En Colombia llegaría por primera vez el tren -como transporte- a Panamá, con la intención de unir interoceánicamente y favorecer así la industria y comercio de la naciente república, independizada apenas unas décadas atrás de la corona española. Fue así como el tren de Panamá concluyó su construcción en 1855 con un recorrido de 77 km. Ese mismo año se iniciaría la construcción de vías férreas entre sabanilla y Barranquilla.
Con el auge mundial de la revolución industrial, y de este mágico transporte a vapor y caldera de gran capacidad de almacenaje, los gobiernos siguientes a 1855 se motivaron a construir un sistema ferroviario que comenzara a comunicar todo el territorio nacional desde la capital hasta Buenaventura y Santander, y finalmente conectar la capital colombiana con el río Magdalena. Sin embargo, toda esta inversión se vio truncada paulatinamente, limitándose a conservar las vías férreas en la zona norte del país: Ciénaga y Santa Marta quedarían así comunicadas, y gran parte del desarrollo de Puerto Colombia, la zona de la guajira y su explotación del carbón, se han mantenido gracias a este sistema. Otra es la historia al interior del país, pues siendo una inversión concedida a capitales extranjeras, principalmente del primer mundo, estuvieron supeditadas a contrataciones inestables con Inglaterra y Alemania.
Aun con este panorama, a 1895 Se retoman los trabajos para unir la capital colombiana con el municipio de Soacha, para seguir ampliando el sistema ferroviario a nivel nacional, focalizándose en los departamentos de Cundinamarca, Tolima, y el Huila, lo que significó alrededor de 620 kms de vías férreas en Colombia para 1908. A 1921, el tren de la Sabana se convertiría en el tren de Cundinamarca, pues el gobierno departamental asumió las obras de prolongación hacia el sur, a Fusagasugá y hacia el Magdalena en Puerto Salgar. El tren de Cundinamarca, el cual retomó luego su nombre a tren de la Sabana, cooperó a la explosión demográfica de la capital, uniendo veredas y municipios a su paso. Hoy en día este tren solo funciona con finalidades turísticas, y poco se pretende con su operación.
Entre los muchos factores que debilitaron la posibilidad de instaurar de manera estable un sistema ferroviario en Colombia está, definitivamente, la atropellada geografía que se conjuga al interior del país, donde, además de nacer la bifurcación de la cordillera de los Andes presente en toda la zona sur del continente, cuenta con un sistema selvático difícil de penetrar.
Es así como el tren comienza a desaparecer de los archivos de la memoria, donde la literatura, el Banco de la República y algunos vallenatos de antaño, evocan los momentos por donde el tren pasó.
Tania del Pilar Sanabria Forero.