El Magazín Cultural

Sucede en el fútbol (II)

Zamorano debutó en Cobresal, el 28 de diciembre (curioso) de 1985; anotó 350 goles oficiales en su carrera deportiva y tenía un gran cabezazo. Además, dentro de su palmarés aparece un dato relevante: marcó el gol 4.000 del Real Madrid.

Juan Carlos Rodas Montoya
17 de diciembre de 2019 - 08:31 p. m.
El chileno Iván Zamorano, quien jugó en el Inter de Milán con la camiseta número 1+8, pues el 9 le correspondió a Ronaldo.  / Cortesía
El chileno Iván Zamorano, quien jugó en el Inter de Milán con la camiseta número 1+8, pues el 9 le correspondió a Ronaldo. / Cortesía

Un campeón de tiro al blanco que perdió su mano diestra en la guerra y educó su zurda para ganar la medalla de oro; un agotado maratonista que debió correr velozmente en sentido contrario y desviarse más de un kilómetro al ser perseguido por un perro feroz; un fondista portugués que fue atropellado por un automóvil y ganó; una gemela que se hizo pasar por su hermana.

Luciano Wernicke.

El epígrafe lo hallé en el libro Historias insólitas de los Juegos Olímpicos y hace énfasis en curiosidades y casos increíbles desde Atenas 1896 hasta Londres 2012.  Es una obra divertida porque se encarga de narrar historias de este evento universal en el que, como siempre, suceden casos que producen hilaridad, rabia, asombro y más expresiones como: ¡No te lo puedo creer! Ahora bien, como el tema es el fútbol, en esta oportunidad les comparto otra narrativa increíble o, por lo menos, fuera de toda razón balompédica.

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Se trata de una historia de Iván Zamorano, El Bam Bam, apodo que lo acompañó y que le asignó el locutor Juan Espinoza. ¿La razón? Al jugador chileno le gustaba la serie Los Picapiedra. Zamorano debutó en Cobresal, el 28 de diciembre (curioso) de 1985; anotó 350 goles oficiales en su carrera deportiva y tenía un gran cabezazo. Además, dentro de su palmarés aparece un dato relevante: marcó el gol 4.000 del Real Madrid, pero la anécdota que quiero compartir se dio cuando llegó Ronaldo al Inter de Milán y la marca Nike (¿curioso?) “sugirió” que el dueño de la camiseta 9 tenía nombre propio.

Massimo Moratti, presidente del Inter, invitó a Zamorano a usar la casaca con el número 18, pero con un detalle inusual: (1+8). Un número cabalístico porque seguía siendo un falso 9 y en esta temporada marcó 14 goles. El mismo Zamorano explica así este caso inédito:  "La idea surgió porque llegó el mejor del mundo. Tenía que cederle el número nueve. El director deportivo, Sandro Mazzola, me dijo que cogiera un número que llevase el nueve. Le pregunté que si podía añadir el signo más y me dijo que no. Hablé con el presidente, Massimo Moratti, quien preguntó a la Federación italiana. Así que jugué con el 18, es decir, con el 1+8, y no perdí el número nueve".

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Una muestra más de que los números no son accidentales en las camisetas y que aluden, siempre, a un estado anímico, es decir, el nueve es el nueve y no hay poder humano que defina otras situaciones porque dicen sobre el lugar que ocupa el jugador en la cancha, pero, sobre todo, en la vida. Un 9 tiene el encargo de hacer goles y nada más. Zamorano hizo lo mismo con su 1+8: vivir como goleador es aceptar el reto de levantarse para dejar las obras de arte para otros y mirar y abrazar el pragmatismo como otra manera de concebir el arte del gol. Sucede, sucede.

rayuela138@hotmail.com

Por Juan Carlos Rodas Montoya

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