El Magazín Cultural

'Suacha': la ciudad del sol varón

El municipio de Soacha es el paso obligado de los viajeros que salen de Bogotá por la Autopista Sur. Detrás de esos andenes polvorientos y grises que están ubicados sobre esta importante vía, emerge un batallón de jóvenes dispuesto a utilizar la música,  la literatura y el baile como una forma de expresar su amor y pertenencia por esta, la tierra de los muiscas. 

Angélica Villalba
10 de septiembre de 2018 - 08:38 p. m.
El arte rupreste en las tierras de Soacha, una manera de descubrir el pasado.  / Cortesía
El arte rupreste en las tierras de Soacha, una manera de descubrir el pasado. / Cortesía

 

“Para amar a alguien o a algo, primero debemos conocerlo muy bien”. Karen Sereno

Y ella lo ha hecho. Karen Sereno, una joven que llegó a Soacha por los azares del destino o más bien de la economía, ha caminado los senderos del municipio para conocer ese dios varón muisca que no solo la acogió sino que le dio la oportunidad de trabajar y descubrir que, “nuestro principal problema es la cultura y esa falta de apropiación por nuestro territorio”. Ella explica, con la pasión de quien ha amado, que por eso la gente bota basura en los humedales o le falta interés por conocer el pasado de un pueblo proveniente de una raza indígena, que defendió estas tierras con su vida.

Ella, de 28 años, delgada, con su voz suave y casi maternal, ocupó el segundo lugar en la convocatoria del concurso al mérito organizado por la alcaldía del municipio, que elegía a la mujer más exitosa de Soacha. No obstante, estos reconocimientos, aclara, le tienen sin cuidado porque su verdadero galardón lo recibirá el día en que los habitantes de Soacha sean dueños de su propia poesía, leyendas, cultura y tierra.

Sereno, junto a sus socios en esta aventura, el grupo Caminando el Territorio,  entendieron que al unir lo ambiental con el arte y la historia se puede cambiar la manera de pensar de los habitantes de Soacha y ¿por qué no? de Colombia, en general,  “Argumentamos que desde procesos de  educación  se puede transformar la cultura”, por eso es muy importante el tema de la pedagogía en este camino de consolidar una verdadera cultura soachuna, a pesar de que sea un lugar al que llegan personas de diferentes lugares de Colombia, y añade, “lo importante de Soacha, en términos ambientales, es que el 20 % de su territorio hace parte del páramo más grande del mundo: el páramo de Sumapaz”.

Karen Sereno se considera la amante de Soacha, o más bien de Suacha, como lo explica a continuación: “Que viene del vocablo chibcha donde Sua significa sol y Cha varón, por eso se dice que el nombre ancestral es Suacha: sol varon,  pero inclusive se dice que era ´guacha´, que significa guerreros”. Guerreros como esta valiente mujer y sus compañeros de aventura, quienes a través de foros, festivales, caminatas, poesías, encuentros culturales, le han mostrado a los habitantes de este municipio que enamorarse del lugar donde se nace o  se vive es amar el entorno, lo que tiene como consecuencia inevitable el desarrollo personal y del municipio. “Sentimos que tenemos una propuesta cultural que le apuesta al tema de la educacion y que hace mella en el corazón”.

“Disfruten, corran, salten, griten, lloren porque vida solo hay una y si quieres representarla en el teatro, ¡hazlo! … dedícate a vivirla”. Nicolás Benavidez.

El sonido metálico de los tambores rompe el silencio de la mañana, los pies bailan sobre el asfalto roto y descuidado haciendo que este vuelva a la vida. La cara de concentración de los músicos, que no pasan de los 30 años, asombra a los curiosos. El escenario podría ser cualquier lugar de Brasil, lo sorprendente es que los jóvenes, quienes hacen parte de la batucada Zazbata, están tocando en un parque olvidado de Soacha.

Para ellos, el lugar de ensayo es indiferente, lo realmente importante es que la vida y la muerte luchen cara a cara. “Johana Zota fue quien nos trajo estos ritmos, nos contagió y se fue, tuvo un accidente y murió”, recuerda Nicolás Benavidez, director de la Batucada. De hecho, este espectáculo es un homenaje para su amiga. El comienzo no fue fácil, el primer tambor lo armaron con dos tarros metálicos y unos parches. A pesar de lo precario de los instrumentos, sus mentes estaban abstraídas por la música y su poder. “Somos jóvenes que queremos cambiar la cara del municipio, también queremos robarle chicos a la delincuencia y creemos que nuestra batucada genera cultura para Soacha, los buenos somos más”.

Detrás de los tambores están los rostros de quienes les roban a estos instrumentos el alma para traer a Soacha y a Colombia el ritmo carioca. Uno de ellos es el de Julián Benavides, de solo 12 años. Buen estudiante, músico y hasta modelo de comerciales, con la seriedad de un abuelo, no duda en sentenciar: “Quiero poder dirigir una banda o una  batucada, demostrar mi talento. Definitivamente, mi mayor sueño es que mi familia esté orgullosa por haber conseguido lo que me propuse”. Luego de pronunciar la frase se disculpa, pues debe seguir con los ensayos, su diminuta figura se pierde entre sus compañeros y  se escucha un grito femenino de autoridad.

La voz fuerte y casi militar es la de Karen Cabra, quien tiene un oído capaz de percibir cualquier error, por insignificante que sea. Ella es implacable, a pesar de su apariciencia frágil, sus ojos verdes y las pecas enmarcando su rostro que la hacen ver más joven de lo que  realmente es. Su rostro es como el de una niña, pero su voz dice otra cosa: “soy estricta”, afirma. “Me gusta que si vamos hacer las cosas, pues que salgan bien y, definitivamente, que todos pongamos el mismo esfuerzo”.  A pesar de su edad, Cabra ha luchado por su vocación. Convenció a sus padres de que este era el camino que quería recorrer y desde que le dijo sí al arte, su amor no ha disminuído. “La batucada me ha cambiado la vida, dejo algo en cada uno de los instrumentos que toco. Es entregarlo todo, persistir, nunca cansarse de ensayar”.

“Soacha es un joven de escasos recursos que lucha por cambiar la opinión de la gente. Lo ven por encimita y no lo quieren conocer realmente”. Rodrigo Guerrero.

Su apellido le hace honor a su trabajo. Rodrigo Guerrero, como aquellos muiscas que mencionaba Karen Sereno que defendieron el territorio con su sangre, de las intenciones invasoras de los panches, lo hace a través de la literatura, con su blog: Letras, palabras, libros, un lugar donde Soacha y sus historias cobran vida a través de sencillos relatos, pues su gran preocupación es el desarraigo de la población por su entorno. “Hay un gran desconocimiento  de nuestro territorio, de nuestra cultura antigua y pasada porque ya no está en nuestra cotidianidad. En los años 40s y 50s las familias iban a piquetear un domingo o un festivo al Salto del Tequendama, almorzaban, se tomaban sus cervezas y se devolvían para la orilla de la cascada. Ahora es imposible, primero está contaminada, segundo, ese lugar, orgullo para los soachunos de antaño, está en el olvido”.

Pensó en estudiar literatura, pero la filosofía lo sedujo y la docencia lo atrapó. En el corazón de la zona rural de Soacha, donde aún se puede sentir el espíritu indígena que ronda las veredas, dicta clases de filosofía en la Institución educativa Eugenio Díaz Castro. Por los corredores  de la escuela, los estudiantes de bachillerato descubren una figura entre las sombras con sus audífonos y siempre con un libro. Ahí esta él, leyendo, aprendiendo, y tal vez, soñando.  Ellos saben que es el ´profe´.

Es el mismo que se siente orgulloso de ser parte de la jornada de lectura que instauró el colegio, en la que los jóvenes pueden leer el libro que quieran. Con orgullo, dice: “El año pasado alcanzaron a leer ¡1000 libros! teniendo en cuenta que la institución es pequeña en bachillerato, pues solo son 320 a 340 estudiantes,  por lo menos podemos decir que cada uno se alcanzó a leer 3.5 libros este año. ¡es algo muy significativo! Sonríe y esa emoción es el resultado de inspirar a los muchachos para que encuentren en los libros un camino para liberar sus angustías, sus miedos. “Para muchos, el colegio es su único lugar seguro”.   

Para él, Soacha es un territorio incomprendido y su blog es la manera de dar a conocer lugares comunes con los que la gente se pueda identificar, lugares que puedan amar. “¿Usted sabe dónde queda la vereda Hungría?, ¿dónde queda el Alto del Cabra?, no, viven en la zona porque les toca, pero si intentaran pensar qué hay detrás de las montañas, descubrirían historias y tal vez modos de vida más rurales e interesantes”.

Preguntas que trata de resolver en su blog, a través de relatos sencillos que retratan con palabras a un municipio que se resiste a ser olvidado. Por ahora, él seguirá, cada día, en la vereda El Charquito y Hungría enseñando que en los libros existen frases que cambian vidas. Se levantará a las 5 a.m. para escribir sobre Soacha y su pasado conectado con el presente y creará nuevas historias que serán el legado del sol varón.

“La danza es una oportunidad de vida”. Mariet de Ávila.

Lo dice claro y fuerte Mariet de Ávila. Es gestora cultural de Soacha y miembro de la Fundación Artística Gedam. Su sonrisa tan afro, tan blanca, recuerda el valor de una raza que por décadas ha luchado por sus derechos, sin perder su esencia ancestral del continente africano.  Y es que en este municipio hay una gran población afrodescendiente que se encuentra con los ritmos del interior para formar una unión entre los tambores y la superación. “Yo amo la danza floclórica, la adoro, pero queríamos hacer algo diferente, así que empezamos a hacer coreografias con canciones de Michael jackson y Britney Spears. Así nació Gedam y su danza urbana”.

Han sido casi 30 años bailando para el mundo, a través de los jóvenes del municipio y en este proceso ha conocido niños de todas las condiciones que llegan a su puerta buscando volar en el escenario. “Estoy orgullosa de todos y cuando los veo en el escenario es una sensación indescriptible, recuerdo a Sugey Tatiana Torres, su familia no le apoyaba su inclinación por el arte, ella participó en el video de la canción: El mar de sus ojos de Carlos Vives, y en la actualidad está grabando su primer sencillo y es de aquí, de Gedam, de Soacha”.

Para De Ávila, sus muchachos son hijos de ella y del arte “no importa que carezcan de recursos económicos, aquí hay espacio para todos, siempre estamos buscando recursos”. Como toda madre, habla de sus estudiantes con altivez: “Siento un orgulloso grandísimo, mi coreógrafo, Manolito, viene de una familia disfuncional, ambos drogadictos. Él se refugió en la danza, se enfocó y nunca ha tocado la droga”.

El sueño de ella y de sus compañeros es llegar a las zonas más apartadas del municipio como, por ejemplo, la Comuna dos, y que los padres entiendan que el baile es una disciplina, no  el camino para que sus hijos “cojan malos pasos”. Mientras sigue trabajando para que Soacha baile a un mismo ritmo, seguirá recibiendo en su puerta a quien quiera compartir la emoción de estar en un escenario y recibir los aplausos del público. 

Los hijos de Suacha hablan

“En Bogotá, la gente está centrada solo en sus trabajos, en sí mismos. Aquí todavía se vive el sentimiento de pueblo y  en los pueblos hay más amor y  más aceptación  hacia las expresiones artísticas callejeras”. 

Carlos Dussan. Artista.  20 años.

 

“Desafortunadamente se cree que Soacha es un municipio que tiene solo problemáticas,  sí las tenemos y no las escondemos, pero tambien hay cosas positivas, el municipio es un emporio de artistas y en todos los géneros, danza, artes plasticas, literatura.  Lo decimos coloquialmente, donde quieras que levantes unas piedra encuentras un artista soachuno con reconocimiento nacional”.

Freddy Benavides.  Grupo de Teatro Experimental de Soacha.

 

“Si la población no se reconoce en el tiempo, en la historia, ni el territorio, ¿qué procesos de desarrollo puede generar desde lo local?

Everardo Herrera Alarcon. Líder Patrimonio Cultural.  Secretaria de Cultura de Soacha.

 

“Estoy feliz porque estamos amando más lo nuestro. Un ejemplo son nuestros graffiteros artistas, quienes están haciendo obras de arte en nuestro municipio. Si todos ayudamos vamos a construir una verdadera cultura ciudadana”.

Eleázar González. Alcande de Soacha.

 

“Orgullosamente soachuna ... la vida, la magia, el olor a almojabana, las voces hechas acentos... la música, los sueños, las texturas, cada espacio, cada lugar y cada persona son cultura y siento por ellos el amor más grande, aquello que me hace sentir orgullosamente soachuna”.

Valeria Cantor. Periodista de Soacha.

La cultura revolucionando a Soacha

Héctor Peñaloza camina rápido por las angostas calles de Soacha, se detiene a saludar y a hablar con la gente. Desde la otra acera un hombre le grita: “chao profe”, él responde amablemente, “me gusta que me digan ´profe´, no director, ni nada, soy docente y ya”, mira su reloj y dice “soy el Secretario de Cultura del municipio, soy el primero que debe saludar, pasar la calles por las cebras, llegar temprano a las reuniones…”. Aunque tiene afán sabe que, al ser un funcionario público, debe escuchar a las personas para poder trabajar por ellas.

Llega a la plaza principal. No se detiene ante el monumento de Luis Carlos Galán sino que lo hace frente al del dios varón, Suacha. Lo mira, lo revisa y dice: “la gente debería reconocernos por  nuestra historia, nuestros artistas, nuestras almojábanas, pero siempre son las cosas malas”. Por eso, junto al Alcalde del Municipio, Eleázar González, crearon la iniciativa “Soacha está en mi corazón”, para crear sentido de pertenencia por el  municipio  y crear una cultura ciudadana sólida.

Mientras observa el monumento, reflexiona sobre su papel como garante de la cultura, “quisiera que los próximos que ocupen este cargo entiendan la importancia de dar un paso en beneficio de los artistas y también quisiera que los artistas dejen de pensar con el estómago y piensen en el arte como un modelo de vida”.  Peñaloza anhela poner la semilla para crear una industria cultural y por eso el componente pedagógico es vital para este objetivo, “Hicimos un convenio con la Universidad Nacional  para que puedan ir a estudiar y traer sus experiencias a Soacha”.

No oculta su admiración por su jefe, pues para él y para todos los profesores es un triunfo que la primera autoridad del municipio haya pertenecido al sector educativo, “Es un ´man´ que se levanta a las cinco de la mañana y se acuesta a las 12 de la noche todos los días. Yo no le puedo seguir el ritmo porque acabo con mi familia”. Ese camino por las aulas de clase ha hecho que, juntos,  tengan claro hacia dónde van y lo único que saben, a ciencia cierta, es que deben generar un proceso de credibilidad, desde las  pequeñas bases para lograr una gran edificación, que se llama procesos de construcción social y al final, Soacha estará en el corazón de todos sus habitantes con la apropiación de su cultura.

Por Angélica Villalba

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