De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía del planeta crecerá 3,4% en 2016 y 3,6% el año próximo, un ritmo “levemente menor” que el pronosticado en octubre del año pasado.
Y no era para menos. El precio del petróleo sigue cediendo a diario, en una caída inesperada hasta por el más escéptico experto, mientras la economía china no presenta signos de recuperación y Estados Unidos lleva a cabo un lento pero progresivo aumento de las tasas de interés.
“Los mercados de materias primas plantean riesgos en dos vertientes. A la baja, un mayor abaratamiento de las materias primas empeoraría las perspectivas para productores de materias primas de por sí frágiles, y el aumento de los rendimientos de la deuda del sector energético amenaza con generalizar el endurecimiento de las condiciones de crédito”, señaló el organismo.
En ese escenario, según el FMI, los países emergentes serán los más afectados, siendo Brasil uno de los casos más graves de la región. “En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las prioridades en materia de políticas son variadas, dada la diversidad de las situaciones. Las autoridades deben manejar las vulnerabilidades y recuperar la fortaleza y la resistencia frente a shocks potenciales, incrementando a la vez el crecimiento y asegurándose de que continúe la convergencia hacia los niveles de ingreso de las economías avanzadas”.
Las perspectivas del FMI indican que la debilidad de las economías sugiere que se deben evitar a toda costa las tensiones geopolíticas en “una serie de regiones que afecten la confianza y trastornen los flujos internacionales comerciales, financieros y turísticos”.
Mantener la confianza de los inversionistas y evitar una “aversión” mundial al riesgo, situación que se ha presentado en el sector petrolero, diezmando la capacidad de las operadoras de hacerle frente a una de las crisis de precios más fuertes de los últimos veinte años, son las principales metas para las economías del mundo.