España y sus empresas siguen dispuestas a mantener sus relaciones con Venezuela, animadas por la disposición de este país a "normalizar las relaciones económicas" y ante la convicción de que la muerte de Hugo Chávez no supondrá ningún cambio drástico.
Las relaciones hispano-venezolanas "son sólidas", afirmó el miercoles el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo, recordando la entrevista que mantuvo con su homólogo venezolano, Elías Jaua, en enero en Santiago de Chile, con motivo de la cumbre entre la UE y América Latina.
"Decidimos que nos íbamos a llevar bien, me prometió que se iban a normalizar las relaciones económicas que se han visto enturbiadas por algún conflicto empresarial con empresas españolas", afirmó Margallo, en referencia a problemas como la imposibilidad de repatriar beneficios, vía dividendos.
"No hay conflictos muy álgidos en este momento que pueda alterar la relación bilateral, sino más bien hay problemas de fondo que vienen de atrás", afirmó a la AFP el investigador del Instituto Elcano, Carlos Malamut, quien añade al problema de la repatriación de beneficios, la presencia de miembros de la organización separatista armada vasca ETA en el país sudamericano, las confiscaciones de tierras a españoles afincados allí o la devaluación del Bolívar.
La devaluación costó al gigante español de las telecomunicaciones, Telefónica, unas pérdidas de unos 585 millones de dólares en 2012 y una disminución de activos de 1.000 millones a partir de este año, según la propia empresa.
Este es uno de los riegos que corren Telefónica y otras empresas españolas que ofrecen servicios directos a los venezolanos, y que, por tanto, cobran en Bolívares, aunque a cambio "tienen buenos resultados porque no tienen competencia, ya que pocas empresas se atreven a invertir allí", según el profesor de Economía J. Carlos Martínez Lázaro, coordinador del informe "2012: panorama de inversión española en Latinomérica", del IE Business School.
En esta situación, la mayoría de analistas coinciden en señalar que la muerte de Chávez no debería suponer un cambio drástico y que se ha entrado en un compás de espera hasta después de las elecciones, que, sin embargo, podría tener cierto coste.
"De momento, hay incertidumbre y eso retrasará la inversión exterior", afirmó a la AFP el profesor José Ramón Pin, de la escuela de negocios, IESE Business School.
Pese a que según el informe "2012: panorama de inversión española en Latinoamérica", Venezuela junto a Bolivia son "los mercados que suscitan más dudas", la república bolivariana sigue siendo receptora de inversiones, y principalmente, exportaciones españolas.
Las exportaciones alcanzaron los 257 millones de dólares en el primer trimestre de 2012, según el último informe de septiembre del pasado año de la oficina económica de la embajada española en Caracas, mientras que las inversiones en el país sudamericano se han ido estancando ascendiendo en el mismo periodo a 0,1 millones de dólares, que fueron destinados enteramente al sector petrolero.
La actividad petrolera goza "de una gran estabilidad desde 2006" cuando Venezuela renegoció sus contratos petroleros, señaló una fuente del sector, lo que se explica, según Pin, por la "necesidad de tecnología" que sólo puede aportar la inversión extranjera.
Con todo ello, "no se ve el panorama económico con signos de preocupación", afirma Malamut, quien considera que no se ven riesgos de eventuales nacionalizaciones como las ocurridas en Argentina o Bolivia "salvo que haya una radicalización en la gestión del nuevo gobierno, por motivos ligados a la dinámica de política interna".
Para Pin, una eventual victoria del vicepresidente Nicolás Maduro en las próximas elecciones debería "disminuir la incertidumbre a corto plazo", pero si este gobierno "empieza a tener problemas económicos o políticos el riesgo (de eventuales nacionalizaciones) aumentaría".