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Un poderoso mantra para transformar la mente

El periodista Luis Cañón regresa como autor. Su propuesta es un examen a fondo sobre la oración ecuménica por excelencia: el Padrenuestro. Una obra para reflexionar en estos tiempos de dificultades por la amenaza de la pandemia.

17 de abril de 2021 - 02:38 p. m.
El libro "Padrenuestro: un viaje a la paz interior" (2021) está disponible por Amazon.
El libro "Padrenuestro: un viaje a la paz interior" (2021) está disponible por Amazon.
Foto: Archivo Particular

“La pandemia desnuda, una vez más, la fragilidad de la condición humana. De sus valores y códigos, de sus sistemas económicos, políticos y sociales. Países ricos y pobres, sociedades digitales y pueblos tribales, todos padecen la misma amenaza”. Las reflexiones son del periodista Luis Cañón, quien después de un largo tiempo sin publicar y alejado del frenesí de los medios de comunicación donde desarrolló una exitosa carrera, rompió su silencio con una obra que refleja su nueva visión de la realidad circundante desde la perspectiva de la expansión de la conciencia.

Padrenuestro: un viaje a la paz interior es el título de su libro, a través del cual, basado en la oración de Jesús, desagrega cada una de las frases de este mantra universal para cavilar sobre su alcance y enseñanzas.  Esta oración “es una llave que nos abre las puertas al estadio de la paz interior”, recalca el autor, quien agrega que a pesar de que no toma más de un minuto enunciarla en voz alta o seguirla desde el silencio, su contenido provee caminos de transformación y nos acerca a experimentar una nueva vida en el amor.

Bogotano, egresado de la universidad de La Sabana, Luis Cañón inició su trayectoria periodística en el periódico El Impulso de Barquisimeto (Venezuela), pero hacia 1985 retornó a Colombia y se vinculó con el diario El Tiempo, donde desplegó sus habilidades como reportero judicial. Con ese distintivo, por más de una década ejerció la corresponsalía en Medellín en momentos en que comenzaba la arremetida del narcoterrorismo, integró la Unidad Investigativa del diario capitalino y ejerció como editor de la sección judicial.

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De esos días de intensa actividad le quedaron las fuentes y contextos para la realización de sus primeros libros. Los barones de la cocaína, publicado en 1990, y El patrón, vida y muerte de Pablo Escobar, primera biografía que se hizo pública sobre el capo del narcotráfico, divulgada en 1994. En ese último momento, ya oficiaba como editor general del diario El País, de Cali, donde permaneció hasta 1998, con experiencias para sus dos nuevas obras: Peregrinos del Sida en 1996 y La crisis, cuatro años a bordo del gobierno Samper en 1998.

Ese mismo año 1998, pasó a ser editor general del diario El Espectador, cargo que ejerció durante dos años con importantes aportes profesionales. De manera simultánea escribió su columna de opinión Exorcismo, que había iniciado en El País, y que le permitió ser galardonado por el CPB y finalista del premio Simón Bolívar. Cuando dejó esta casa periodística volvió a Venezuela, esta vez para asesorar al periódico Panorama; y durante un tiempo se mantuvo en esta actividad con otras publicaciones en Colombia.

Sin embargo, en medio de sus aciertos periodísticos, Luis Cañón ya transitaba por los senderos del despertar espiritual, y poco a poco se fue convenciendo de que el giro de su vida tenía una explicación. Después de indagar las antiguas enseñanzas toltecas o de incursionar en el conocimiento y la práctica de la meditación y el budismo, supo del Curso de Milagros, una experiencia de transformación interior surgida a mediados de los años 70 en Nueva York, que no solo lo terminó de convencer, sino que asumió como parte de sus nuevos deberes.

En la actualidad, ejerce como entrenador del Curso de Milagros que se realiza en diversas ciudades del país, y sostiene que esas enseñanzas de la psicóloga Helen Schucman, “dictadas por una amorosa voz que nacía en su interior”, representan una “experiencia ascendente de unión a otra dimensión, donde reinan la paz y la mansedumbre”. Hoy, el Curso de Milagros, con sus textos básicos, libro de ejercicios y manual para los maestros, está traducido a 27 idiomas y Cañón lo define como “un reencuentro con el ser interior”.

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Su práctica personal deriva ahora en su trabajo escrito Padrenuestro, un viaje a la paz interior, que en 257 páginas y una vasta bibliografía de apoyo, reflexiona sobre cada una de las frases de lo que él llama “un ancla para encontrar la armonía interna y un camino para pisar los umbrales del cielo acá en la tierra”. El padrenuestro que invoca, antes que nada, el poder de la gratitud universal, y que explica el significado de esa poderosa oración “capaz de transformar la mente”.  En estos tiempos de Covid, una oportunidad de volver a escuchar verdades ancestrales.

Frases inspiradoras que Luis Cañón aborda desde la decisión de dejar atrás el miedo, la ira, la ansiedad o la depresión, y que encarna con sencillos ejemplos sobre su valor espiritual en momentos definitivos. Como las horas finales del escritor argentino y autor de palabras mayores, Jorge Luis Borges, quien antes de partir del mundo terrenal, susurró la plegaria de Jesús o el Padrenuestro, primero en inglés anglosajón, después en inglés contemporáneo y luego en español, como lo detalló su amigo Adolfo Bioy Casares en su diario de memorias de 1663 páginas.

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Para cada frase, aporta un ejemplo de vida o una evaluación del presente. La disciplina de Gabriel García Márquez para vivir a plenitud su creatividad literaria. Los peligros de la adicción a las redes sociales que asume desde una evidencia suficiente: el visionario Steve Jobs regulaba el acceso de sus hijos adolescentes a los dispositivos digitales. Las enseñanzas del perdón desde dos duros capítulos de nuestra realidad nacional: el cautiverio de Ingrid Betancur y la cátedra humanística de los sobrevivientes de la masacre de Bojayá en 2002.

En síntesis, está de regreso uno de los periodistas que dio de qué hablar como reportero hace un par de décadas, pero con una explicación para su giro de 180 grados: “Todo lo que he hecho en mi travesía espiritual, no ha sido por virtud, sino por una profunda necesidad interior, al no hallar respuestas a la existencia en el mundo formal.  Una visión que afianza su certeza de que “la divinidad no es una forma atrapada ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en la materia. Es la presencia que unifica y gravita sobre el llamado campo cuántico del que habla la ciencia”.

Por Jorge Cardona

Editor general de El Espectador desde 2005. Previamente fue jefe de redacción, editor de la Unidad de Paz, así como editor y redactor judicial. En 2006 recibió la distinción a un Editor, concedida por la Fundación Gabo, y en 2020 premio a Vida y Obra del Premio Simón Bolívar. Catedrático universitario desde hace 30 años.jecardona@elespectador.com

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Ramiro Guzmán Arteaga(8505)17 de abril de 2021 - 03:44 p. m.
"Una visión que afianza su certeza de que “la divinidad no es una forma atrapada ni en el tiempo, ni en el espacio, ni en la materia. Es la presencia que unifica y gravita sobre el llamado campo cuántico". Respetable, pero el problema es que las energías ni el llamado "campo cuántico" piensan ni reflexionan ni diseñan el universo. Es el querer justificar una deidad universal a través de la energía
  • F(25724)17 de abril de 2021 - 05:51 p. m.
    Y, ¿usted cómo sabe que no piensa, ni reflexiona ni diseña?
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