El Magazín Cultural

"Roma": Entre la prohibición y la utopía

La última producción del cineasta Alfonso Cuarón realza en tonalidades blancas y grises la vida de Cleo, una empleada doméstica de origen indígena que es el vivo homenaje de Libo, la nana que cuidó al director en sus años de infancia.

Daniela Vargas y Andrés Osorio Guillott
25 de febrero de 2019 - 02:07 a. m.
Roma recibió 10 nominaciones a los Premios Óscar 2019. / Cortesía
Roma recibió 10 nominaciones a los Premios Óscar 2019. / Cortesía
Foto: Photo by Carlos Somonte

Mediante una observación casi ausente de una familia de clase media, Cuarón reconstruye a partir de sus memorias el México de la década de los 70 que, en la propia y sencilla cotidianidad de sus escenas, alcanza un nivel político aunque no lo mencione directamente.

El filme toma el nombre de Roma, una colonia fundada en 1903 y testigo del crecimiento de la capital mexicana a finales del siglo XIX y comienzos del XX.  Roma fue el hogar de músicos, actores, pintores, fotógrafos, periodistas, políticos y escritores como José Ramón López Velarde, Fernando del Paso Morentes y José Emilio Pacheco Berny.

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Las amplias calles atestadas de gente, ambientadas con los gritos de vendedores y al mismo tiempo los cantos de una tropa, la ropa tendida y las ventanas rotas, dan voz a las memorias de una familia, intervenida por situaciones personales y sociales, bajo el gobierno de Luis Echeverría, hombre que revivió los días lúgubres de la masacre de Tlatelolco en 1968 (de la que es acusado) y la del 10 de junio de 1971, perpetrada por “Los halcones”, un grupo paramilitar del que se desconoce su origen, aun cuando algunos datos apuntan a que los miembros de este grupo armado, que pertenecieron al ejército y al Departamento de Distrito Federal, participaron en la masacre del 68. Sobre “El Halconazo” o “La masacre de Corpus Christi” se sabe que al menos 120 estudiantes murieron mientras marchaban defendiendo su derecho a la educación con arengas y mensajes que respaldan los pizarrones, los debates y las palabras orientadoras de sus maestros. Varas de bambú, rifles y una técnica especializada en artes marciales fueron las herramientas con las que “Los halcones” atacaron a los estudiantes y propagaron el terror sobre los que se atrevieron a pensar y protestar. Según las investigaciones, el grupo paramilitar fue creado y comandado por el coronel Manuel Díaz Escobar.

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‘Roma’ se sitúa en un momento histórico en el que Latinoamérica se ubicaba en el centro de la guerra fría. Las dictaduras estaban en auge en el continente y los movimientos guerrilleros daban pelea a la derecha. Pocos años atrás del tiempo en el que nos pone la cinta, los franceses dieron una batalla en las calles que influenciaría a los movimientos sociales a partir de mayo de 1968.

En los años 70, México sufrió una disputa entre el autoritarismo y la democracia. El Partido Revolucionario Institucional dominó el gobierno, y alrededor de 30 grupos guerrilleros, que inicialmente actuaron en movimientos sociales pacíficos y legítimos reprimidos, hicieron presencia. “Guerra sucia”, época en la que el gobierno de Echeverría autorizó una serie de prácticas, como torturas, desapariciones, detenciones masivas y persecuciones que rebasaron la ilegalidad. Así, uno de los casos más recordados por el Estado y los ciudadanos mexicanos fue el sabotaje y censura al periódico Excélsior, el segundo más antiguo de Ciudad de México.

No sólo existió una censura a los medios de comunicación en la década de 1970. A principios de la misma, luego del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, en 1971, el gobierno mexicano emprendió una persecución contra las bandas de rock mexicanas que habían ligado la identidad del género musical con un activismo social y político que contestaba a los malos manejos estatales y criticaba con vehemencia las decisiones arbitrarias del gobierno. Así, en aquella jornada de 1971, se dio inicio a “Una larga noche”, época que duraría 10 años sin eventos al aire libre y sin canciones asociadas al rock en los medios de comunicación. Bandas como The Beatles, Led Zeppelin, The Who y The Rolling Stones tuvieron poco espacio en las cadenas radiales de México debido a la censura exacerbada por parte del Gobierno.  

Pero, por otra parte, en México no solamente empezaban a surgir ciertos visos de progreso con la construcción del metro y de edificios emblemáticos como la Torre Pemex -una de las más altas de América Latina-. También se consolidaban otros ámbitos de la cultura como la literatura y la televisión.

En cuanto a la literatura, las letras mágicas de Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Sergio Pitol se consolidaban en occidente. La influencia de estos, en especial de los dos primeros, en las narrativas de escritores como Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, ampliaron la voz y los relatos de México como una potencia cultural que, además de ser un referente por resguardar la historia de la civilización maya, lograba posicionarse como un destino narrado por una literatura anclada en una realidad compuesta de personajes místicos y acontecimientos inverosímiles.

Y así, entre un país que era narrado por escritores que trascendían su propio tiempo y que era callado por quienes hacían del arte un canal de protesta, surgían y se juntaban algunos herederos del cine de oro mexicano de los 40, 50 y 60, que instauró una identidad artística en el país. Con la aparición de El Chavo del ocho, el 20 de junio de 1971, México, de la mano y la genialidad de Roberto Gómez Bolaños, cambió la manera de hacer comedia en América Latina y creó uno de los contenidos culturales más recordados por los latinoamericanos, evocando a Cantinflas. La participación de Ramón Valdés, quien hizo parte de esa generación de oro del cine en México, le dio a las producciones de “Chespirito” un aire crítico de la sociedad mexicana en cuanto a la pobreza y los estereotipos de narrativas de superhéroes y de medios de comunicación.

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La cotidianidad plasmada en Roma se convierte en un antónimo del modelo social de familia de México. Los referentes históricos que se asoman en la trama dicen mucho de la convulsión en la que estaba sumida la sociedad en aquel entonces, pues el valor del relato se halla, precisamente, en los detalles que reflejan el progreso, las crisis políticas, los vacíos culturales y los retos sociales de una comunidad que se redefinía en sus luchas, en sus desencuentros y en sus capacidades para resolver las adversidades y las falencias de gobierno que estaba echando por la borda la historia y el porvenir de una nación rica en tradiciones.

Por Daniela Vargas y Andrés Osorio Guillott

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