El Magazín Cultural

Ruven Afanador retrató las miradas indígenas femeninas de Colombia

El trabajo del fotógrafo colombiano y la artista Ana González estará expuesto hasta el 16 de septiembre en le Museo Santa Clara de Bogotá.

Agencia Anadolu
10 de agosto de 2018 - 03:08 p. m.
La exposición artística 'Las hijas del agua' es una obra creada con fotografías de Ruven Afanador (2 izq) e intervenidas por la artista Ana Gonzáles (centro) para crear un trabajo único y original que muestra la cultura de tribus colombianas aún existentes.  / Agencia Anadolu
La exposición artística 'Las hijas del agua' es una obra creada con fotografías de Ruven Afanador (2 izq) e intervenidas por la artista Ana Gonzáles (centro) para crear un trabajo único y original que muestra la cultura de tribus colombianas aún existentes. / Agencia Anadolu

El lente del fotógrafo colombiano Ruven Afanador, quien ha retratado a personalidades como Barack Obama, Oprah Winfrey, Hillary Clinton y Al Pacino, recorrió por un año el suelo colombiano desde el Caimán Alto en el Urabá antioqueño, hasta el Cabo de la Vela en la Guajira, pasando por Silvia (Cauca) y la Sierra Nevada de Santa Marta (Magdalena), para capturar las miradas indígenas femeninas del país.

El resultado de este proyecto -que abarcó a las comunidades indígenas arhuaco, misak, guna dule y wayúu- es una exposición llamada "Hijas del agua", la cual contiene 33 fotografías tomadas por Afanador e intervenidas (modificadas) con diferentes técnicas por la artista plástica Ana González.

La Agencia Anadolu habló con Afanador y González sobre la importancia de visibilizar a las culturas aisladas por la colonia y el conflicto, la relación de dichas comunidades con la naturaleza y la necesidad de conocer nuestros orígenes para pasar la página de la guerra en Colombia. 

¿De qué se trata la exposición?

Ana González: Se trata del acercamiento que tienen dos artistas, en este caso Ruven y yo, a las comunidades indígenas colombianas. Fue un recorrido en el que visitamos a cuatro grupos indígenas del país. De estos, expusimos en el Museo Santa Clara (Bogotá) las imágenes que Ruven atrapó de niños, mujeres y ancianos; pero, en especial, de mujeres.

Las fotos fueron intervenidas en mi taller a través de diferentes técnicas y reflejan la visión que tenemos los dos de las comunidades wayúu, arhuaco, guna dule y misak. 

¿Qué lo llevó a fotografiar los rostros de estas comunidades?

Ruven Afanador: El deseo de conocer a la Colombia ancestral. Cuando llegué a estas aldeas el instinto de atracción que tuve con sus rostros me llamó la atención. Hubo otras cosas también, pero la belleza de sus caras permitió que me encontrara con ellas y sus orígenes.

¿Por qué el agua es elemento en común que une a estas cuatro comunidades indígenas? 

AG: Después de leer sus cuentos entendimos que en las narraciones de las comunidades todas se consideran hijas del agua. Esto tiene un trasfondo histórico. En la época de la colonia (1550-1810) buena parte de estos grupos indígenas fueron relegados a vivir en las cimas de las montañas, lugar donde nace el agua. Por ello existe una relación tan estrecha de ellos con el liquido vital. 

Estas comunidades adoran el origen de la vida representado en el agua y a su vez, nos dan un mensaje de respeto con nuestros recursos naturales que están siendo explotados e invadidos por compañías que acaban con el medio ambiente y que ahora rodean a estas personas. 

Usted vive en Estados Unidos desde de los años setenta. ¿Cómo encontró a los pueblos indígenas tras firmarse el acuerdo de paz entre las Farc y el anterior gobierno de Juan Manuel Santos?

RA: La verdad no conocía la Colombia rural, ni antes, ni después de firmado el pacto de La Habana. Pero a pesar de eso siempre había soñado con viajar a este tipo de lugares tan legendarios y escondidos. Debo reconocer que para que yo haya podido realizar este trabajo y tener esta experiencia fue necesario que el país entrara en una época de posconflicto. 

Al Pacino, Hillary Clinton, García Márquez han posado para su lente. ¿Cuál es la diferencia entre retratar a esos personajes y a individuos anónimos como los indígenas en Colombia?

RA: Yo en realidad, desde el punto de vista del proceso fotográfico, no siento ninguna diferencia entre fotografiar a un famoso o a un indígena. Existen los mismos retos en trabajar con alguien que es fotografiado con mucha frecuencia o con una persona desconocida. 

Los nervios que siento son los mismos, independiente de si es Obama o un ser humano que no tiene mucho contacto con el mundo del que yo vengo. Eso es muy especial.

¿Qué la llevó a resaltar el rol femenino en las comunidades indígenas misak, guna dule, arahuaco y wayúu? 

AG: Es algo que se fue generando a medida que el trabajo de investigación avanzaba. Sentimos que en cierta medida hay un sobrepeso de la energía en el mundo indígena que se abalanza hacia lo masculino; es decir, se rescata el papel del hombre en la guerra, el uso de la razón en la conquista y en la colonia. Por otro lado, el rol femenino de la creatividad y de lo intuitivo quedó muy opacado por esto que te digo.

Este proyecto quiere indagar y dignificar el otro lado. Las mujeres son el eje y a su alrededor todo es más funcional. Además de ser madres o abuelas que crían a los niños ellas trabajan y son figuras muy poderosas en sus sociedades. Era interesante ver cómo el lado femenino tiene mucho que hacer para equilibrar esas fuerzas. 

El Consejo Noruego para los Refugiados indicó que desde que se rubricó el acuerdo de paz más de 150.000 personas han sido desplazadas en Colombia. Usted trabajó con estas comunidades por muchos años, ¿qué opina de eso? 

AG: Es difícil decir algo al respecto porque hay muchas cifras. Pueden señalar que existen más desplazados en los últimos tiempos. Pero desde mi punto de vista, y hablando de cerca por 15 años con comunidades que vivieron la migración forzada y que están radicadas en Bogotá, es realista afirmar que la situación sí ha mejorado y muchas personas regresaron a sus territorios. 

Desde mi perspectiva comprobé que comunidades desplazadas están retornando a sus territorios para retomar sus saberes ancestrales. De nuevo, se tiene que mirar muy de cerca cuál es, comparativamente, la problemática de ahora con la de antes. 

Regresemos a la exposición. ¿Cuáles fueron las técnicas que utilizó para intervenir las fotografías?

AG: Fueron varias las técnicas dependiendo un poco del soporte de la imagen. Había unas que eran de papel de arroz (base para trabajar en tinta china), telas, velos y cedas. De acuerdo a eso yo las intervenía en bordados, con diferentes tipos de puntadas según el gráfico que se generara y también utilicé hasta porcelana. 

¿Hijas del agua pretende que los colombianos exploren sus raíces y entiendan que la polarización histórica del país solo hace daño?

AG: La idea es con esta exposición se abra una nueva mirada del campo y sus comunidades con el fin de que comprendamos que Colombia debe pasar la página de la guerra. 

Para eso tenemos que indagar en nuestros orígenes y preguntarnos quiénes somos y qué tienen por enseñarnos las culturas ancestrales que han estado relegadas desde la colonia. 

Este es un mensaje entre dos artistas que habla de la importancia de alejarse de tantos egos. Entre más se trabaje en equipo el país podrá encontrar mejores maneras de vivir ajenos a la guerra. 

Finalmente, me voy a alejar del contexto de esta exposición. ¿Para Ruven qué significó fotografiar a Barack Obama?

RA: Fue un algo muy especial porque es un momento en el que observas en perspectiva toda tu vida y los pasos que tuviste que dar para llegar allí. 

¿Fotografiaría a Donald Trump?

RA: No, jamás. 


Por Agencia Anadolu

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