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¿El túnel de La Línea realmente hace la diferencia?

Aunque la obra ahorra 21 kilómetros de recorrido en el sentido Armenia-Bogotá, todavía hay deficiencias en el corredor que comunica al puerto de Buenaventura con el centro del país. Hablan los gremios.

Paula Delgado Gómez
05 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
La excavación del túnel comenzó en 2009. / Fotos: Mauricio Alvarado - El Espectador
La excavación del túnel comenzó en 2009. / Fotos: Mauricio Alvarado - El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

La puesta en servicio del túnel de La Línea, y otras siete obras complementarias, es sin duda el hito más importante de la infraestructura colombiana en los últimos años. Este viernes el presidente, Iván Duque, desanudó la cinta que permitió la circulación de vehículos por el paso subterráneo de 8,6 kilómetros en el límite entre Tolima y Quindío.

Las proyecciones del Instituto Nacional de Vías (Invías) calculan que ahora que se activó una parte del proyecto Cruce de la Cordillera Central, cuya obra cumbre, pero no la única, es el túnel de La Línea, la velocidad de circulación pasará de 18 km/h a 60 km/h, lo que significa un ahorro en el tiempo de viaje de aproximadamente cincuenta minutos. En resumen, se acaba el paso por el Alto de La Línea (21 kilómetros en carril sencillo), al menos para quienes van de Armenia hacia Bogotá.

De acuerdo con los servicios de navegación asistida, el tiempo de viaje de Bogotá a Armenia en carro por el Alto de La Línea es de seis horas y media. Sin embargo, cualquier persona que haya hecho el recorrido, al menos una vez, sabe que esa duración es incierta. Conforme uno se acerca al municipio de Cajamarca (Tolima), punto donde hay un solo carril en cada sentido, empiezan los cambios en los planes: una hora más, seis horas más, dos días más…

El Cruce de la Cordillera Central, que estará listo en su totalidad en abril de 2021, promete dos carriles por sentido desde Cajamarca hasta Calarcá (treinta kilómetros) y sesenta obras complementarias entre túneles cortos, puentes e intercambiadores, lo que puede representar un ahorro de mínimo una hora y veinte minutos en condiciones normales (como casi nunca lo son, de paso).

Sin embargo, la pregunta es: ¿esto es suficiente para mejorar la movilidad entre la costa Pacífica y la región central? ¿El proyecto más esperado de los últimos cien años hace realmente la diferencia?

Los gremios celebraron la noticia, pero reconocen que aún queda mucho trabajo por delante: los $2,9 billones invertidos optimizan los costos de viaje, pero por sí solos no resuelven los problemas de logística de una vía por donde se mueve el 40 % de la carga del país en aproximadamente 18.000 vehículos de carga al mes (55 % son tractocamiones de dos o tres ejes).

La Federación Colombiana de Transportadores de Carga y la Logística (Colfecar) señaló que los ahorros reales se validarán una vez utilicen la ruta y se evalúe si esta les permitirá hacer un mayor número de viajes. Si bien destacan que la megaobra mejorará las condiciones de trabajo para miles de conductores de vehículos de carga que van desde el suroccidente hasta el centro del país, reducirá los gastos en combustible o mantenimiento y contribuirá significativamente a la logística y competitividad del país, advierten que el reto para terminar de consolidar la eficiencia en la cadena logística es trabajar en la optimización.

“Cuando todos los actores de la cadena de valor puedan agilizar sus procesos, tanto en el origen como en el destino, se logrará el mejoramiento de la productividad y optimización en los costos del transporte de carga del país”, concluyó Nidia Hernández, presidenta del gremio.

En ello coincidió Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex): “No basta simplemente con tener la infraestructura, sino que hay que atarla al tema logístico, unir estas mejoras con el ferrocarril central o la navegación por el río Magdalena, lo que hace parte del plan de transporte intermodal del Gobierno”. También insistió en la urgencia de mejorar los tiempos de espera para ingresar a los puertos, “si no simplemente se perdió lo que se había ganado en la carretera”.

Buenaventura es el principal puerto marítimo de Colombia: por este punto pasa el 46 % del comercio exterior nacional y a él llegan casi el 80 % de las importaciones totales, las cuales van principalmente al centro del país. En teoría, ir de Bogotá a este punto toma entre 18 y 32 horas, dependiendo del estado de la vía.

“Buenaventura es nuestra salida al mercado económico más significativo del mundo, la cuenca del Pacífico. El hecho de que nuestros productos lleguen en menor tiempo y a menores costos dará una ventaja competitiva a esta vía. Este nuevo hito reconfigurará la cadena logística de distribución nacional e internacional, ya que al contar con un corredor vial mucho más eficiente para el transporte de mercancías, las estrategias de relocalización de centros de distribución y comercialización en el suroccidente del país”, manifestó el presidente de la Federación Colombiana de Agentes Logísticos, Miguel Ángel Espinosa.

La otra cara de esta fórmula es el empresario. Algunos tienen sus propios vehículos de carga, así que esperan optimizar su uso; los que contratan el servicio con terceros le apuntan a que las tarifas se vuelvan más eficientes, de manera que por el mismo dinero se puedan hacer más viajes. El Invías estima que habrá ahorros por más de $270.000 millones anuales en costos de operación y logística del transporte.

Todo esto representaría, además, una disminución en el stock de almacenamiento de la industria, que está obligada a tener reservas para cinco días. Según Édgar Higuera, gerente de la Cámara de Logística, Transporte e Infraestructura de la ANDI, ahora bastará con tener lo suficiente para dos días. Del mismo modo, bajaría el flujo de stock en los puertos.

La industria textil y de la confección, por su parte, es ejemplo de la dependencia de muchos sectores económicos del transporte carretero de carga, pues mueve el 96 % de su mercancía por esta vía. “Cruzar la cordillera de los Andes es una noticia importante para el país y el sector manufacturero, reducir tiempos y costos nos hace más competitivos en la región y frente a otros países que se han dedicado a este negocio”, indicó el presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines (CCCyA), Camilo Rodríguez.

Sin embargo, Higuera aclaró que, para que haya una verdadera diferencia, la mejora en la vía tiene que ser integral: “El túnel es una partecita; hay una reacción positiva, pero en la medida en que se avance en otras iniciativas tendremos una proyección importante”. Cuentas de la ANDI señalan que si se logran reducir los precios de logística en 20 % solo en este corredor, el costo nacional —que es de los más altos del mundo: 13,5 % del precio final de un producto— podría bajar al 10 %, con lo que se estaría a un paso de lograr la meta de llevar el indicador a un dígito, como el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es del 8 %. “Buenaventura es muy importante para disminuir el costo-país y cualquier cambio en él impacta de manera positiva todo el comercio exterior”, agregó Díaz.

Dos de los puertos que operan en Buenaventura son de la red de puertos multipropósito de Compas, Aguadulce y Cascajal. La firma, presente en varios países de la región, destacó que la reducción en distancia y tiempo entre Buenaventura y Bogotá y sus alrededores se traduce en una disminución en los costos de transporte, tanto en la carga de exportación de esta región a Buenaventura (principalmente carbón proveniente de Boyacá) como en la carga de importación (mayormente granel alimenticio para plantas localizadas en Ibagué, Mosquera, Funza, Facatativá y Bogotá). “El túnel de La Línea le dará mayor competitividad a la zona portuaria de Buenaventura en relación a los puertos de la costa norte”, dijeron.

La mejora en conectividad la aprovecharán el transporte de carga, los vehículos de pasajeros y los particulares. Henry Cárdenas, presidente de la Federación de Empresarios del Transporte de Carga (Fedetranscarga), dijo que el túnel representa un avance no solo para el transporte de carga, sino también para el turismo y desarrollo económico de la región. “Para nosotros, podríamos decir que nos cambió la vida: pasar La Línea en 18 minutos realmente es un sueño hecho realidad”.

La Cámara de Comercio de Armenia y del Quindío asegura que habrá cambios importantes en el departamento y en el país; incluso tiene proyecciones que el turismo (motor de consumo en sectores de hotelería, alimentos y ocio) se incrementará del 25 % al 30 % por la facilidad para llegar por tierra. El presidente de la organización, Rodrigo Estrada, explicó que el mayor porcentaje de visitantes a la región lo pone Cundinamarca, diez o quince puntos por encima de Antioquia y Valle, que se ubican en segundo y tercer lugar.

Además, proyecta que la obra impulsará los negocios del sector del transporte, las zonas francas del departamento e incluso el comercio agropecuario. “Quindío es un gran productor de plátano y se envía principalmente a Bogotá; ahora se disminuirán costos, los comerciantes podrán asegurar más cumplimento y el producto llegará sin dificultades”, celebró Estrada.

De cualquier forma, el túnel de La Línea impulsará de manera positiva la competitividad del comercio y es un primer paso para lograr cambios que impacten en los indicadores nacionales y para que se sienta la diferencia en las economías locales. “Las cadenas de distribución regionales deberán sacar el máximo provecho de esta obra. La pandemia reconfiguró la logística en el país y las restricciones se volvieron oportunidades para que se fortalezcan alternativas de distribución como el e-commerce, que han mostrado todas sus ventajas. El túnel de la Línea permitirá que estos nuevos modelos de negocios se fortalezcan y surjan nuevos centros de distribución”, concluyó Espinosa.

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