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El mercado del arte en Colombia

El modelo que funciona en las grandes capitales del arte alrededor del mundo llega a un entorno caracterizado por la filantropía y la falta de referencias públicas en cuanto al valor económico de las obras.

David Otero Nieto
23 de febrero de 2014 - 02:00 a. m.
Timothée de Saint-Albin y Benjamin Creutzfeldt, ejecutivos de Bogotá Auctions.   / Andrés Torres
Timothée de Saint-Albin y Benjamin Creutzfeldt, ejecutivos de Bogotá Auctions. / Andrés Torres

Alrededor del mundo las paletas de puja siguen levantándose como metáfora de un mercado que tomó impulso luego de la crisis económica de 2008, donde la ruptura del academicismo propuesta por los artistas contemporáneos rompe también con los registros históricos sobre los precios pagados en el arte. Tal como ocurrió en noviembre pasado en Londres, cuando los tres estudios de Lucian Freud (1969) de Francis Bacon (1909 -1992) alcanzaron, según la casa Christie’s, el monto más alto de la historia de las subastas: US$142’405.000.

Las casas de subastas, creadas en el siglo XVIII en Europa, surgieron como respuesta a la necesidad de vender o adquirir diversos elementos relacionados con la producción artística, desde obras pictóricas y colecciones de libros hasta bienes inmuebles de trascendencia histórica. Internacionalmente las casas de subastas de mayor reconocimiento son Sotheby’s y Christie’s, ambas de origen británico y en la actualidad funcionando como multinacionales emplazadas en las principales capitales alrededor del mundo. Sotheby’s cuenta con 90 sedes en 40 mercados distintos, mientras que Christie’s posee 57 sedes en 32 emplazamientos comerciales.

La primera subasta, que marca la entrada de Bogotá Auctions al circuito nacional de las artes, se llevó a cabo el 19 de febrero. El catálogo de artistas que participaron en esta primera muestra es un reflejo del movimiento que tuvo el mercado en el orden internacional. Artprice, firma encargada de la medición económica en el campo del arte, reportó durante el período 2012-2013, un crecimiento del 15% en lo referente al arte contemporáneo (artistas nacidos posteriormente a 1945), porcentaje que representó la cifra récord de más de mil millones de euros en ventas.

Otro afluente del comercio artístico, el arte moderno (1860-1919), presentó un retroceso del 8% en ventas, una regresión que, según Artprice, no afecta su estabilidad, dado que actualmente aporta el 47% de las transacciones, en valor, de esta industria.

Bogotá Auctions traduce estas cifras al ámbito nacional en su oferta. Según Timothée de Saint-Albin, su gerente general, el servicio ofrecido, además de no contar con alguna competencia en el país, busca generar una sinergia entre los distintos actores que formaban parte del mercado colombiano antes de su llegada: galerías, ferias, dealers de arte y coleccionistas.

“Cada actor va a llevar un enfoque distinto, y lo que pensamos es que con esta casa de subastas el mercado del arte en Colombia va a volverse más fuerte y va a beneficiar a todos. No tenemos competencia en Colombia, no vamos a quitarle mercado al uno o al otro, sino a hacerlo más fluido para todos los actores”, aseguró de Saint-Albin en diálogo con El Espectador.

También en este campo, oferta y demanda son conceptos claves para la valoración económica de cada artista, además de la interpretación cultural de su trabajo. Es esta tasación uno de los principales cambios que se plantean desde la constitución de una casa de subastas, a partir de la cual se espera que la adjudicación de precios se realice en un espacio más corto de tiempo (la duración de una subasta) y existan además puntos de referencia más claros para el proceso.

Halim Badawi, crítico de arte y coleccionista, confirma la tesis sobre el establecimiento de puntos de referencia económicos y la “profesionalización” de un mercado caracterizado, desde su perspectiva, por ‘la cultura de la rebaja’ y la informalidad.

“Es fundamental para la profesionalización del mercado del arte desligar las causas nobles de la fijación de precios, es decir: ¿El precio de venta de una obra en una subasta de caridad tiene que ver con un acto piadoso o tiene que ver con la valoración cultural y económica que el mercado hace sobre determinado artista? Entonces, establecer precios claros, reales y públicos, que dependan de la oferta y la demanda, que sirvan de base para futuros peritajes, es la base de la confianza y la transparencia”.

Badawi también aclara que es necesaria la presencia de subastas con fines filantrópicos, pero “como excepción, no como regla”. Llamando la atención además al hecho de que, por encima de los beneficios que significa la llegada de una casa de subastas, éstas no deben convertirse en perpetuadoras de prácticas de especulación y desregulación carentes de ética. “Toda casa de subastas debe intentar, por principio, minimizar este riesgo, aunque en últimas depende del comprador”, aseveró Badawi.

Según Mauricio Jaramillo, coleccionista de arte y propietario de la galería 12:00, ya existía en Colombia una tradición válida de tasación en las artes. “No es por el hecho de la llegada de la casa de subastas que se está normalizando el mercado. Es novedoso y muy bueno que entre a formar parte, pero no por eso estaba especulándose con el precio de las obras de arte en Colombia”.

 En ese sentido, el carácter público del establecimiento de precios puede actuar, desde la visión de Bogotá Auctions, como dinamizador del mercado. Para Benjamin Creutzfeldt, director de comunicaciones de esta casa de subastas y anteriormente subastador de la casa Christie’s, la primera subasta y los demás eventos que realice la empresa se constituyen en “un amplio llamado al público, a todo el mundo, no sólo a un club de conocedores”.

Por David Otero Nieto

 

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