Las dos caras del caso Evacol versus Crocs

A pesar de haber nacido en 2006, la empresa vallecaucana Evacol era desconocida para muchos hasta marzo de este año, cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) la sancionó por haber infringido el derecho de propiedad industrial que posee el fabricante de zapatos Crocs sobre el diseño de un zueco.

Valeria Cortés Bernal / @cortesbernal_v
05 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
  Actualmente, Evacol  produce 8.000 pares de zapatos  diarios. / Getty Images
Actualmente, Evacol produce 8.000 pares de zapatos diarios. / Getty Images

Evacol, que produce y comercializa calzado hecho con el polímero etilvinilacetato (EVA), se vio obligada a sacar del mercado tres referencias de calzado: los zuecos 084, 078 y 078-07, cuya marca tridimensional en Colombia es propiedad de Crocs.

La marca tridimensional es un signo distintivo que se caracteriza por una forma volumétrica. Es decir, se concede cuando los usuarios son capaces de vincular esa forma con determinado producto, marca o servicio. En 2016, el organismo decidió concederle el registro de marca tridimensional a la compañía estadounidense, que podrá prorrogar la concesión cada 10 años.

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Por orden de la SIC, Evacol debió triturar 54.000 pares de zapatos y destruir los moldes utilizados para su fabricación. Además, le ordenó pagar $74’530.440 a Crocs por concepto de indemnización y perjuicios.

La decisión de la entidad causó revuelo incluso en el interior del Senado de la República. Congresistas como Jorge Enrique Robledo, del Polo Democrático, y Luis Fernando Velasco, del Partido Liberal, manifestaron a la SIC su preocupación frente a la decisión, pues a futuro podría prohibirles a otros industriales nacionales la producción y comercialización de los populares zapatos zuecos y violar el derecho a la libre competencia. “El mensaje de fondo que da la SIC es que es mejor trabajar en Colombia informalmente que formalmente”, aseguró Velasco.

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Los directivos de Evacol, por su parte, manifestaron desde un principio que la decisión de la entidad era inconveniente no solo para ellos sino para los demás fabricantes de zapatos, que ahora tendrían prohibidos ciertos diseños. “Esta es una empresa que se ha hecho a pulso en medio del contrabando, los aranceles y la economía ilegal”, asegura Ximena Muñoz, gerente comercial de Evacol. “No nos vamos a dejar. Vamos a dar la cara hasta el final”.

La historia de Evacol

Hace 13 años, Muñoz y su esposo, Antonio Changwu Wang, un ingeniero de origen chino, decidieron crear una empresa de calzado en el Valle del Cauca gracias a una equivocación. En ese entonces, Wang era importador de productos chinos y recibió por accidente un contenedor que iba a África. La pareja no tuvo más remedio que vender los artículos en Cali, entre ellos unas chanclas amarillas hechas de EVA.

El calzado tuvo tal éxito en ventas que Wang resolvió dejar la importación y convertirse en productor de zapatos. De un día para otro le dijo a Muñoz que traería de China la maquinaria necesaria para fabricar su propio producto y montar una empresa de calzado, así que se embarcó en un viaje de ocho meses a su tierra natal para capacitarse en esta tecnología.

“Yo creo que esta empresa ha tenido un crecimiento loco por la forma como Antonio y su hermano se entregaron al trabajo. Son personas incansables, nobles, que todo el tiempo están pensando en trabajar”, afirma Muñoz. Con los años, la firma Evacol empezó a ser reconocida a nivel nacional, particularmente por sus precios bajos, pues un par de zapatos pueden costar alrededor de $49.000.

Pronto pasó de tener seis empleados a 580 y actualmente produce 8.000 pares diarios en su sede ubicada en Yumbo (Valle del Cauca), incluyendo botas, zuecos, sandalias, tenis y productos de dotación para médicos y empresas de servicios de aseo.

Su primer enfrentamiento con Crocs fue en 2015, cuando la empresa del cocodrilo los citó en Miami luego de que Evacol abriera una tienda en la ciudad. Crocs los demandó por supuesta violación de derechos de propiedad intelectual en el país. Evacol decidió retirar sus diseños del mercado estadounidense para evitar que las reclamaciones llegaran a instancias judiciales, pero la disputa por el mercado de los zuecos se mantiene hasta hoy.

Los argumentos de Crocs

La empresa Crocs Inc., con sede en Colorado (EE. UU.), ha asegurado desde hace más de diez años ante tribunales de todo el mundo que el llamativo diseño de zuecos perforados es suyo y que lo crearon en 2002. De hecho, fue seleccionado como uno de los cincuenta zapatos que cambiaron el mundo, según el Museo del Diseño de Londres.

El principal argumento de Crocs es que los usuarios relacionan automáticamente la forma del producto con su marca, por lo tanto, ejemplares similares podrían confundir al comprador.

Aunque Evacol ha indicado que sus zapatos tienen varios distintivos que los diferencian, desde el nombre de la marca hasta los precios que manejan, la pelea de Crocs siempre ha sido por la forma. La SIC explicó que la sección frontal ancha y redondeada del zapato, los 13 orificios en su parte superior, la correa adherida con un remache redondo y plano, entre otros elementos, son distintivos de la marca Crocs. Esta decisión también fue adoptada por las oficinas de México y la Oficina de Armonización del Mercado Interno (OAMI). Aún así, la compañía no siempre ha ganado estas batallas legales.

En marzo de 2018, el Tribunal General de la Unión Europea rechazó la petición de Crocs de proteger el diseño de sus zuecos argumentando que fue comercializado más de un año antes de que la empresa presentara su solicitud, por lo tanto no podía concederle tal protección. El mismo argumento ha sido utilizado en su contra en procesos anteriores. De hecho, la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos aseguró en 2017 que el diseño de Crocs podía ser “anticipado”, es decir, que estuvo disponible al público mucho antes de que la firma decidiera tomar cartas en el asunto.

En el caso colombiano, el debate se resume en dos posturas: por un lado, en quienes creen que al conceder estas patentes tridimensionales se pone en riesgo la libertad de competencia. Uno de ellos es el senador Robledo.

“El error de la SIC es garrafal. Le dieron a un diseño industrial (un zueco) una protección de marca. Con esas formas se hacen zapatos en el mundo desde hace centenares de años. Que este tenga un detalle más o uno menos no modifica el hecho de que es un diseño industrial”, asegura.

Del otro lado están quienes aseguran que este registro no interfiere con la libre competencia porque no se trata de una forma genérica. Según Juan Francisco Ortega, director del Grupo de Estudios del Derecho de la Competencia y de la Propiedad Intelectual (Gedcop), de la Universidad de los Andes, la protección de las marcas tridimensionales en Colombia no es nueva.

“En líneas generales, no afectaría a los competidores a menos que la forma volumétrica tridimensional tuviera un origen técnico. En este aspecto sí sería injustificado”, asegura. Es decir, cuando un objeto adopta determinada forma porque se necesita para efectos técnicos, esta figura no debería concederse. De lo contrario, según el experto, no atentaría contra la libre competencia.

Ante las acusaciones de que la SIC estaría beneficiando a la industria extranjera por encima de la nacional, el ente aseguró que “falló el caso a favor de Crocs sin tener en cuenta si se trataba o no de una sociedad extranjera. Las partes deben ser tratadas por igual y las decisiones emitirse en derecho, con fundamento en las normas aplicables al caso concreto y las pruebas válidas y oportunamente allegadas al proceso”, indicó.

En lo que respecta a Evacol, Muñoz asegura que con la salida de las tres referencias fueron despedidas 18 personas de la compañía y sus ventas se vieron mermadas. No obstante, aún cuentan con 256 referencias en el mercado y 79 tiendas a nivel nacional y exportan a países como Argentina, Ecuador, Uruguay, EE. UU., México, Costa Rica y Perú, por lo que es poco probable que la compañía entre en una crisis financiera a raíz de la decisión.

Aunque ya hubo una sanción en primera instancia, Evacol apeló ante el Tribunal Superior de Bogotá, en donde el proceso sigue su curso.

“Estamos convencidos de que hemos hecho las cosas bien. A nosotros nos va a brillar el sol muy pronto”, concluye Muñoz.

Por Valeria Cortés Bernal / @cortesbernal_v

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