La mujer que enciende luciérnagas

Rocío Arango es conocida como “la mamá de los emprendedores". Por sus manos han pasado más de 200 ideas de negocios de carácter social y las ha ayudado a parir todas, a hacerlas reales y posibles.

Laura Angélica Ospina - @LaurisOspina
29 de marzo de 2020 - 02:00 a. m.
Rocío Arango es columnista, profesora, trabajó en la construcción de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación aprobada en 2009, y desde hace ocho años asesora emprendimientos sociales en Ruta N, el centro de innovación de Medellín.  / Mauricio Alvarado-El Espectador
Rocío Arango es columnista, profesora, trabajó en la construcción de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación aprobada en 2009, y desde hace ocho años asesora emprendimientos sociales en Ruta N, el centro de innovación de Medellín. / Mauricio Alvarado-El Espectador

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Desde 2012, Rocío trabaja en Ruta N, el centro de innovación y negocios de la capital antioqueña. Allí ostenta el cargo de “profesional de desarrollo programático”, una descripción que no explica mayor cosa sobre su rol, pero que le da la potestad para cumplir con su propósito más grande: transformar el lugar que habita y a la gente que vive en él.

“Mi mamá le entregó la prueba de embarazo a mi papá el día de la toma del Palacio de Justicia (6 de noviembre de 1985).  El mundo al que yo llegué fue el mundo de Pablo Escobar. En Medellín yo me crié viendo por televisión el proceso de paz fallido de Andrés Pastrana, escuchando a Horacio Serpa decir ‘mamola’, a Ernesto Samper declarar que todo fue a sus espaldas. Pensé: juepucha, es un mundo muy caótico. Si es así yo quiero sembrar un granito de arena para dejarlo mejor de lo que estaba”, cuenta.

¿Cómo? Aplicando el conocimiento y la tecnología para acompañar emprendimientos sociales. Arango tiene 36 años y de su existencia recuerda varias cosas: que de niña nunca se dedicó al deporte, que lo que más disfrutaba era leer y escribir, y que el trabajo intelectual que hoy desarrolla tuvo, a parte de esos intereses, un impulso más: su enfermedad. Desde los 14 años encontraron que tiene alguno de los casi 80 tipos de ataraxia, una condición neuromuscular que le dificulta ejecutar ciertos movimientos físicos. “Ahí reconocí que, en últimas, tenía que salir adelante y hacer lo que más me gustaba”.

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Sus preferencias la han hecho una mujer de logros. Se graduó del colegio como mejor bachiller y de la universidad como mejor promedio. Estudió ciencias políticas en la Universidad Nacional (fue en ese claustro, en la sede paisa, en donde inició sus primeras batallas por la equidad, pues impuso varias acciones de tutela por la falta de accesos a las instalaciones para personas con discapacidad física), se ganó una beca en México para estudiar gestión pública y gerencia política y la invitaron a hacer una pasantía en innovación y superación de la pobreza en Chile. Ese fue el punto de partida para enlazar sus múltiples saberes con su propósito, hacer lo que Steve Jobs llamaba connecting the dots.

Pasó a sus 21 años: “Chile fue el primer país de América Latina en superar la pobreza extrema. Ahí se me despertó el tema de la tecnología y entendí que podía ser un instrumento para superar la desigualdad algún día”. ¿Y qué es la tecnología para Rocío? “Es un ascensor al cual te puedes subir para llegar a pisos más arriba e impactar a más personas”. Gracias a ese recorrido, la “mamá” de los emprendedores habla con satisfacción de los emprendimientos que ha orientado. Un ejemplo fue un negocio cuyo fin era que los campesinos de un municipio de Antioquia decidieran sembrar sus productos con biotecnología y así recogieran mejores cultivos.

Otro proyecto que guarda en su corazón es el que realizan en la Pola, el centro de atención adolescente de Medellín. A esos jóvenes que tienen conflicto con la ley penal les llevaron formación en tecnología para mitigar los niveles de reincidencia de delitos. “Tenemos tres semanas para cambiar algo en ellos. Si no logramos engancharlos en ese tiempo en temas económicos o sociales (abordados desde la tecnología), los perdemos”, asegura. Y otro que resalta fue cuando trabajaron con las madres adolescentes de Santo Domingo Savio (una comunidad vulnerable) para formarlas en innovación y que construyeran algo que les genere ingresos.

Aunque es difícil elegir entre tantas ideas materializadas que mejoran la calidad de vida de sus creadores, Rocío Arango habla con cierta fascinación de La Casa de Carlota, un estudio de diseño en el que personas con síndrome de down y autismo conforman el capital humano de la empresa.

Aparte del impacto que logra desde Ruta N, Arango robusteció la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación aprobada en 2009, es columnista hace 10 años y profesora hace cinco. Con sus diversos roles intenta ganar incidencia pública en su tema de experticia. Sobre esto no expresa una razón en concreto (...) no le interesa encontrarle un por qué a todo. Sino un para qué. “Mi labor ha sido encender luciérnagas, así me defino. Me gusta mucho saber que puedo llegar a más personas. Como sé que no me es tan fácil llegar físicamente a algunos lugares, me gusta la idea de apoyar a emprendedores sociales para que replieguen mi trabajo. Mi “para qué” es generar oportunidades de inclusión para todo tipo de personas”.

Por Laura Angélica Ospina - @LaurisOspina

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