Publicidad

Las amenazas financieras a la revolución tecnológica

¿Quién tiene el capital para que los innovadores y emprendedores logren llevar a feliz término sus creaciones? ¿Será que se convirtió en una industria que ya no es tan atractiva como antes?

Richard Waters / Tecnología, Financial Times
22 de diciembre de 2012 - 09:00 p. m.
El centro de desarrollo tecnológico más importante de Estados Unidos  está en California y se conoce como el Silicon Valley.  / EFE
El centro de desarrollo tecnológico más importante de Estados Unidos está en California y se conoce como el Silicon Valley. / EFE

¿Acaso está fracturado el sistema de Estados Unidos para financiar la innovación tecnológica?

Ciertamente está afectado, según uno de los inversionistas en tecnología más exitoso de los últimos años. Si tiene razón, tanto emprendedores como inversionistas podrían estar teniendo expectativas exageradas que se fijaron en una era distinta, lo que tiene poca influencia sobre lo que podría pasar.

Bill Janeway se hizo famoso en Warburg Pincus con compañías como BEA Systems, una empresa de software que fue vendida a Oracle en el 2007, y Nuance Communications, cuya tecnología de reconocimiento de voz está incluida en el iPhone. He presentado sus ideas en un libro que reúne su experiencia como inversionista con una pasión por la historia económica. Como lo ve Janeway, Silicon Valley ha tenido éxito a causa de dos formas muy distintas de capital, y ninguna de ellas tenía alguna expectativa real de lograr un retorno normal en el mercado.

Una forma de capital era el dinero que suministraba el Gobierno para apoyar las investigaciones científicas a largo plazo. Así como a Silicon Valley le gusta presentar la imagen de ser el refugio para pioneros que se hicieron a sí mismos, no hay manera de escapar la labor central que la generosidad del Gobierno ha desempeñado en agencias como el Departamento de Defensa y el Instituto Nacional de Salud.

La otra fuente de distribución “ineficiente” de capital ha sido el mercado de las acciones públicas, en particular durante la época de las burbujas tecnológicas. Fuera o no consciente, muchos inversionistas en estos momentos invierten en la teoría del “tonto mayor”, según la cual serían capaces de encontrar quién compre a un precio mayor, en lugar de un análisis racional sobre los probables flujos de efectivo que generen sus inversiones.

Los capitalistas de riesgo de los Estados Unidos han tenido una buena época. Toman ideas que adquieren forma en laboratorios financiados por el Gobierno y los presentan a los promotores hambrientos de ofertas públicas iniciales. Según Janeway, los periodos de retornos sobredimensionados de la industria del capital de riesgo coincidieron con el largo mercado alcista que comenzó en 1982, así como en períodos importantes de un gran número de ofertas públicas iniciales. Las burbujas pueden parecer muy ineficientes, pero son una parte necesaria del proceso que convierte ideas difíciles de evaluar y de financiar en empresas reales.

Si este mantra, según el cual la “pérdida es buena” para la innovación tecnológica, parece diseñado para justificarse a sí mismo, probablemente es porque ésta es la realidad. Janeway, como inversionista, dice haber seguido siempre un camino muy disciplinado: empujar a una empresa naciente para que genere ganancias en el flujo de efectivo tan pronto como pueda.

Cuando se le pregunta sobre esta paradoja, intenta hacer una distinción entre la necesidad de disciplina inversionista al nivel micro y la pérdida a un nivel macro: sistémico. Sin embargo, los mejores inversionistas, mientras que les sirven a la necesidad de experimentación, son los que saben cómo lograrlo a costas de alguien más. Sin embargo, desde 1998, la industria del capital de riesgo en general ha estado disparando en la dirección equivocada, y recibe más efectivo de los inversionistas del que está retornando. Puede haber ganancias inmensas, sin materializarse, que esperan ser liberadas, pero entre más se espere un catártico boom de ofertas públicas iniciales, es menos probable que acontezca, y es más probable que el mundo de ofertas públicas iniciales escasas, se vuelva la nueva norma.

La incierta industria de “tecnología limpia” de Estados Unidos es una lección de lo que ocurre cuando el ciclo virtuoso deja de funcionar. En lugar de ser financiada por el Gobierno, buena parte de la investigación científica se pagó a cambio de una corta burbuja de capital de riesgo que aconteció a mediados de la década pasada. La invocación de Obama de un “momento Sputnik” al principio de su presidencia no generó el apoyo de inversiones públicas en la nueva economía de bajo carbono.

El Gobierno también fracasó en su intento por cumplir lo que Janeway llama su otro papel principal apoyando la innovación tecnológica: actuar como un cliente inicial, fijar los objetivos de desempeño y repartir dinero a las compañías que primero los cumplan.

En cambio intervino con garantías de préstamos que flotaron un puñado de “campeones” de la tecnología limpia, que les permitió superar de forma exagerada los retos iniciales de financiación, e incluso lograron llevar a algunas hasta una oferta pública inicial, pero sin lograr hacerlas negocios sostenibles.

A123 Systems, una avanzada fabricante de pilas que llegó a la bancarrota el mes pasado, luego de reunir unos US$250 millones por capitalistas de riesgo y por subsidios del Gobierno, y luego también de una oferta pública inicial de US$370 millones, es el trágico ejemplo de estos fracasos.

El llamado de Janeway a favor de una nueva ola de Gran Investigación financiada por el Gobierno parece anacrónico en este momento; y, como dice, hay muchas fortunas que pueden hacerse y perderse en la actual fase de nube y movilidad de la revolución tecnológica. Sin embargo, tarde o temprano, la próxima revolución pedirá nacer. Es otro tema si será en los Estados Unidos.

Por Richard Waters / Tecnología, Financial Times

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar