El Magazín Cultural

Ugandés Sesanga aboga por empoderamiento económico contra matrimonio infantil

El joven escritor, director y activista ugandés Jerry Sesanga, que utiliza la literatura y el cine para luchar por los derechos de la niñez y abolir el matrimonio infantil en su país, apela al empoderamiento económico para combatir este flagelo.

Emiliano Castro Sáenz (EFE)
22 de noviembre de 2018 - 08:25 p. m.
El escritor ugandés Jerry Sesanga, durante la presentación de un corto sobre su novela "La novia bebé".  / Cortesía
El escritor ugandés Jerry Sesanga, durante la presentación de un corto sobre su novela "La novia bebé". / Cortesía

Niñas que tienen un promedio de 14 a 16 años y están embarazadas, casadas con hombres de 30 años en adelante, sin nadie que interceda por ellas a pesar de que la ley ugandesa prohíba el matrimonio infantil es la radiografía de este país africano.

Uganda y toda África subsahariana ignoran un flagelo que "destruye" la vida de las niñas, cuenta Sesanga en una entrevista con Efe. El propio Sesanga es producto de este "mal cultural", pues su madre se vio forzada a casarse con un hombre de 30 años cuando ella tenía 16.

El matrimonio terminó cuando el padre de Jerry falleció dos años después de casarse, pero con el futuro escritor y su hermana como saldo.

"Mi camino fue distinto luego de la muerte de mi padre", relata Sesanga, pues su madre decidió completar los estudios básicos que había truncado y después comenzó a trabajar en institutos internacionales, lo que expuso a Jerry a una realidad distinta, ampliándole los horizontes con los cuentos de hadas y la literatura universal a la que no tenía acceso antes.

Uno de los libros que lo marcó, recuerda, es "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes, lo que le impulsó a la senda de la escritura. Se convirtió en novelista y estudió cine.

Y precisamente en sus espacios de creación, Sesanga encontró la forma de hablar del tema, ahora con su cortometraje más reciente titulado "The Baby Bride" ("La Novia Bebé"), donde cuenta la historia de una niña que logra quitarse el velo blanco antes de llegar al altar.

Con sus textos y producciones ha abogado por la igualdad de género y el acceso a servicios de salud e información para los jóvenes africanos y para luchar en contra del matrimonio infantil, la violencia doméstica y exigir libertades políticas.

"En África el matrimonio infantil es rampante. No hay acceso a educación o educación de calidad y parte del problema es que hay hombres que buscan a las niñas y le pagan a los padres hasta 5 dólares o una bicicleta para obtener sus permisos", detalla.

Son los círculos de la pobreza y la falta de educación "los que dan gasolina al fuego del trabajo infantil, en un país que no cuenta con escuelas dignas y sin becas ni préstamos escolares".

Sesanga también lamenta los índices de mortalidad materna e infantil "porque estas niñas están prácticamente dando a luz con menos de 20 años" y con un sistema de salud "colapsado".

Pese a que la ley prohíbe que las niñas contraigan matrimonio -legalmente solo es válido después de los 18 años- "hay un vacío legal fundamentado en la cultura y el bajo cumplimiento de la ley, pues nadie manda los casos a las cortes y se ha normalizado ver a un tipo de 50 años con una niña embarazada", lamenta.

A eso se suma que los mismos padres de las menores buscan estos arreglos por el "beneficio económico", pues supuestamente los hombres deben hacerse cargo de las familias de las niñas con las que contraen matrimonio.

Sesanga advierte que el ciclo se profundiza cuando "la familia, la comunidad, la sociedad no deja de reproducir estas conductas, por lo que las bebés crecen viendo la situación a su alrededor y todo se vuelve normal, como parte del deber ser".

Luego de haber estudiado en Nueva York y abierto aún más sus panoramas -que ya habían expandido Rocinante y Sancho Panza- Sesanga ha tenido que vivir en hoteles y extremar precauciones al volver a Uganda, donde la crítica es tomada como una afrenta, por lo que no escatima en "contraatacar" de formas siniestras.

Pero precisamente esa cerrazón es una motivación inquebrantable para seguir traspasando muros y situar a la verdad dentro y fuera de la realidad ugandesa. 

Por Emiliano Castro Sáenz (EFE)

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