El Magazín Cultural

Pulso para salvar las librerías

El Ministerio de Cultura de Francia espera reducir las ventajas que ofrece la multinacional e intentar preservar su industria editorial. Algunos lo ven como patadas de ahogado.

Santiago La Rotta
27 de junio de 2013 - 10:11 p. m.
eff Bezos, el magnate fundador y director de Amazon. / AFP
eff Bezos, el magnate fundador y director de Amazon. / AFP
Foto: AFP - JOE KLAMAR

En un lado del ring está Amazon, una tienda virtual que hoy en día ha pisado mercados tan diversos como la venta de libros (ebooks e impresos), dispositivos electrónicos (que incluyen sus propias tabletas y lectores de ebooks), ropa, productos comestibles y contenido digital como series y películas. Además, se cree que la empresa estaría comenzando a producir sus primeros episodios piloto de una serie de programas originales.

En el otro, el gobierno francés, que en cabeza de su ministra de Cultura, Aurélie Filippetti, ha entablado una suerte de pulso contra la compañía para proteger la industria editorial de su país, en especial a los libreros. La pelea, descrita ampliamente bajo la figura de David contra Goliat, ha sido catalogada por algunos como épica y heroica. Otros la han llamado inútil.

El resultado de esta confrontación podría arrojar cierta luz acerca de cuál es el futuro en la era digital de toda una industria atada al papel. Esto, incluso, teniendo en cuenta las particularidades del caso francés, un país en donde los libros electrónicos tienen una adopción casi cuatro veces menor que en Estados Unidos, o que en buena parte de la última década vio un incremento de hasta 6,5% en la compra de libros en su formato tradicional.

El escenario está planteado de esta forma: el enorme tamaño de Amazon le permite ofrecer una amplia política de descuentos, tanto en el precio de los libros como en su envío, algo que a las librerías les resulta imposible de igualar; en muchos casos, el envío de los libros se hace sin costo para el cliente (la empresa gastó, sólo el año pasado, cerca de US$3.000 millones en este rubro). La compañía controla el 60% de la venta mundial de libros digitales y en algún momento (alrededor de 2010) llegó a hacerse con el 90% de este mercado.

La tesis del gobierno francés resulta obvia, aunque no por eso menos importante: permitir una competencia tan agresiva sólo favorece a la multinacional.

Es por esto que Francia, al igual que otros países europeos, no permite que los descuentos de las tiendas, incluso las virtuales, superen un cierto porcentaje del precio establecido por la editorial; en el caso francés este porcentaje es del 5% y la legislación que fijó ese monto existe desde comienzos de los años ochenta.

Pero esto no parece ser suficiente, incluso para un país que ofrece amplios subsidios a sus libreros (cosas como préstamos sin intereses, por ejemplo) y en donde hay una envidiable red de más de 2.500 librerías. El año pasado las editoriales francesas lograron que el Gobierno les permitiera fijar los precios de sus libros electrónicos, sin posibilidad de aplicar descuentos adicionales por parte de los vendedores.

La semana pasada, la ministra Filippetti aseguró que está buscando el momento preciso para introducir una legislación que obligaría a Amazon a ofrecer una de dos cosas: descuento en el precio de un libro o envío gratis, pero no las dos al tiempo. “Hoy todo el mundo está harto de Amazon, una compañía que, por sus prácticas, tira abajo los precios con el fin de penetrar en los mercados para después, una vez en una posición de cuasimonopolio, hacer que vuelvan a subir”.

Todo esto sucede al mismo tiempo que el gobierno de Estados Unidos intenta determinar en una corte si Apple orquestó una conspiración con cinco grandes empresas editoriales para subir el precio de los libros electrónicos. De ser hallada culpable, Apple se vería obligada a rediseñar la forma como fija el costo de los ebooks a través de su tienda virtual (iBookstore), una jugada que, paradójicamente, podría impulsar la posición dominante de Amazon en este mercado.

Los esfuerzos del gobierno francés son vistos por algunos como patadas de ahogado de una industria que, al menos en su faceta más física y tangible, podría verse drásticamente disminuida. Hoy en día, más del 13% de la compra de libros en Francia se realiza en línea. Un informe del Ministerio de Cultura de ese país, divulgado el año pasado, aseguró que “manejar una librería es un deporte de combate”.

Otros opinan que, aunque la reconversión de la industria parece inevitable, el pulso entre el gobierno francés y Amazon podría establecer bases más justas para el futuro del comercio del libro. Un futuro que parece apuntar a un dominio del libro electrónico, lo que a su vez no significa la entera desaparición de las ediciones en papel: el año pasado, el mercado de ebooks creció 30%; en los cuatro años anteriores había crecido el doble.

slarotta@elespectador.com

@troskiller

Por Santiago La Rotta

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