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El Dorado, de una leyenda a un aeropuerto que vuela al futuro

La construcción del aeropuerto internacional de El Dorado en la década de 1950 representó una etapa de modernización y desarrollo del país, similar a la que ahora el Gobierno busca promover.

Javier Gonzalez Penagos
23 de enero de 2015 - 04:09 p. m.
Panorámica del aeropuerto El Dorado. /Archivo El Espectador
Panorámica del aeropuerto El Dorado. /Archivo El Espectador

El tímido y modesto aeropuerto de Techo –que sirvió por tres décadas al país y alrededor del cual se gestó el proceso de urbanización de la localidad de Kennedy– ya no daba abasto y la cada vez más creciente industria de la aviación parecía abrumarlo.

Eran mediados del siglo XX y se requería un terminal aéreo moderno y con proyección al mundo: nacía El Dorado, ideado por el general Gustavo Rojas Pinilla (ingeniero civil de profesión) quien planeó una mega obra concebida para atender por años y de manera sostenida, el crecimiento del transporte aéreo en el país.

Tal fue la proyección de Rojas Pinilla, que hasta hace muy poco el producto de su idea fue capaz de soportar el gran tráfico de pasajeros y carga de esta 'puerta de américa del sur' para el tráfico aéreo. hace menos de dos años fue inaugurada la primera gran remodelación del terminal aérero y ahora presidente Juan Manuel Santos –promoviendo los debidos ajustes de cara a adecuar el aeropuerto a una economía globalizada– anunció que El Dorado será ampliado, sumado a la construcción de un nuevo terminal aéreo denominado El Dorado II, un aeropuerto alterno que quedará ubicado entre los municipios de Madrid y Facatativá.

Para justificar la millonaria inversión–alrededor de 1,4 billones de pesos– el mandatario explicó que el país debe ‘acoplarse a las necesidades a nivel mundial’, de cara a atraer mayor inversión y generar más empleo y bienestar.

Con argumentos similares, Rojas Pinilla convenció a la Colombia de mediados del siglo XX de la necesidad de construir un nuevo terminal aéreo que no solo remplazara al ya saturado aeródromo de Techo sino que reivindicara el papel de la afamada aviación colombiana, reconocida por contar con la segunda compañía de aviación más antigua del mundo y la primera del continente.

El moderno terminal aéreo fue nombrado así porque sugería el país maravilloso que soñaron los conquistadores que subieron hasta las altiplanicies de la Sabana en busca de abundantes yacimientos de oro en la laguna de Guatavita y porque al mismo tiempo, facilitaba la pronunciación por parte de extranjeros, teniendo en cuenta que se trataba de un aeropuerto de proyección internacional.

Fue así como el 10 de diciembre de 1959, en medio de las críticas por el alto costo que supuso la obra (alrededor de 100 millones de pesos de la época) y tras cerca de cuatro años de construcción, el presidente Alberto Lleras Camargo inauguró la moderna obra, casi tres años antes de lo previsto y con la participación de más de 5.000 personas entre invitados y curiosos.

“Planeado, contratado y en parte construido por otras administraciones, ésta puso su mayor empeño en concluir una obra que por su costo sobrepasa en mucho las modestas empresas que el país está acostumbrado a ejecutar, y desde luego, a pagar. Es posible que en los años por venir no nos parezca cosa tan ardua invertir en un solo sitio, con una sola finalidad, más de ochenta millones de pesos. Pero en el estado presente de nuestro desarrollo económico, es éste un notable esfuerzo que pesará diariamente sobre los contribuyentes actuales y futuros”, sostuvo Lleras Camargo, familiar cercano del hoy vicepresidente Germán Vargas Lleras, quien participó en la presentación de las obras de ampliación de El Dorado y la mega obra de El Dorado II.

Uno de los mayores atractivos del nuevo terminal aéreo era su pista de aterrizaje, que alcanzaba una extensión de 3.800 metros y que solo era alcanzada por la de Honolulú, que contaba con 3.995 metros. Adicionalmente, la pista poseía suficiente resistencia para que en ella operaran aviones Boeing 707 o Douglas DC-8, considerados en los 50’s como los mayores aviones comerciales del mundo.

Por otro lado, el terminal de pasajeros del aeropuerto El Dorado se edificó en un gran bloque, con la torre de control en el centro, formando un cuerpo separado y terminado en sus costados por dos muelles de parqueo de aviones para facilitar el embarque y desembarque de pasajeros.

En cuanto al terminal de carga, se tuvo en cuenta la necesidad de localizarlo en una zona diferente del terminal de pasajeros, con el objeto de facilitar las maniobras de los aviones de carga y los vehículos automotores, sin interrumpir las operaciones de máquinas de pasajeros. Los servicios de administración y bomberos se fusionaron en un solo edificio.

El espacio para los talleres de mantenimiento, cuya construcción correspondió a las diferentes compañías, se localizó en una zona adecuada, tanto para el movimiento de aviones como para el de automotores y equipos especiales.

Si bien al principio la infraestructura total del aeropuerto no fue aprovechada por completo –lo que generó reproches de los mismos sectores que señalaron que la obra había sido un derroche de recursos, debido a que no se ajustaba a las necesidades de la época– con el transcurrir del tiempo, la infraestructura de El Dorado respondió favorablemente a las exigencias de una industria que a partir de la mitad del siglo XX creció vertiginosa y dinámicamente como la aviación.

Con el pasar de las décadas, y como es apenas normal, El Dorado fue sometido a un sinnúmero de adecuaciones, ampliaciones y remodelaciones, con el propósito de que siguiera respondiendo a los distintos avances en materia comercial y de aviación. Dichas adecuaciones trajeron consigo modernos puentes de abordaje, zonas de carga, el Puente Aéreo, edificios administrativos, hangares, entre otros; sin embargo, el edificio original conservó su atracción inicial, que hizo que el terminal aéreo fuera considerado uno de los mayores íconos urbanísticos y arquitectónicos de la capital del país.

Actualmente, El Dorado atiende a 27 millones de pasajeros al año, lo que lo convierte en el tercer aeropuerto más transitado de América Latina, después del Guarulhos de São Paulo (Brasil) y Benito Juárez de México. El aumento del tráfico aéreo que ha tenido el aeropuerto ha hecho que también se incrementen los destinos, las aerolíneas y los servicios que el terminal aéreo más importante del país ofrece a los ciudadanos.

Con la reciente mega obra anunciada por el Gobierno, se busca aumentar la capacidad actual de 50 operaciones por hora y 27 millones de pasajeros al año, a 90 operaciones por hora y unos 40 millones de pasajeros para los siguientes seis años.

De acuerdo con el presidente Santos, estas obras en El Dorado son un paso importantísimo “en ese diseño de un país cada vez más competitivo. Cada vez tenemos que acoplarnos a las necesidades a nivel mundial, cada vez la competencia es más dura y por eso siempre tenemos que estar un paso adelante y no un paso atrás para traer más inversión, de eso se trata, para generar más empleo y más bienestar”.

Este proyecto busca duplicar las posiciones de contacto para los aviones y ampliar los canales de acceso e implementar salidas rápidas en las pistas, “necesitamos aumentar la capacidad aeroportuaria, Colombia crece a ritmos insospechados, mientras en el mundo el promedio de crecimiento en número de pasajeros es del 2 o el 4% anual estamos creciendo a más de 18%, actualmente movilizamos 27 millones de pasajeros y esperamos que en tres años esa cifra supere los 40 millones de viajeros”, agregó el vicepresidente Germán Vargas Lleras en Caracol Radio. 

 

jgonzalez@elespectador.com 

Por Javier Gonzalez Penagos

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