El Magazín Cultural

Violeta Parra y el lenguaje de la tribu

Con lecturas sonoras o, si se quiere, sonidos texturados, Carlos Cociña y la Orquesta de Poetas, de Chile, reinterpretan las obras de esta artista, pieza fundamental en la música latinoamericana.

Juan Carlos Piedrahita B.
02 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.
El escritor Carlos Cociña con la Orquesta de Poetas, de Chile.  / Cortesía
El escritor Carlos Cociña con la Orquesta de Poetas, de Chile. / Cortesía

El escritor Carlos Cociña, creador de textos como Aguas servidas, Tres canciones y Espacios líquidos en tierra, se unió a la Orquesta de Poetas, fundada en 2001, para estrechar los vínculos entre las manifestaciones folclóricas de su país, Chile, y propuestas de corte universal como el jazz y el rock.

Durante la realización de este ejercicio interdisciplinario, Cociña y los demás poetas encontraron en los versos de Violeta Parra un terreno fértil para innovar y aprovecharon la celebración de su centenario (nació el 4 de octubre de 1917 y murió el 5 de febrero de 1967) para crear un espectáculo en el que se exhibe la esencia de la cantautora chilena.

Una de las características principales de Violeta Parra fue su condición multidisciplinaria, ¿en cuál de sus aristas del arte ella logró reflejar mejor su esencia y por qué?

En cada área que exploró y trabajó, su abordaje fue notable y estableció entre las disciplinas conexiones insospechadas, de tal manera que su obra puede entenderse como un todo. El área inicial, quizás origen de todas sus búsquedas, fue la música, entendida como una relación integradora de sonido musical y sonido de palabras. No son dos actos independientes.

¿Cuál es el principal aporte que le hizo Violeta Parra a la cultura chilena y cuál fue su impacto en América Latina?

Uno de sus principales aportes fue, y es, trabajar y crear en la cultura popular, investigar sus raíces en su expresión contemporánea, no una búsqueda de un pasado, sino como se percibe y se siente en un ahora. Por lo mismo descubre y rescata la cultura rural en el momento y como está integrada, vivida, en lo urbano. Por ello su obra no es lo que se entiende tradicionalmente como folklore, sino creación de su tiempo.

Nicanor Parra, el hermano de Violeta, es considerado el antipoeta, ¿qué tanta similitud existe entre la propuesta poética de Nicanor y la apuesta de Violeta?, ¿hay conexión entre ambos?

Además del cariño, respeto y admiración mutua, del constante apoyo, guía e impulso que Nicanor Parra ejerce en Violeta, una de las ideas claves que el antipoeta desarrolla es escuchar lo que denomina el lenguaje de la tribu, la cultura cotidiana de las comunidades en aquellos aspectos no normalizados por la cultura dominante. En ese sentido, la obra de Violeta Parra pertenece y contribuye al lenguaje de la tribu.

Para usted, cuando escucha a Violeta Parra, la lee o detalla alguna de sus propuestas visuales, ¿cuál es la noción que pretendía mostrar de Chile?

Más que una noción, es vivir, experimentar y crear a partir de lo que se siente en cada momento de una vida, de una comunidad, de su historia y sus anhelos. Es la expresión material de las percepciones, las intensidades, rabias y alegrías. Es descubrir y descubrirse, con y entre otros, los sentimientos más personales e intensos.

Violeta Parra fue uno de los pilares del movimiento de la Nueva Canción en América Latina, ¿cómo entiende usted el desarrollo de la propuesta antes y después de ella?

Son varios los aportes que Violeta Parra ejerce en el movimiento de la Nueva Canción en América Latina. Uno de los más importante es recoger y recrear formas de arte presentes en la cultura popular, no mirándola o describiéndola, sino ejerciéndola a partir de las vivencias de las personas y comunidades. Tanto sonidos como imágenes, gestos, objetos, vestimentas, bailes y palabras son puestos en evidencia, no como rescate o denuncia, sino como formas de ejercer la vida. Ahí se conforma un segundo aporte, que es la visión múltiple, desde distintos ejercicios y disciplinas que se integran relacionándose. Violeta Parra en cada obra, en las distintas disciplinas que ejerció, integra las visiones que podía ejercer desde otra disciplina.

¿Cómo se produjo el encuentro entre Carlos Cociña y el arte de Violeta Parra?, ¿cómo es esa historia?

A comienzos de la década de 1960, en la Universidad de Concepción, Chile, se realizaron encuentros de escritores y jornadas, cursos y los denominados Talleres de Verano. Esto correspondía a una tendencia cultural, política e ideológica que las universidades de América Latina desarrollaron para vincularse más activamente con el medio y la sociedad. En esos encuentros, Violeta Parra impartió algunos talleres acerca de música y canto denominado folklórico. Algunos de los talleres fueron grabados, y luego se emitía por la radio de la Universidad de Concepción. Siendo un preadolescente escuché esos programas, lo que me produjo, primero extrañeza por la música, la voz, lo que se cantaba, lo que se decía acerca del canto. A fines de esa década la obra de Violeta Parra y de quienes iniciaban la Nueva Canción, ya circulaba en discos, se escuchaba en radios, se extendía en las peñas folclóricas.

¿El mundo de habla hispana se conformó un poco con “Gracias a la vida” y otras creaciones divulgadas en la voz de Mercedes Sosa o realmente se dimensiona la importancia de este personaje?

Si bien las obras más conocidas y divulgadas son pocas, la música y las artes de esta parte del continente en parte son lo que son ahora por el trabajo de Violeta Parra y otros y los movimientos que generaron. Creo que no se ha difundido suficientemente su múltiple obra, aunque el Museo Violeta Parra, en Santiago de Chile, permite un mejor acercamiento a su obra, y homenajes como el de la Feria Internacional del Libro de Bogotá son un inmenso impulso.

¿Cuál es el núcleo original del homenaje que escucharemos en Colombia a cargo de Carlos Cociña y la Orquesta de Poetas de Chile?

El trabajo que presentará la Orquesta de Poetas corresponde a versiones de obras de Violeta Parra y un poema acerca de ella, sonorizado. En esta presentación participo como lector en una de las obras que ha elaborado la Orquesta.

Algunos de los registros que conocemos de la música de Violeta Parra tienen un formato muy intimista: voz y guitarra acústica, ¿cómo se escuchan esas letras arropadas ahora por loops, efectos digitales y elementos propios del rock y del jazz, aspectos que caracterizan a la Orquesta de Poetas?

Las versiones de la propia autora son con voz y guitarra, y esas interpretaciones son inimitables, corresponden a ese momento, a esa opción. Hay múltiples versiones posteriores en que cada una enfatiza distintos aspectos. Hoy en Chile, este año, se multiplican los homenajes a la obra de Violeta Parra, y en el caso de sus canciones, hay una explosión interesante.

La Orquesta de Poetas trabaja generalmente con textos que se leen e interpretan con y desde sonidos, silencios y variaciones. Son lecturas sonoras, o si se quiere, sonidos texturados.

De la misma manera que Violeta Parra investiga, lee, escucha, reinterpreta e interpreta los sonidos y el lenguaje de un momento, que también viene de mucho antes, esta interpretación de la Orquesta de Poetas se hace desde ahora, y también desde mucho antes, y luego será después.

¿En el homenaje que veremos y escucharemos en la Feria del Libro de Bogotá habrá espacio para la improvisación o todo está cuadrado?

Nada cuadra, todo se programa para que el azar rearme las propuestas.

A partir de la creación y realización de este homenaje, ¿con qué aspectos de la vida de Violeta Parra se ha sorprendido?

La sorpresa puede ser la única constante en Violeta Parra. Sin embargo, la intensidad de sus sonidos, gestos, líneas, textos y colores es sorprendente. Su capacidad verbal y la integración de múltiples visiones, ver el caso de cómo se describen los mundos después de la muerte en El rin del Angelito. Su capacidad de leer en el propio lenguaje, en la situación de vida, aquello que está latente, aunque aún no emerja claramente, ver Arauco tiene una pena, escrito a principios de la década de 1960, cuando la situación mapuche y de los pueblos originarios de América no aparecía en la cultura dominante, al menos un par de décadas antes de que los movimientos políticos y culturales emergieran con fuerza en la conciencia y en la sociedad.

¿Qué expectativas tiene de su participación en la Feria del Libro, en Bogotá?

Sólo quiero ver y escuchar lo que se dice, lo que se hace, desde los libros, de los sonidos, de la música, las artes visuales y las nuevas tecnologías, en una ciudad, en un país, en un continente, en varias lenguas que se están viviendo y construyendo.

Domingo 7 de mayo, 2:00 p.m. Carpa VIP, de Corferias (Bogotá).

Por Juan Carlos Piedrahita B.

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