Ibrahim Tatlises salió airoso de dos intentos de asesinato a mediados de la década del 90. En 2006 también se burló en más de tres oportunidades de las amenazas de sus enemigos de la Banda de la Sauna, una organización mafiosa que se dedicaba a perseguir a las celebridades turcas, grabarlas en momentos comprometedores y extorsionarlas. Sin embargo, no corrió con la misma suerte la noche del domingo, porque dos agresores le dispararon con un rifle de largo alcance y una de las balas le dio en la cabeza, mientras que el otro proyectil impactó en la humanidad de su más cercano asistente.
El cantante, a quien se le conoce también con los sobrenombres de ‘El Pavarotti turco’ o ‘El Emperador’, terminó de grabar su espectáculo Ibo Show en unos estudios de televisión de Estambul y se dirigía a su casa cuando fue víctima del atentado. Los dos antisociales huyeron en un vehículo y las autoridades desconocen su paradero.
Tanto las intenciones políticas del cantante, considerado una de las voces más representativas de la canción turca, como sus cuestionados negocios, que lo han hecho propietario de un sello musical, tres cadenas de radio y una de televisión, una compañía de autobuses, otra de comida rápida y varios hoteles en las zonas más turísticas del país, se contemplan como posibles móviles del atentado que casi le cuesta la vida y que lo tiene en estado de coma inducido con pronóstico médico reservado.
A pesar de ser un hombre adinerado y famoso, pues sus producciones discográficas superan los 40 trabajos y ha aparecido en más de doce películas, el origen de Ibrahim Tatlises es muy humilde. Nació en Urfa, una provincia del sureste de Turquía, hace 59 años. Creció al lado de su madre kurda y sin el respaldo de su padre, lo que lo obligó a trabajar desde muy pequeño cantando en bodas y otras celebraciones. Como muchas familias de las zonas marginales de la región, los Tatlises tomaron rumbo a Estambul y allí se establecieron a partir de los años 70.
Después de amenizar todo tipo de celebraciones familiares, este cantante se dedicó a explorar las canciones tradicionales más populares de Turquía y con este repertorio, en plena adolescencia, consiguió sus primeros éxitos. Pocos fueron los años en los que Ibrahim Tatlises se vio obligado a tocar puertas, pues con su talento y carisma logró la figuración que tanto esperaba. Esa excesiva exposición en los medios informativos catapultó su carrera al punto de convertirlo en la estrella por excelencia de la música turca.
Desde la noche del domingo, la vida de Ibrahim Tatlises está sujeta a los adelantos médicos y, por qué no, a los milagros, los mismos que ya le habían salvado en varias oportunidades anteriores.