Publicidad

Cómo Colombia desperdicia la comida

En medio del debate por la desnutrición en el país, Planeación Nacional dice que el país bota 34 % de los alimentos.

María Alejandra Medina C.
29 de marzo de 2016 - 03:33 a. m.

Colombia, uno de los siete países declarados por la FAO como potenciales despensas de comida para el mundo, vive en una paradoja alimentaria. Tiene más de 20 millones de hectáreas para sembrar, pero por razones históricas y estructurales sólo aprovecha siete e importa cerca del 30 % de lo que consume, a una tasa de cambio hoy por encima de $3.000. El Ministerio de Agricultura ha propuesto sembrar un millón de hectáreas nuevas de ahora a 2018.

Pero mientras el Gobierno les pide a los gremios productores que se sumen a la tarea, algunos como el palmicultor -que había manifestado su apoyo al plan de siembra- no han escatimado en rechazar que la cartera de Comercio, en un intento por calmar la inflación, haya desmontado los aranceles a la importación de grasas y aceites. El fenómeno de El Niño hace lo propio.

De otra parte, un reciente estudio advierte que la malnutrición de los colombianos está influenciada por los TLC: el crecimiento en la importación y el consumo de alimentos procesados, con gran cantidad de aditivos, suponen un reto de transición nutricional, de acuerdo con el profesor John Jairo Bejarano Roncancio, del Departamento de Nutrición Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional.

Más grave aún, el último reporte del Instituto Nacional de Salud dice que 46 niños han muerto este año por razones asociadas con una deficiente alimentación. Ahora, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) reporta que en Colombia se echa a perder el 34 % de la comida, 9,7 millones de toneladas, el equivalente para alimentar 133 veces en un año a la primera infancia de La Guajira, la región en la que más duro golpea la desnutrición.

De acuerdo con el DNP, ese 34 % está compuesto por un 22 % de pérdidas, causadas por ineficiencias en la cosecha, poscosecha, empaque, transporte y procesamiento, y 12 % de desperdicio, producto del comportamiento de los almacenes o los supermercados y, por supuesto, los consumidores.

Las cifras en Colombia no son muy diferentes al promedio global, pues según la FAO en el mundo se pierde o desperdicia un tercio de la comida. La misma institución, que es el brazo de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, ha advertido que el comportamiento de los países en desarrollo es diferente al de las grandes economías.

“El desperdicio de alimentos por parte de los consumidores es mínimo en los países en desarrollo”, dijo un informe de la FAO en 2012. Eso se debe a que “para aquellos que viven en la pobreza o con unos ingresos familiares limitados, desperdiciar alimentos es algo inaceptable”. Contrastó que “el alto poder adquisitivo y la actitud del consumidor conllevan un alto desperdicio de alimentos en los países industrializados”.

En Colombia, 15,6 % de la comida se pierde luego de pasar por la mesa, casi cinco veces la cuota de la industria, que desperdicia o en donde se pierde el 3,5 % del total. Carolina Lorduy, directora de la Cámara de Alimentos de la Andi, en diálogo con este diario, aseguró que efectivamente los industriales tienen altos estándares de calidad para la materia prima que aceptan procesar. Por eso, productos dañados, por ejemplo, en el transporte pueden nunca llegar a un consumidor.

Los distribuidores y comerciantes no se quedan atrás, pues son responsables del 20,6 % de los desperdicios. Según Fenalco, entre 2013 y 2014, los desperdicios en general pasaron de ser el 6,9 % de las mermas en los inventarios de los comerciantes al 9,17 %. Pero el mayor volumen de lo que se echa a perder está en la producción y la poscosecha, casi el 60 %.

La FAO, en su estudio, resaltó los hallazgos de uno de los mayores promotores de la lucha contra el desperdicio, Tristam Stuart, quien encontró que en Gran Bretaña las zanahorias, por ejemplo, se desechan desde la granja por ser opacas o estar torcidas, lo que dificulta pelarlas longitudinalmente. Pero en países con economías menos desarrolladas, la pérdida en la cosecha y poscosecha puede venir de factores que trascienden lo estético.

Según el Centro Mundial de Preservación de la Comida (CMPC), fundado en 2013, la falta de cadenas de frío, empaques apropiados o controles biológicos, hace que en los países en vía de desarrollo la pérdida poscosecha sea mayor. Eso va en línea con las recomendaciones que, después de un preocupante diagnóstico de lo rural, entregó la Misión para la Transformación del Campo en diciembre pasado: una política para la provisión de servicios y bienes públicos.

Ahora, las recomendaciones del DNP para el sector agropecuario van desde la adopción de buenas prácticas en la producción a la inversión en infraestructura, almacenamiento y transporte. Según Lorduy, la industria continuará trabajando con el Banco de Alimentos para disminuir el desperdicio; la Sociedad de Agricultores de Colombia promete fortalecer la formación de productores en aspectos como empaque y transporte, mientras que desde Fenalco aseguran que ya se han iniciado mesas de trabajo con el DNP.

Lo cierto es que la pérdida y el desperdicio de comida son un debate global sobre el que personajes como Stuart, o Charles Wilson, fundador del CMPC, han llamado la atención. Según Wilson, el tema debe ser prioridad en la agenda de los países de cara a una creciente población urbana -una población derrochadora, por demás-, que implica menos productores en el campo, y sin olvidar los 800 millones de personas que en el mundo sufren de hambre.

 

Por María Alejandra Medina C.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar