Al hacerlo, siguió una decisión similar que Standard & Poor´s tomó en enero y colocó de relieve la preocupación de que el alto nivel de deuda pública del país, que ha aumentado por encima de 90% del PIB, lo convierta en otra víctima de la crisis de deuda de la Eurozona.
Esto implica una dura prueba a la administración del socialista François Hollande, que lleva en su cargo tan sólo seis meses. Sin embargo, el gobierno estaba preparado para la decisión, que se anunció desde una fecha tan temprana como febrero, cuando Moody´s le puso a Francia un pronóstico negativo (que además ha mantenido luego del lunes en la noche). La tercera gran agencia, Fitch, todavía califica la deuda de Francia en triple A.
Moody´s dijo que había rebajado por un punto la calificación de Francia, para quedar en Aa1, por sus “muchos retos estructurales, que incluyen su pérdida gradual y sostenida de competitividad, y las viejas rigideces estructurales su mercado laboral, y de los mercados de bienes y servicios.
Añadió que el pronóstico fiscal del país era “incierto” y que estaba disminuyendo su habilidad para soportar los “futuros shocks en la zona euro”.
Dijo que la exposición de Francia a los países periféricos de la Eurozona, golpeados por la crisis mediante sus vínculos comerciales y su sistema bancario, era “desproporcionadamente grande, y han aumentado sus obligaciones contingentes para soportar a otros miembros de la zona euro”.