El Magazín Cultural

Una retrospectiva desprende a Dalí de su eterna faceta surrealista

La obra del Dalí pintor, el que reivindicaba la maestría de los clásicos, la técnica y el dibujo como pilares de su creación, es redescubierta por el Foro Grimaldi de Mónaco, que le rinde tributo a partir de este sábado con su primera retrospectiva en el Principado.

Claudia Zapater- EFE
06 de julio de 2019 - 03:25 p. m.
Dalí se adentró en la pintura clásica desde la infancia, cuando su padre le regaló una serie de libros de arte.  / Cortesía
Dalí se adentró en la pintura clásica desde la infancia, cuando su padre le regaló una serie de libros de arte. / Cortesía

Salvador Dalí no escatimaba en elogios hacia su propia persona, se consideraba un gran pintor comparado con sus coetáneos, y se designaba a sí mismo como el “salvador de la pintura moderna”, como su propio nombre indicaba.

“Dalí, una historia de la pintura”, pretende regresar al artista obsesionado con la pintura, a la relación que tuvo con sus contemporáneos, pero sobre todo con los grandes maestros del Renacimiento, al lado de los cuales ya no se consideraba más que un pintor mediocre.

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Aunque en los 4.000 metros cuadrados de exposición también está representado el Dalí escritor, el Dalí personaje, el que colaboraba con cine y teatro, el Foro Grimaldi pone especial énfasis en su faceta de pintor, no solo como arte sino como oficio.

La exposición recoge, en el 30 aniversario de la muerte del creador español, pinturas, dibujos y fotografías que van más allá del personaje público y sus extravagancias y muestran a un Dalí fascinado por el dominio y el estudio de la técnica pictórica y de la historia del arte.

En 1948, con la publicación de su tratado de pintura “50 secretos mágicos” quiso reivindicar, no sobre lienzo sino con palabras, la destreza técnica de los pintores clásicos que, a su parecer, han perdido los pintores modernos.

En esta obra, eje de la exposición, Dalí presentó una “tabla comparativa de valores, según un análisis daliniano, elaborada a lo largo de diez años” en la que comparó once figuras emblemáticas de la historia de la pintura (entre las que se incluye) atribuyéndoles notas en diferentes disciplinas como técnica, color, genio o composición.

Dalí se adentró en la pintura clásica desde la infancia, cuando su padre le regaló una serie de libros de arte y desde ese momento “los grandes maestros como Vermeer, Rafael o Leonardo le acompañaron hasta sus últimas obras, en las que se remite de nuevo a Velázquez y a Miguel Ángel”, explicó la comisaria de la retrospectiva, Montse Aguer.

“En Dalí siempre hay una confluencia entre innovación y tradición. Innova, se anticipa, pero siempre con la mirada puesta hacia el pasado, hacia los pintores a los que él considera maestros”, contó Aguer.

A lo largo de la instalación de la exposición se ven una serie de ventanas que acompañan la evolución artística de Dalí: del impresionismo, pasando por el cubismo, la metafísica italiana, hasta el surrealismo para acabar en su última época con una vuelta al clasicismo.

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Es en esta última etapa en la que Dalí trató de ir más allá de la pintura y recurrió a la ciencia, mediante efectos ópticos, geometría y arquitectura.

Según Aguer, “Dalí estaba en evolución constante, pero siempre con un hilo conductor, que son los grandes maestros”.

A los cinco grandes maestros mejor valorados de la tabla comparativa dedica su última sala la exposición. Los estilos de Picasso, Leonardo da Vinci, Rafael, Velázquez y Vermeer, que orientaron cada etapa creativa de Dalí, son reinterpretados en obras del pintor expuestas en la sección que cierra esta enorme retrospectiva. 

Por Claudia Zapater- EFE

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