El Magazín Cultural

Sobre la trascendencia del fútbol femenino

Muchas han sido las reacciones sobre las declaraciones del presidente del Deportes Tolima, Gabriel Camargo. Se manifestaron con aplausos e insultos, con halagos y denuncias.

Manuela Cano Pulido
20 de diciembre de 2018 - 10:28 p. m.
Liana Salazar, de Santa Fe, un ejemplo de lo que puede conseguir el fútbol femenino en Colombia.  / Archivo
Liana Salazar, de Santa Fe, un ejemplo de lo que puede conseguir el fútbol femenino en Colombia. / Archivo

En mi caso, dichas declaraciones me parecieron extremadamente injustas. Durante toda mi vida, el fútbol ha estado siempre presente. Desde muy pequeña jugaba con niños. Veía que había muchas mujeres que podían llegar a tener un nivel tan increíblemente bueno, tan igual como cualquiera de los niños con los que jugábamos. 

Luego entré a un club femenino, donde todos los días íbamos a entrenar muy fuerte. Nos ponían y nos poníamos siempre a prueba. Había una consigna en cada entrenamiento: ser cada día mejores.  Había unas mujeres admirables que tenían que hacer trayectos de extensas horas para llegar a entrenar en cualquier medio que estuviera a su alcance, ¡y lo hacían!, siempre, sin falta. Otras estaban allí sin la aprobación de sus padres, y algunas se habían mudado de lugares lejanos de Colombia, hacia la capital, con el único deseo de poder "ser alguien en el fútbol".

Hoy muchas de ellas, gracias al fútbol (muy bien jugado, por cierto),están pudiendo cumplir sus sueños y sus metas en grandes universidades por fuera del país; muchas otras, han hecho parte de esa Liga Femenina, que se ha intentado construir desde la lucha de muchas mujeres convencidas de aquello que están haciendo. Ellas, no han parado de retarse a ellas mismas, para que ese proyecto logre, por fin, consolidarse. 

Definitivamente no solo se trata de alcohol y lesbianismo (además esto se toma como un insulto, cuando no lo es). Se trata más bien, de sacrificio, de lucha cuando las condiciones parecieran estar en contra; se trata de amor por el fútbol, de romper estereotipos, de acabar con barreras, de mejorar cada día la calidad del deporte, la condición física; de entregarse por completo, de cuidarse y de progresar a cada instante. 

El fútbol femenino tiene aún mucho por dar, por mejorar y por caminar. La cuestión es poder soñar en grande, y sobre todo, de hacer en grande. De pensarnos, ¿por qué no?, capaces de llenar estadios, de que las mujeres mismas vayamos a disfrutar de nuestro propio espectáculo. Es momento de crear obras propias, de idearnos nuevas formas de juego, es hora, de que intentemos cambiar perspectivas como las de Gabriel Camargo, y de demostrar que las mujeres también somos capaces de tocar un balón, de emocionar y de dar un espectáculo. Sin duda no es cuestión de quedarnos inertes y tan solo quejarnos, tampoco se trata de ser reactivas y de hablar con odio o desprecio; sino de seguir jugando, entrenando, mejorando, de seguir demostrando que también podemos hacer magia con los pies. Se trata de seguir luchando por este deporte tan lindo, que trasciende y que es quizás, un gran medio de transformación y liberación.

Por Manuela Cano Pulido

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