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El circuito de Interbolsa y la ruta del dinero

Más allá del descalabro, lo que surge alrededor de la comisionista es un entramado de empresas y tres protagonistas: Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado.

Alexánder Marín Correa
07 de diciembre de 2012 - 10:00 p. m.
El circuito de Interbolsa y la ruta del dinero

Hace un mes, cuando el país se vio estremecido por la noticia de la intervención de la sociedad comisionista de bolsa más poderosa del sistema bursátil colombiano, Interbolsa, el escándalo se concretó en una temeraria operación de compra de repos de Fabricato para aumentar deliberadamente el precio de sus acciones y luego vender al mejor postor. Hoy los hallazgos han permitido constatar cómo, más allá de este descalabro por una dudosa maniobra, lo que subsiste alrededor de la firma comisionista es un entramado de empresas en Colombia y tres cerebros visibles: Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado.

Si bien desde su creación en Medellín en 1990, de la mano de estos tres personajes y de Rodrigo Jaramillo (padre de Tomás Jaramillo), Interbolsa desarrolló un crecimiento sin antecedentes en el mercado de valores, una década después, con el propósito de expandirse internacionalmente, optó por crear una estructura empresarial con presencia en siete países, cuatro de ellos reconocidos paraísos financieros. El núcleo de esta telaraña económica fue el fondo de inversión Premium Capital Appreciation Fund, constituido el 22 de mayo de 2000 en Antillas Holandesas (Curazao) con dos socios dominantes: Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo.

Como depositario y con riesgo moderado, este fondo nació para ofrecer rentabilidad en dólares a inversionistas de capital, pero con restricciones específicas a la hora de hacer uso de estos dineros. La propuesta resultó tan atractiva que hoy su patrimonio se calcula en 174 millones de dólares y un número aproximado de 1.260 clientes colombianos. La normatividad en Curazao exigía que para crear Premium Capital Appreciation Fund era obligatorio contratar la dirección de una empresa de ese país. Sus accionistas eligieron a Eclipse Management, especializada en la administración de fondos de inversión.

Esta empresa, al igual que las firmas internacionales Amicorp Fund Services y Ernst & Young, desligadas del andamiaje estructurado por los principales dueños de Interbolsa, facilitaron a Premium Capital Appreciation Fund la posibilidad de operar en Curazao, sobre la base de requerimientos legales concretos. De esta manera, mientras Eclipse Management quedó como director responsable del fondo, Amicorp Fund Services, quedó como administrador, responsable de los cálculos financieros y el registro de las actividades, y Ernst & Young de la tarea legal de auditar las cuentas.

Definida la estructura legal y administrativa, por las dimensiones del negocio se requería un enclave más, esta vez para poder direccionar los flujos de capitales. Por eso, el siguiente paso fue crear otra empresa que obrara como gestor de inversión, es decir, con la misión de analizar mercados bursátiles del mundo para decidir dónde poner a producir la plata guardada en Premium Capital Appreciation Fund. Es aquí donde vuelven a aparecer Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz, esta vez acompañados de Maluf Raad Rachid, cuota de Víctor Maldonado, y de dos panameños, promotores de Premium Capital Investment Advisors Ltd, creada en islas Bahamas.

Así fue como quedó triangulado el negocio. A través de una intensa campaña para ofrecer su rentable producto, Interbolsa conseguía los clientes en Colombia para depositar dineros en el Premium Capital Appreciation de Curazao, pero quien decidía cómo multiplicar los recursos de los inversionistas privados era Premium Capital Investment Advisors, en Bahamas. Es decir, con similitud en sus nombres pero funciones distintas: Interbolsa recaudaba el dinero, Appreciation Fund lo guardaba e Investment Advisors decidía cómo gastarlo. En los vértices del triángulo estaban Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado.

Únicamente faltaba la parte operativa. En otras palabras, quien empezara a mover los dineros en mercados bursátiles o en cadenas de préstamos. La compañía de Bahamas, con los dineros depositados en Curazao, podía decidir dónde y cómo invertir, pero quienes concretaban los negocios y activaban su red de comisionistas eran tres empresas más: Valores Incorporados, Rentafolio y Andean Capital Markets S.A. La primera (Valores Incorporados) fue creada en agosto de 2001 en Bogotá por Juan Carlos Ortiz. La segunda (Rentafolio) nació en junio de 2002, también en Bogotá, y nuevamente su inspirador fue Ortiz.

Respecto a Andean Capital Markets, surgida en Panamá en 2005, hubo una vuelta previa. Esta sociedad fue creada por Juan Carlos Ortiz con el nombre de Inversiones Internacionales Bursátiles Interbolsa S.A., también en Panamá. Sin embargo, al año siguiente cambió su razón social por Andean Capital Markets, donde Ortiz se asoció con Juan Carlos Aspiazo Ballesta, quien para entonces era vicepresidente financiero del Fondo Nacional de Garantías. De esta forma, de la mano de Ortiz se estructuró el segundo trípode empresarial para agilizar el circuito del dinero depositado en la caja fuerte Premium Capital Appreciation Fund, de Curazao.

De manera previa a la consolidación del esquema de blindaje del Fondo Premium Capital de Curazao, ya la sociedad comisionista de bolsa Interbolsa venía tejiendo su propia red de filiales en Brasil, Estados Unidos, Bahamas, Islas Vírgenes, Luxemburgo y Panamá. Todas las empresas llevaban y mantienen el mismo nombre genérico Interbolsa, pero cada una con un agregado según su especialidad: asesores de seguros, títulos y valores mobiliarios, finanzas corporativas o administradora de inversión, entre otras. En conjunto, este conglomerado empresarial es lo que hoy se llama el holding de Interbolsa, es decir, el grupo de compañías con un mismo dueño.

Lo que hasta ahora empieza a trascender es que además, a título individual o en grupo, a lo largo de los años los principales socios de Interbolsa (Juan Carlos Ortiz, Víctor Maldonado, Tomás Jaramillo y su padre Rodrigo Jaramillo) extendieron su propia telaraña de sociedades en Colombia y Panamá. Así, por ejemplo, surgieron compañías como Inversiones Internacionales Bursátiles, Administradora de Inversiones o Finanzas Corporativas, todas con el añadido Interbolsa y el mismo oficio: transar capitales. Sólo Juan Carlos Ortiz, entre 2005 y 2007, llegó a crear más de 20 empresas en Panamá, todas dedicadas a mover dineros.

Uno de los hilos de esta madeja se llama Tribecapital Internacional Panamá, más conocida como Tribeca, empresa creada en 2006 por Rodrigo Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y el expresidente de la Philip Morris en Colombia, Luc Gerard, que también abrió negocios en Colombia. En comienzo operó como conglomerado aparte, pero con vínculos con Interbolsa. Cuando se dieron las primeras señales de la crisis, ya sin Ortiz a bordo, Tribeca parecía ser la salvación. De hecho, tras la intervención del Gobierno, ofreció comprar Interbolsa. La negativa obró por una razón: el origen común de los capitales a partir de Rodrigo y Tomás Jaramillo.

Algo semejante se presentó con la firma Proyectar Valores. Aunque esta sociedad tenía una larga trayectoria desde 1957, en los últimos tiempos empezó a ser controlada por los mismos protagonistas de la crisis actual. Es decir, Tomás Jaramillo y su padre Rodrigo Jaramillo, Víctor Maldonado y Juan Carlos Ortiz. Junto a ellos, entre otros, Luis David Peña, Carlos Adolfo Mejía y César Mendoza, también mencionados en el escándalo actual. Cuando Proyectar Valores fue intervenida por el Gobierno en 2011, se produjo la ruptura entre Rodrigo Jaramillo y Juan Carlos Ortiz, pero de alguna manera el asunto obró como el primer tiempo de la crisis de Interbolsa.

En todo este laberinto de empresas para circular capitales captados en Colombia fue apareciendo otra vertiente: los autopréstamos. Hoy empieza a quedar claro que desde la piedra angular Premium Capital Appreciation de Curazao, pasando por Valores Incorporados, Rentafolio o Andean Capital Markets, fuera de hacer inversiones por su cuenta, se le prestaba dinero a otro grupo de empresas, como Helados Modernos, Las Tres Palmas, Latinoamericana de Inversiones Sumo S.A. o Invertácticas S.A. Con una particularidad: todas eran controladas por Víctor Maldonado y sus socios. Es decir, el dinero pasaba de un bolsillo a otro.

Este carrusel económico funcionaba sin contratiempos hasta que Interbolsa permitió que Alessandro Corridori, un habitual comisionista y asociado, se aventurara a hacerse al poder de un coloso de la industria colombiana: Fabricato. Lo hizo a partir de 2011, logrando que a través de compras continuas fuera la acción más valorizada en la Bolsa de Valores de Colombia. Pasó de un precio de referencia de $29,9 por acción a $84,4. Era clara la intención de inflar el precio para estimular la demanda y luego vender al mejor postor. Pero la desconfianza fue mayor, en septiembre ya se hablaba de riesgo desmesurado y lo demás es historia conocida: la compra de Fabricato reventó a Interbolsa e intervino el Gobierno.

Buena parte del negocio de compra de repos de Fabricato se hizo a través del Fondo Premium Capital Appreciation, razón por la cual quedó en evidencia que más allá de este descalabro, lo que existía era una verdadera telaraña empresarial multiplicando dinero. Hoy la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía rastrean con lupa sus tentáculos . No solamente para verificar si hubo lavado de activos, desconocimiento de la normatividad del mercado de valores o perdida de dineros públicos en este círculo cerrado de hábiles protagonistas, sino también si el Estado fue oportuno a la hora de intervenir a tiempo para evitar la crisis o flexible viendo cómo Interbolsa acrecentaba su poder económico sin límites.

Ya el procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez, al comentar que Interbolsa era una pirámide estrato seis, dejó entrever que se viene con todo en búsqueda de explicaciones. Al mismo tiempo, el fiscal Eduardo Montealegre tiene en sus manos dos denuncias y una petición de la Superintendencia Financiera. La primera presentada por el abogado Jaime Granados, en representación de Premium Capital Appreciation Fund, y la segunda de los abogados Julio Sampedro y Juan David Riveros, para defender a los clientes. El superintendente financiero, Gerardo Hernández, hizo lo propio y solo se esperan las primeras decisiones en los próximos días.

Por Alexánder Marín Correa

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