuestros padres con la voz borracha del marinero bogotano, que navega en los charcos de la Séptima; pero no puedo contarte historias para dormir.

El mundo está triste, buscando la ruta que pase por sus casas sin tocar la esquina donde los espera la muerte, pegado a la novela de medianoche para no ver su reflejo en el televisor apagado, rascando con las uñas su carne a ver si encuentran el premio gordo que los saque de allí, pero no puedo contarte historias para dormir.

Los poetas están tristes y se emborrachan,

los pintores (de casas) están tristes y se emborrachan,

los buseteros, los guachimanes, los jovencitos que graffitean los puentes en la noche,

las viejas entaconadas que compran cigarrillos por unidad, los ladrones que no dejan sacarle la sim al celular, las nenitas que salen de fiesta, los taxistas insomnes, los parches que se fuman un porro antes de la proyección de medianoche, las presentadoras de los programas de concurso a las tres de la mañana, los enfermos que tosen hasta que despunta el sol, todos están tristes y se emborrachan,

los borrachos están tristes…

Siguen tristes, con una mano adelante para que lo que buscan no les rompa la jeta; tras de ellos solo quedan migas de botellas rotas por el tedio de soltar preguntas al aire y tú me pides una nana que te deje descansar, pero no puedo contarte historias para dormir.

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Para dormir vete a escuchar las noticias, que la poesía debe ser terrorismo espiritual, solo bombas que estallan en la mitad de la vida, entre los silencios de tus ojos, rompiendo las calles por las que planeábamos pasar hasta el último día; y el poeta es algo así como un gato, un gato que salta de tejado en tejado con el estómago abierto por el alambre de púas que enreda la noche, y las tripas afuera, afuera y adentro y alrededor; un gato que se extiende por los postes de la luz y maúlla a las lágrimas que le cuelgan de la jeta al mundo, aunque las oculte con las manos, un gato que se agazapa sin saber que ya los ruiseñores migraron lejos de los poemas, un gato que sigue saltando hasta envolver al mundo con sus entrañas y por lo menos quitarle el frío.

¿Pero qué contigo?

La madrugada curiosea el horizonte con sus dedos, y tú solo quieres dormir.

***

La escritura no tiene que ser un proceso solitario. Los integrantes de esta revista se leen, comentan y acompañan en la creación. Por esta razón se asignaron dos personas por cuento para comentar y sugerir cambios. En este caso los editores fueron: Natalia Soriano M. y José Inocencio Becerra.

Por Tito Martínez

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