El Magazín Cultural

San Valentín en el cine

A propósito del amor, el romance y las relaciones complejas en el cine.

Juan Pedro Ocampo
25 de febrero de 2020 - 02:27 p. m.
La actriz Maribel Verdú y el actor Germán Alcarazu, protegonistas de la película española "El doble más quince", durante su presentación en Madrid. / Ballesteros / EFE
La actriz Maribel Verdú y el actor Germán Alcarazu, protegonistas de la película española "El doble más quince", durante su presentación en Madrid. / Ballesteros / EFE

¿Es la ficción un espejo a través del cual nos retratamos o una ventana por la que, abriéndola nada más una fracción, nos atrevemos a espiar aquello que anhelamos como propio? ¿O existe todo esto en un espectro, el cine negociando la línea entre estas dos? Es una discusión que se hace clara al hablar de cine Romántico. Del Rom-Com, de los dramas amorosos. De la pantalla grande, a las telenovelas que se infiltran estridentes en los hogares mas recónditos del país.

Desde El Beso (Edison, 1896), un corto a blanco y negro de unos veintiséis segundos, que es el primer ejemplo de tal afecto en la pantalla, parece siempre haber existido una fascinación por capturar el sentimiento en un medio físico, sin siquiera considerar la pintura o la literatura como antecedentes. Y sin embargo se ha intentado esto de tantas formas distintas.

Repasando la edad dorada de Hollywood, los americanos parecen haberse inclinado hacia un modelo de finales felices, en que las mujeres son hermosas, los hombres firmes y el amor es largo y perfecto. El optar por la ventana. Basta pensar en el perfil de los protagonistas que ocuparon la pantalla por décadas, personificando los roles enteramente --Ingrid Bergman y Audrey Hepburn, o Jimmy Stewart y Cary Grant--.

Y sin embargo, mientras Hollywood juega el rol de fantasía en el viejo continente reina el desamor. El cine como reflejo. Antonioni prefiere estudiar el deshacer de relaciones (La Notte, L’Avventura, L’Eclisse). Bergman produce una serie de seis partes sobre la separación de una pareja (Escenas de un Matrimonio, 1973). Solo en los últimos años aparece esto en el cine americano. Blue Valentine (Cianfrance, 2010) o Historia de un Matrimonio (Baumbach, 2019), inspirada en el clásico de Bergman, son estudios similares de relaciones en crisis. Las narrativas rosa del pasado trasladándose a la comedia.

Curiosamente uno de los subgéneros en que reina el amor (y en un entendimiento complejo y profundo de este) es en el cine LGBT. Quizás por tratarse de relaciones que siempre se han encontrado con múltiples taras sociales es imposible simplificarlas a fantasía vana (Carol, Moonlight, o Llámame por tu Nombre como ejemplos).

Por décadas Hollywood ha marcado la barra. Los romances deben ser idóneos, los problemas mínimos, y sin embargo esto resulta en un entendimiento superficial de las personas. Desconoce el desorden que inevitablemente viene con querer a otro. Se llega a un punto medio en que la ficción no es espejo o ventana, sino vidrio translucido, que revela y refleja por igual.

Indudablemente siempre habrá espacio para las narrativas felices del Hollywood dorado pero se seguirá buscando y haciendo cine romántico, no porque el amor sea perfecto, sino porque a través del ruido y del desconcierto que trae el entregarse a otra persona, el sentimiento aún perdura. Que celebre San Valentin no el amorío pleno americano, sino, como bien lo entiende el cine-arte europeo, la persistencia.

Por Juan Pedro Ocampo

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