Con Roberto Arlt, Juan Carlos Onetti comprendió, como lo comprendieron luego Julio Cortázar, y Ricardo Piglia, y Beatriz Sarlo, y tantos otros, que una historia, la creación de un personaje, la profundidad de un ser humano, eran mucho más importantes, valiosos y únicos, que cumplir a rajatabla con las reglas de la gramática impuestas por unos señores.
Foto: Ilustración: Nátaly Londoño Laura
Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.faraujo@elespectador.com
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