Dos años antes de que el libro "La sed" viera la luz bajo el sello Seix Barral, Enrique Patiño descubrió, revisando sus álbumes de fotos, que tenía una obsesión por el agua y que su influencia había permeado tanto las imágenes como los textos que había escrito hasta ese momento.
Estaba sorprendido. Tenía en ese momento 38 años y era la primera vez que veía cómo el mar de su infancia –nació y vivió su infancia y adolescencia en Santa Marta– se le había convertido en una presencia a lo largo de su vida capaz de incluso moldear su personalidad. Lo que más lo sorprendió en ese instante fue comprobar que el proyecto literario en el que estaba trabajando, "La sed", una novela sin concesiones y una de las piezas más precisas e intensas de la literatura reciente en Colombia, narraba lo que ocurriría en un mundo en el que se acaba el agua. O sea que volvía, años después, a sus orígenes: a preocuparse por lo mismo de toda la vida.
Hasta ahí, todo suena a coincidencia. Pero lo que realmente da una vuelta de tuerca a la historia es que Enrique Patiño llevaba muchos años lejos del agua, más de 18 años radicado en Bogotá y, en el entretiempo, se había movido por el mundo en lugares fríos como Bélgica, Estados Unidos y Alemania o en áreas áridas como Madrid, la capital española.
Una foto y una noticia vista en un diario sobre las migraciones masivas que emprendían las tribus ancestrales de Sudán cuando se acabó el agua por completo en su región ubicada en el cuerno de África –el primer lugar en el que el ser humano caminó sobre el planeta– volvieron sus ojos hacia esta historia y a partir de ella, investigó sobre el origen de la sed y la manera en que el ser humano reacciona a la pérdida de líquido y a la ausencia de agua. En tres días, por mucho, toda persona fallece si no calma su sed.
Entonces nacieron los personajes, surgió de la nada el escenario, se concretó el mundo y Patiño tomó distancia del periodismo diario para darle vía libre a la historia que lo obsesionaba. Y paralelamente, comenzó a trabajar un proyecto gráfico llamado "El agua y la sed", que se puede ver en su página www.enriquepatino.com, que plantea imágenes estéticas acerca de la relación del agua con el ser humano. (Aquí puede ver algunas fotos).
Cuando se dedicó por fin a escribir literatura, tenía el alma inundada de palabras y sentía una sequía dolorosa por dentro: “Esa sed que sienten los protagonistas en el futuro inmediato en el que se acaba el agua era, a la vez, mi sed de escribir. Esa angustia de que ellos no encontraran qué beber era mi misma carrera contra el tiempo por producir algo que fuera más allá del periodismo que hago a diario. Ese ahogo de sed era mi intento por reencontrarme con la esencia de lo que soy”.
Durante un año, siguiendo un riguroso esquema de trabajo, trasnochó hasta las 2 o 3 de la mañana para escribir su novela, robándole horas a su trabajo y a su sueño. Las ojeras se le acumularon y las correcciones le robaron horas y energía. Pero "La sed" se transfiguró en realidad y es hoy una pieza contundente y demoledora sobre un futuro posible que es necesario evitar.
Yolanda Ruiz, directora de noticias de RCN Radio dijo, en el día de su lanzamiento, estar “ante un autor de talla mayor. Cuando leemos a un escritor como él, estamos en problemas, porque queremos más y esperamos que llegue pronto”.