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El mejor jugador de Monopoly del país que estuvo en el torneo mundial

Estuvo en Macao-Hong Kong representando a Colombia en el torneo mundial, a donde algunos incluso llegan con entrenador.

María Alejandra Medina Cartagena
06 de febrero de 2016 - 03:47 a. m.

Cuando estaba en último año de bachillerato, a la ludoteca del colegio de Guio Encinosa, en Orocué (Casanare), llegó por primera vez un tablero de Monopoly. Lo jugó y quedó casi tan enganchado como cuando, un año antes, había llegado el libro de Harry Potter y la piedra filosofal. Su gusto por el juego y el arrojo que tal vez le han imprimido las historias de fantasía lo llevaron a pronunciar una de las oraciones más extrañas de su vida: “Rector, necesito una semana de permiso porque me voy a Hong Kong a representar a Colombia en el campeonato mundial de Monopoly”.

Guio, de 27 años, es profesor de francés en la primaria del colegio Emilio Valenzuela, en Bogotá. Un día de mayo del año pasado, después de clase, llegó a su casa, como siempre, a revisar Facebook. Se encontró en la publicidad con una convocatoria para jugar el campeonato nacional de Monopoly, con motivo del aniversario número 80 del juego de mesa. Era un torneo virtual que duraba un mes y se disputaba contra una máquinano personas, como se había imaginado. Guio entró en la última semana.

El primer día fue un desastre. Tenía 20 turnos para hacerse a todo el capital que pudiera. En el segundo le fue un poco mejor. Al tercer día, con el 50% de suerte, el 25% de diversión y el 25% de estrategia, que, cree, componen el Monopoly, pasó de estar por debajo del puesto mil al primero. Entonces no sabía qué hacer. ¿Debía seguir jugando y tratar de superar su propio récord o simplemente esperar cruzando los dedos? Jugó y volvió a ser un fiasco, casi cae en bancarrota pero se mantuvo en el primer lugar hasta que terminó el campeonato. Entonces, días después, cuando iba en la ruta de vuelta del colegio, recibió una llamada.

Había ganado el torneo y un viaje a Macao, cerca de Hong Kong, para representar a Colombia en el campeonato mundial de Monopoly. Sus colegas le preguntaron si estaba seguro de lo que hacía. “¿Qué tal sea una estafa o trata de blancas?”, le preguntaron. Nada de eso. Viajó solo y se encontró en Ciudad de México con los representantes de Chile, Perú y México. Volaron primero a Tijuana, de ahí a Shanghái y luego a Hong Kong. Más de 13 horas en el avión. Entonces llegaron a la única ciudad de China donde son permitidos los casinos. “Muy parecido a Las Vegas”, asegura.

Iban 28 países. De Noruega fueron dos: un representante del país y el otro a defender el título que consiguió en 2009. Había muy pocas mujeres, sólo cinco. Japón llegó con entrenador, el presidente de la Asociación Japonesa de Jugadores de Monopoly. Encinosa se dio cuenta de que realmente había llegado a las grandes ligas, gente que había participado varias veces, que daba entrevistas. Eran una especie de celebridades en sus países, mientras que él no recibía llamadas y apenas se había preparado jugando con amigos y fabricando su propio tercer dado, el que se usa en las partidas de muerte súbita.

Eran cinco rondas. Un torneo de un solo día. Después de tres pasaban a la semifinal los que hicieran el mejor puntaje de su mesa. En la primera le fue bien, en la otra no, hasta que en la tercera quedó cara a cara con Noruega, el campeón. Se jugaba por tiempo, 60 minutos. Faltaba poco y el dado de la muerte súbita dio que tenía que ir hasta la casilla donde Noruega tenía hoteles, es decir, donde se pagan las rentas más caras. Cayó en bancarrota a nueve minutos de clasificar a la semifinal.

El italiano le ganó al noruego que defendía el título. El chileno fue el que llegó más lejos de los latinos, que se volvieron compinches. Con el resto, Guio se comunicaba en inglés. Ese idioma también lo aprendió en la carrera de licenciatura en español y lenguas extranjeras de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, ciudad a la que llegó en 2006, después de trabajar y ahorrar tres años para empezar a cumplir su meta de ser profesional.

Hoy es el primer y único ganador nacional de Monopoly, y mientras que sus amigos lo apoyaban y hasta le decían que era famoso, gente extraña decía por redes que era un desocupado, pero “estando allá uno se da cuenta de que la presión es bárbara, uno está representando a su país, y por más pequeño que sea, uno ve la bandera en todas partes y se siente”, cuenta. Sin importar la presión, “si tuviera la oportunidad y estuviera en mis manos, lo repetiría”. Sin embargo, en el corto plazo, no hay a la vista un nuevo campeonato.

Como Guio, se calcula, hay cerca de mil millones de personas que han hecho de magnates en el juego patentado en 1935 por los Parker Brothers (absorbido por Hasbro). Pero pocos podrán decir que fueron al torneo mundial a disputarse los US$20.580 del premio, la misma cantidad que se obtiene al sumar toda la plata ficticia que viene con el Monopoly.

Encinosa, por lo pronto, seguirá atesorando las seis versiones que tiene del juego: la clásica y la colombiana, que están en Orocué; la del aniversario 80, que le dieron cuando ganó el torneo nacional; uno de los tableros en los que jugó en China; la versión speed, que sólo tiene cartas, y la edición limitada, conmemorativa del campeonato en Macao, que sigue sin abrir, en su empaque original.

Por María Alejandra Medina Cartagena

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