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SubasArte: una subasta de arte joven

Un grupo de recién graduados logró que el Mambo sea el escenario de una subasta silenciosa que recaudará fondos para la construcción de un centro de artes y oficios en Suba. Hablamos con dos de sus organizadores.

Sara Malagón Llano
05 de agosto de 2015 - 02:33 a. m.

Una subasta, tres días, 39 artistas y 81 obras de arte. Eso es SubasArte, la subasta de arte joven que se realizará del 18 al 20 de agosto en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. “Desde noviembre estamos organizando esta subasta. El objetivo es recaudar la mayor cantidad de dinero posible para la construcción de un nuevo centro de artes y oficios en la localidad de Suba. No hay todavía un lote, existe solamente el proyecto. Con lo que recaudemos es dudoso que vayamos a conseguir lo suficiente para la construcción, pero este es el primer aporte”, dice Felipe Botero, recién graduado de Filosofía de la Universidad Nacional.

Felipe Botero, Daniela Amaya (historiadora del arte y antropóloga), Sofía Camargo (estudiante de Historia del arte y Antropología), Lina Ruiz y Jose Sarmiento (artistas), Lisa Anzellini y Laura Arbeláez (historiadoras del arte y artistas) son, en su mayoría, exalumnos del colegio Helvetia de Bogotá, que tiene relaciones con la Fundación Suizo Colombiana, institución con cierta trayectoria en proyectos con fines educativos y sociales sin ánimo de lucro. “Fue más o menos desde octubre que Daniela Amaya me habló de esto, y al principio era otra la idea. Primero me propuso hacer una exposición y más adelante se fue convirtiendo en esto de la subasta. En enero tuvimos un par de reuniones con Juanita Madriñán (directora de la oficina en Colombia de la Casa de subastas Christie’s) e Iliana Hoyos (directora de la galería Otros trescientos sesenta grados, de Bogotá) y todo el mundo nos dijo que no lo hiciéramos, que ya hay muchas subastas, que es muy difícil entrar en el mercado, que los coleccionistas en Colombia son los mismos diez gatos”, dice Jose Sarmiento. Madriñán les sugirió que hicieran algo más atractivo para el público, pero luego hablaron con Gloria Zea, directora del Mambo, y a ella le gustó la idea. Les prestó, entonces, el espacio del museo para hacer la subasta silenciosa el 18, 19 y 20 de agosto.

Una subasta tradicional es una subasta de puja: hay un moderador, la obra está a sus espaldas, la gente va levantando la paleta, el precio va subiendo y la pieza se vende al mejor postor. Una subasta silenciosa consiste en que las obras se exponen con una ficha técnica en la que se pueden anotar las ofertas en aumento.

Después de la propuesta de Zea dejaron de lado otras opciones, como Casa Grau, y empezó el proceso de reclutar artistas. Pensaron en hacer una convocatoria abierta, pero muchos de sus amigos y conocidos son artistas recién salidos de distintas universidades y están apenas empezando a entrar en el difícil mundo del arte. La subasta, entonces, empezó a tener una segunda finalidad: la visibilización de artistas jóvenes cuyas obras no han tenido muchas oportunidades de ser vendidas, tras la aprobación previa del comité –los creadores de SubasArte–. Por esa segunda razón insistieron tercamente en un proyecto al que varios no le veían mucho futuro: una subasta en la que las obras subastadas no son obras consagradas, de antemano valiosas económicamente, cuyo fin fuera justamente visibilizar nuevos artistas, en vez de alabar a los viejos. Estos artistas ahora podrán escribir en su hoja de vida que expusieron una obra en Museo de Arte Moderno de Bogotá durante tres días y, con suerte, que allí fue subastada, cosa harto importante para un artista en el país.

“Aunque conocemos a muchos artistas, nos pusimos como meta que todos los que participaran hubieran tenido exposiciones individuales y colectivas y que estuvieran ya graduados”, dice Botero. A pesar de esa apuesta por el arte joven, entre las obras se subastarán piezas de artistas con más trayectoria, como Carolina Convers, Lucas Ospina, Giovanni Vargas y Juan Mejía.

La voz fue corriendo y fueron encontrando a más y más artistas, cada vez más lejanos de su círculo personal, que tenían un poco más de trayectoria pero seguían entrando en esa especie de categoría de “arte joven”. Participan Azadeh Gholizadeh (Irán), Rodrigo Lara (México), artistas de otras regiones del país, no sólo bogotanos, y artistas jóvenes que han estado ya en Artbo, en ArteCámara, como Maite Ibarreche y Nestor Peña. Ninguno es realmente un estudiante de primer semestre sin ninguna experiencia, pero desde el principio, dice Botero, “concebimos esto como un proyecto de jóvenes para jóvenes, y ese fue un mensaje muy fuerte que caló entre la gente. Las personas que nos diseñaron el catálogo [que puede consultar en este enlace: http://issuu.com/quintacultural/docs/subasarte_digital] lo hicieron de manera gratuita. Otras personas han donado dinero para la organización, otras, su tiempo. Andrés Carne de Res posiblemente proporcionará la comida del evento. Hay una gran disponibilidad, y los cuatro o cinco que componemos el comité curatorial hemos venido trabajando desde noviembre del año pasado sin ninguna comisión, ni antes ni después. Todos los fondos van para la Fundación”, dice Botero.

Varios artistas donaron el 100% de la obra, y otros donaron un porcentaje no menos del 60%. “Uno pensaría que esa es la parte complicada, porque es su trabajo y es difícil, pero a todos los artistas les interesó el proyecto”, dice Sarmiento.

El catálogo es muy variado. Unos dijeron que no, otros dijeron que sí y desaparecieron, pero la mayoría se mantuvo. En un principio el comité quiso establecer un hilo temático con base en lo que los artistas ofertaran, pero se dieron cuenta de que era imposible. “Nos decían ‘Tengo tres o cuatro obras, cuál les gusta’, o ‘Dono esto’. Cuando tuvimos todas las obras nos dimos cuenta de que no había una unidad temática que justificara agruparlas de esa manera. Hay que ser sinceros y decir que no hay un hilo temático más que aportar a la causa”, dice Botero. “Sin embargo”, agrega Sarmiento, “el catálogo da cuenta de un panorama revelador. Hay mucha pintura, y es muy raro que hoy en día uno vea tanta pintura entre los más jóvenes como la hay en ese catálogo. Por otro lado, no hay obras tan conceptuales, ni siquiera las de los artistas grandes lo son. Hay mucha materialidad, mucho gesto figurativo, mucha plasticidad, mucha pintura, una gran riqueza técnica y muy poca abstracción”.

Por otro lado, la organización de esta subasta, que comenzó tres meses antes de que el proyecto se le presentara oficialmente a la Fundación Suizo Colombiana, derivó en la conformación de un nuevo centro que sus miembros llamaron Quinta Cultural. “Antes éramos un grupo aleatorio de personas y ahora nos convertimos en un grupo de gestión cultural y una plataforma de visibilización artística compuesta por jóvenes y para jóvenes”, dice Botero.

Algunos jóvenes beneficiarios de la localidad se Suba estarán presentes en la inauguración de la subasta, que será el martes 18 de agosto en el Mambo a las 7:00 p.m. Esa noche habrá un remate sorpresa.

Por Sara Malagón Llano

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