El Magazín Cultural

Tintoretta: el arte y la paternidad

El nuevo libro de Andrés Obando, publicado por Frailejón Editores, expone de manera implícita el interés del autor por el arte y se inscribe en esa larga tradición de la literatura que devela la figura del padre.

Andrés Osorio Guillott
23 de diciembre de 2020 - 10:18 p. m.
Andrés Obando, administrador de empresas, es el autor de Tintoretta (Frailejón Editores), libro inspirado en el pintor veneciano Tintoretto.
Andrés Obando, administrador de empresas, es el autor de Tintoretta (Frailejón Editores), libro inspirado en el pintor veneciano Tintoretto.
Foto: Archivo particular

Andrés Obando descubrió en su adolescencia que la literatura despertaba una pasión que podía llegar a superar el camino que eligió como profesional en administración de empresas del Babson College (Boston). Y a lo largo de estos años ha sabido peregrinar por ambos caminos. No se ha desligado de su oficio y tampoco de su obra. Su virtud fue entonces hallar un espacio para que ambas no chocaran, sino que configuraran un solo propósito en su vida.

Pareciera una especie de mandamiento pasar por la literatura argentina, es como si en los libros de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar se escondiera uno de los secretos para adentrarse para siempre en los terrenos de la escritura. Y ese mandamiento también lo cumple Obando, que siempre ha sacado espacio para la creación y la lectura. Su cotidianeidad desde hace años se debate entre los números y las letras, con los primeros le da sentido a su trabajo; con las segundas le da sentido a su existencia.

Tintoretta, libro publicado por Frailejón Editores, es el resultado de varios componentes de su vida y sus rutinas. Como el nombre lo sugiere, el texto tiene una parte de su origen en Tintoretto, el pintor veneciano que, entre otras obras, se hizo eterno en la historia del arte por cuadros como La última cena y El milagro de San Marcos. La historia del artista caló en la memoria de Obando y dejó un eco que se fue transformando en una novela corta que se inscribe en una larga tradición de la literatura en la que el padre juega un papel importante en el relato.

Desde la tragedia griega, pasando por el realismo francés de Balzac o el existencialismo de Kafka; o desde el llamado Boom Latinoamericano con Mario Vargas Llosa, o inclusive desde El olvido que seremos, la obra insigne de Héctor Abad Faciolince, el padre ha sido una figura que no termina de desglosarse en el vasto y extenso universo de la literatura.

Una novela corta en la que el padre es omnipresente sin la necesidad de intervenir directamente en el relato. Tintoretta, su narradora y personaje central, se encarga de contar desde su curiosidad por el mundo la historia de una familia que no se acomoda a los moldes, que no es disfuncional, pero tampoco habitual. Ella va entendiendo el significado y los pormenores del arte desde la soledad de su progenitor. Un “Buenas tardes, Tintoretta” que simboliza un amor tenue en gestos, pero enorme en tanto que solamente su entrega por su obra se ve interrumpida por el saludo a su hija.

“Creo que a lo que más le teme un niño es a darse cuenta que su padre no es el superhéroe que siempre ha admirado”, dice Tintoretta, que es la voz de muchos y de muchas que ven en esa figura un horizonte y un ejemplo a seguir. Y en medio de los temores que despiertan tantos silencios, va desdibujando ese pequeño infierno de la duda para convertirlo en el paraíso de la pintura que hace su padre y de la poesía que se va apoderando de su diario y de su forma de ver la vida.

“En el paraíso no hay tormentas... en el paraíso solo hay música, y arte”, concluye Tintoretta. Una frase que busca la fuerza y la magia, que refleja esa misma mano del artista que no tiene límites y que también subraya la narradora del libro. Una frase que como todas busca trascender dentro del carácter efímero del lenguaje, y que parece ser también un pensamiento derivado del mismo autor, pues en uno de los artículos publicados en su página web afirma que: “El arte es lo que nos permite visualizar el mundo como algo más que solo la búsqueda de la verdad. Sin el arte no tendríamos nada más que la reproducción y la supervivencia de nuestra especie. El arte es lo que alimenta nuestros sueños, lo que nos inspira y nos permite seguir luchando. Mientras tanto, la verdad siempre existirá, y aunque ninguno de nosotros la conozca, es fija y no podemos hacer nada para cambiarla. El arte en cambio es nuestro, es el gran tesoro de la humanidad, un tesoro que nos preocupamos por cuidar, por mantener, por alimentar, y por enriquecer”.

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