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“En Colombia hay una brecha urbano-rural importante”: Ana María Ibáñez

El expresidente Juan Manuel Santos publica el libro “Un mensaje optimista para un mundo en crisis” (Planeta). Este es un fragmento del capítulo sobre pobreza.

Juan Manuel Santos / Especial para El Espectador
02 de agosto de 2020 - 02:25 a. m.
La charla del expresidente Juan Manuel Santos y la economista Ana María Ibáñez.
La charla del expresidente Juan Manuel Santos y la economista Ana María Ibáñez.
Foto: Cortesía Editorial Planeta

Ana María Ibáñez es economista, experta en política social, pobreza y desigualdad, exdecana de Economía de la Universidad de los Andes, hoy funcionaria del BID. Ha sido una brillante economista durante sus más de veinte años de carrera profesional. Su investigación se ha centrado en los costos económicos del conflicto, así como en las causas y consecuencias del desplazamiento forzado. Adicionalmente, ha estudiado las dinámicas de la concentración de tierras y la informalidad de los derechos de propiedad y su relación con el conflicto.

Juan Manuel Santos (JMS): ¿Cómo le ha ido a Colombia en los últimos treinta años en la lucha contra la pobreza y la desigualdad? ¿Qué se ha hecho bien? ¿Qué se ha hecho mal?

Ana María Ibáñez (AMI): Cuando uno observa lo que ha sucedido con la pobreza y la desigualdad en Colombia hay un avance sustantivo: la pobreza ha disminuido de una manera importante. Por ejemplo, la pobreza multidimensional rural era del 87 % en 1997 y hoy es del 40 %. La pobreza rural y la desigualdad han venido cayendo de manera más lenta, menos fuerte; los índices de desigualdad están en 0,50 y en el 2000 estaban alrededor de 0,58. Pero sin duda estamos avanzando y una parte de ese avance se ha dado por la presencia del Estado, que ha otorgado servicios públicos, educación, ha ampliado el cubrimiento en salud y ha creado diferentes programas, como Familias en Acción, focalizados en familias pobres.

¿Cuáles problemas hemos tenido? Hay una brecha urbano-rural importante, la pobreza monetaria en regiones urbanas hoy es del 24 % mientras que la rural está alrededor del 38 %. Nos ha faltado una acción mucho más decidida en las áreas rurales, la inversión en esas áreas ha sido menor. Han faltado vías y presencia del Estado, ha faltado promover la producción agropecuaria, entre otras, y eso ha ocasionado que la reducción de la pobreza rural no sea tan fuerte como en las regiones urbanas. También nos ha faltado reducir la desigualdad. América Latina es la región más desigual del mundo y Colombia es un país sumamente desigual. Entonces, aunque hemos tenido crecimiento, mejoras y un incremento en el PIB per cápita, la distribución de esa nueva riqueza no ha sido repartida equitativamente y eso ha generado una reducción de la desigualdad que no es la deseada. Otro tema importante son los mercados laborales: hemos avanzado, pero seguimos teniendo unas tasas de desempleo muy altas. Hubo un momento en que logramos una tasa de desempleo por debajo de dos dígitos y otra vez estamos con tasas del 13 %.

Dicho esto, creo que tenemos que estar orgullosos de lo que hemos logrado. El país ha avanzado mucho, es mucho más dinámico y con menos pobreza, pero hay que reconocer que todavía tenemos un camino muy grande por recorrer.

JMS: Un tema importante fue la introducción de la pobreza multidimensional como forma de medir la pobreza y atacarla...

AMI: Fue supremamente importante porque la pobreza se da por dos razones: la primera es porque las personas tienen ingresos insuficientes y la medición de esa pobreza —que es la pobreza monetaria— no permite ver de manera muy detallada y particular la acción del Estado. Las mediciones de pobreza multidimensional permiten identificar de cuáles componentes carecen las personas para salir de la pobreza, cuáles acciones le faltan al Estado y cómo se deben enfocar esas acciones. Si miramos la pobreza multidimensional versus la pobreza monetaria, la pobreza monetaria en las áreas urbanas está alrededor del 24 % y la multidimensional es del 14 %, lo que quiere decir que el Estado está proveyendo servicios que son importantes y ayudan a que la población tenga unos niveles más bajos de pobreza.

La pobreza multidimensional también permite observar qué está fallando. Por ejemplo, en Colombia este indicador muestra que se debe enfocar la política para proveer mejores empleos, asistencia escolar y una profundización en los servicios públicos, sobre todo en acueducto y alcantarillado. La pobreza multidimensional nos permite ser mucho más focalizados en la acción del Estado y además ayuda a demostrar las acciones importantes que se han realizado.

JMS: ¿Qué ha faltado para disminuir la brecha entre el área urbana y la rural?

AMI: Hay algo que fue muy importante en la brecha del área rural y el área urbana: el conflicto armado del país. Este sucedió en las áreas rurales y, por lo tanto, tuvo un impacto muy grande en el desarrollo de esa zona; tuvo impacto sobre la educación, la salud y la capacidad del campo para desarrollarse económicamente. Por lo tanto, haber terminado una lucha de sesenta años creo que es fundamental para ayudar a desarrollar las áreas rurales, aun cuando la violencia persiste con la presencia del Eln, el narcotráfico y los cultivos ilícitos.

JMS: ¿A qué se debe y cómo se puede corregir la diferencia entre ciudades como Bogotá y Medellín, donde hay un índice de pobreza mucho más bajo, y ciudades como Quibdó, con un índice altísimo?

AMI: Si uno compara Manizales y Quibdó, que son las dos ciudades que tienen los índices de pobreza más baja (14 %) y más alta (50 %) respectivamente, se evidencia la imposibilidad del Estado de llegar a las regiones periféricas del país y la falta de una mayor inversión en estas ciudades. La descentralización ayudó, de alguna manera, a que las regiones asumieran sus responsabilidades, pero el problema es que los recursos de esa descentralización no se han distribuido de forma que se puedan disminuir las desigualdades entre las regiones. Por lo tanto, se requiere más inversión y un fortalecimiento de las instituciones locales muy ligadas al Estado, algo muy similar a lo que pasa con el sector rural de nuestro país.

JMS: En la lucha contra la pobreza y la desigualdad, ¿qué tan importante ha sido el acceso a la salud y la educación? ¿Ha contribuido a mejorar esos indicadores?

AMI: Ha sido crucial. El caso de la salud es supremamente interesante. Con la llegada de la Ley 100, que ha sido injustamente criticada, en un período de más o menos treinta años llegamos a un cubrimiento de salud que, aunque tiene problemas, es casi universal. En educación ha sido fundamental, tenemos cubrimiento universal en primaria y ahora el reto es mejorar la calidad. Ese cubrimiento universal ha ayudado a reducir la desigualdad e incrementar los ingresos, pues ha logrado mejorar el acceso de grupos de población a los mercados laborales. Sin embargo, es claro que tenemos una deuda enorme en calidad, tanto en salud como en educación; por lo tanto, superada la primera etapa, que era cobertura, ahora debemos concentrar muchos esfuerzos en calidad y continuar ampliando cobertura.

JMS: Colombia ha sido uno de los países con la tasa de desempleo más alta de la región y en esta década logramos bajarla a un dígito, pero volvió a subir. ¿Qué se debe hacer para que el desempleo baje a tasas normales en un país como el nuestro?

AMI: Mencionaría dos cosas que son importantes: el desempleo, que otra vez está en dos dígitos, y la informalidad. Esta se redujo en la última década. Sin embargo, tenemos una informalidad cercana al 50 % y creo que se debe a varios factores. El primero es que, aunque el país ha crecido, ha sido un crecimiento económico que no ha estado acompañado de un aumento en productividad y eso significa que no hay suficientes empleos productivos para reducir la informalidad y el desempleo, y eso es fundamental.

Segundo, tenemos unos mercados supremamente rígidos. Los costos no salariales son muy altos y aunque los parafiscales se eliminaron parcialmente, que fue algo muy importante para mejorar la informalidad, todavía existen costos no salariales altos que se deben reducir para que haya más empleos.

Lo tercero es algo que ya mencioné: la educación. Si no mejoramos su calidad, la productividad laboral no va a aumentar lo suficiente. Por lo tanto, se deben hacer unas inversiones enormes en primera infancia y en la calidad de la educación primaria, secundaria y terciaria.

Con una mezcla de crecimiento económico dinámico, una mayor productividad y una educación de alta calidad, podemos mejorar el acceso a los mercados laborales y contribuir enormemente a disminuir la desigualdad y la pobreza.

JMS: La palabra “productividad” es tal vez una de las grandes diferencias de los países asiáticos con los de América Latina, donde los primeros tienen alta productividad y los segundos baja. ¿Qué les falta a Colombia y a los demás países latinoamericanos para incrementar su productividad?

AMI: En ese frente tenemos muchos problemas, pues los países latinoamericanos, incluyendo Colombia, han avanzado durante las últimas décadas, pero nos hemos rezagado en productividad. Los costos logísticos y de servicios públicos son sumamente altos. El costo de la energía, por ejemplo, es muy alto. Tenemos además muy poca inversión en innovación y tecnología, y tenemos mercados que suelen ser concentrados y no promueven la competencia. Entonces, aun cuando hubo una apertura económica que permitió más competencia, no ha sido suficiente; lo que se refleja en que las firmas han sido, de alguna manera, complacientes y, por ende, no han mejorado en productividad.

Necesitamos una inversión en infraestructura, que aunque ya está aumentando no es suficiente; necesitamos más vías, puertos y aeropuertos. También se necesitan regulaciones que mejoren la competencia, que promuevan la inversión en innovación y tecnología, y todos los servicios adicionales para que Colombia sea un país mucho más productivo y competitivo.

JMS: En los últimos años, la clase media, por primera vez, superó a la población pobre. Sin embargo, existen la clase media consolidada y la clase media vulnerable, que es la que puede volver a caer en la pobreza con más facilidad. ¿Qué se debe hacer y qué mensaje se le puede dar a la clase media vulnerable, que teme volver a caer en la pobreza?

AMI: Eso es un tema muy importante que está relacionado con la insatisfacción que están viviendo Colombia y muchos países de la región, pues tenemos una clase media que se ha consolidado y está pidiendo mejores servicios por parte del Estado, pero también una clase media que está muy cerca de volver a caer en la pobreza. Para evitar lo último, lo más importante es el crecimiento económico y el empleo, pero también redes de protección adicionales, como fortalecer el seguro del desempleo y lograr aumentar la formalidad, para que permita a las personas acceder a seguridad social, entre otros. También es muy importante que esa clase media pueda, en los malos momentos, seguir pagando sus créditos de vivienda, pues es algo que le permite salir de la pobreza rápidamente.

JMS: Según esto, ¿los recursos fiscales de Colombia son insuficientes para tener una política que pueda garantizar a la clase media vulnerable permanecer ahí y no volver a la pobreza?

AMI: Tenemos recursos insuficientes, pero esas redes de protección social también se pueden ir fortaleciendo a través de los mercados laborales formales. Por eso creo que un gran cuello de botella que tiene Colombia es la informalidad, tanto en los mercados laborales como en las firmas. Tenemos una cantidad de firmas supremamente pequeñas e informales que no pagan impuestos y están por debajo del radar del Estado. Hay que hacer todo lo posible por formalizar a esas firmas, pues en la medida que vamos pasando población del sector informal al formal se pueden construir esas redes, ya que hacen parte de la protección social que brindan un trabajo formal en donde además del salario se le está pagando al trabajador la pensión y un seguro de desempleo. Y como es claro que toda esa red de protección social a punta de recursos fiscales es imposible y tampoco deseable para cualquier gobierno, es importante tener esa ayuda a través de aportes ciudadanos.

Por Juan Manuel Santos / Especial para El Espectador

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