El Magazín Cultural

Sobre "O que arde"

Presentamos la sexta entrega de los textos del taller de crítica cinematográfica de la quinta versión del Bogotá International Film Festival (BIFF). En esta ocasión, un análisis a la película dirigida por Oliver Laxe.

Edgar Camilo Díaz
17 de octubre de 2019 - 08:46 p. m.
Póster de la película dirigida por Oliver Laxe y que fue presentada el 4 de septiembre de 2019 en Francia. / Cortesía
Póster de la película dirigida por Oliver Laxe y que fue presentada el 4 de septiembre de 2019 en Francia. / Cortesía

Lo que arde irrumpe poéticamente en el espectador al comenzar con la belleza de la destrucción: un bosque gallego es arrasado por un buldócer en medio de la noche. Escuchamos los troncos quebrarse astilla por astilla, las ramas chocando entre ellas, las hojas cayendo como lluvia, árbol tras árbol es tumbado bajo una luz reveladora, etérea, que parece moverse con el viento. La belleza no debería ser conjugada bajo esta destrucción, pero lo que es percibido como tal está lejos de serlo, estamos en presencia de un acto renovador, el bosque  de eucaliptos que está siendo destruido también es conocido como desierto verde,  es una especie invasora que no permite que nada debajo de sus hojas viva, por consiguiente la destrucción es ahora una fuerza creadora, incluso necesaria para que la vida vuelva a emerger en las montañas de Galicia.

Si le interesa seguir leyendo las críticas sobre las películas que estuvieron en el Bogotá International Film Festival, le recomendamos: Sobre "Esto no es Berlín"

Ganadora del premio de jurado en la sección “un certain regard “ del festival de Cannes 2019,  Lo que Arde es el tercer largometraje del director gallego Oliver Laxe,  cuya presencia es ya constante en el festival, habiendo participado y ganado con anterioridad en diferentes secciones del festival con Todos vos sodes capitans (2010)  su opera prima y Mimosas (2016). La aclamación de la crítica no es gratuita, estamos ante una obra de una estética preciosista a la hora de retratar sus paisajes y la cotidianidad de su protagonista, Amador, un pirómano que regresa a casa de su madre después de cumplir su condena en la cárcel, intentando recuperar  una vida que apenas vislumbra, pero que sigue allí,  junto con su madre, como toda madre, ayudará a su transición para que vuelva a ser aceptado y su pasado olvidado, pasado que los del pueblo no olvidan. Amador incendió años atrás la montaña entera y ahora junto con él, las llamas regresan a arrasar la montaña nuevamente.

El incendio que protagoniza el final va más allá de lo imponente, el fuego cobra un valor catártico, destruyendo sin conciencia vidas y hogares, estas fuerzas de la naturaleza, al igual que los impulsos humanos, ya vengan del alma o de la carne no se contienen, en algún momento por más control que se ejerza sobre ellos se liberarán con la devastación necesaria para dar paso al renacimiento tanto del bosque como del ser humano. Dejando malheridas, como aquel caballo ciego sobreviviente del fuego o la dulce madre de Amador, a aquellas criaturas que simplemente siguen su camino por una naturaleza agreste, incontenible.

Por Edgar Camilo Díaz

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