El Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, en alianza con las organizaciones sindicales rurales filiales de la CUT y CTC (Sintrainagro, Fensuagro y Sintragrancol), realizó una encuesta para analizar los impactos del COVID-19 sobre las condiciones de los trabajadores rurales asalariados del país.
De acuerdo con el reporte, que cita datos del DANE, dos semanas después de que se declaró la emergencia por el contagio y expansión del COVID-19, 44.362 personas en las zonas rurales se convirtieron en nuevos desempleados, y 108.000 personas en desocupadas “algunas de ellas por que no pudieron salir a buscar trabajo por las restricciones de movilidad y las medidas de aislamiento preventivo obligatorio”, indican.
Con el fin de medir algunas de las consecuencias de esta crisis, se consultó a 194 trabajadores de plantaciones de caña, banano, palma y flores. De ellos, 96,9 % son afiliados a alguna organización sindical rural.
El sondeo arrojó que 38,7 % tiene enfermedades preexistentes y están concentradas en mayores de 43 años. De ellos, el 52 % sigue trabajando normalmente, 25,3 % ha sido enviado a casa y sigue recibiendo el salario, y el 20 % ha sido enviado a tomar vacaciones obligatorias.
“En este sentido, es necesario que tanto empresas como organizaciones sindicales sigan avanzando en la identificación de trabajadores con preexistencias, y acordando con el empleador el pago de su salario sin la prestación personal del servicio”, indica el estudio.
De las 145 personas encuestadas que siguen trabajando, el 22 % manifestó que su jornada laboral ha disminuido y el 34 % manifestó que ha visto reducidos sus ingresos. Esto se debe a una disminución de la producción en las empresas, como ya ha ocurrido en otros sectores económicos.
Además, pese a que la mayor parte de las personas que laboran en las plantaciones sigue percibiendo ingresos, la encuesta indica que el 61 % ha transferido parte de esos a hogares de familiares o terceros para apoyarlos durante la cuarentena, 47 % no tiene suficiente dinero para comprar alimentos, 37 % padeció por el desabastecimiento de alimentos y un 10 % no tiene agua potable en su residencia para consumo y aseo, lo que los pone en un escenario de alta vulnerabilidad en el marco de la pandemia.
Cabe decir que la mayoría reportó que en su lugar de trabajo recibe implementos de bioseguridad. Al 80,7 % se le entregó gel antibacterial o alcohol, a 71 %tapabocas, 41,1 % recibió guantes, 29 % jabón para el lavado de manos y el 3,4 % tiene trajes especiales. Además, 83,4 % afirma que en sus sitios de trabajo se han implementado medidas para el distanciamiento social.
Mujeres asumen 80 % de las labores de cuidado
El estudio también indicó que en el sector rural las labores de cuidado son asumidas en su gran mayoría por mujeres. “La encuesta revela que el trabajo en las plantaciones es mayormente masculino, pues predomina la visión de que son trabajos de fuerza y resistencia que han sido socialmente asignados a los hombres”, indicó Iván Daniel Jaramillo Jassir, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
Del total de encuestados, a la pregunta de quién asume en el hogar del trabajador o trabajadora la carga de trabajo de cuidado no remunerado, el 64 % respondió que su esposa, el 17 % que el mismo trabajador, el 13 % que las mamas, tías o yernas, el 3 % las empleadas domésticas, y el 3% que se compartían labores.
“Los resultados demuestran la imputación de roles de cuidado no remunerado a las mujeres en el sector rural lo que profundiza las brechas de género, cuya corrección demanda estrategias de inversión de patrones culturales, sociales y económicos”, concluyó Jaramillo.
La encuesta, que se realizó entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 2020, se hizo de la mano del proyecto “Fortalecimiento de las organizaciones sindicales rurales”, de la Oficina de la OIT para países Andinos; la Fundación Friedrich Ebert Stiftung y la Corporación Viva la Ciudadanía.