Publicidad

“La solidaridad es sostenible, la compasión no”

Lo dice Alejandro Pacheco, representante residente adjunto del PNUD en Colombia, quien habla de cascos de vida, la iniciativa que lideraron cuando se nos vino la pandemia.

Edwin Bohorquez Aya
12 de agosto de 2020 - 03:43 p. m.
La colaboración y el trabajo compartido, son vitales para entender cómo las estrategias funcionan para crear soluciones creativas y contundentes /
La colaboración y el trabajo compartido, son vitales para entender cómo las estrategias funcionan para crear soluciones creativas y contundentes /
Foto: Cortesía PNUD

¿Qué es cascos de vida y qué pasó con esta iniciativa después de los anuncios de abril?

Es el esfuerzo por encontrar el espacio medio dentro de lo que es una crisis de salud y una crisis socioeconómica. Nosotros somos Naciones Unidas y vamos con ventaja porque nos llega desde todos lados lo que va pasando en el mundo en tiempo real, cuando no había llegado esto a Colombia ya nos enviaban lo que estaba pasando en Asia, luego Europa y también tenemos experiencias y crisis, entonces cuando llega a Colombia ya se sabían los siguientes pasos: crisis de salud, percepción de alarma, y la única solución que se viene en ausencia de medidas tecnológica de seguimiento, vacunas, testeo masivo, capacidad hospitalaria enorme, en ausencia de todo eso la medida que se adopta es que la gente se quede en casa. Nosotros, en marzo, teníamos los datos del impacto económico que tendría una medida como esta. Entonces empezamos a hacer un proceso de la universidad de Yale, del Why not, y empezamos a ver cuál era el problema real, a conocer el lenguaje, porque la gente hablaba de distanciamiento social cuando realmente se trataba de distanciamiento físico, vimos que la solución que se proponía era la misma de 102 años antes, la crisis de 1918, entonces analizamos todo el problema, el emisor y el receptor de este virus, y el canal eran los ojos, la nariz y la boca.

Lea también: “El empresariado ha sacado su mejor cara en esta pandemia”

Pensamos en qué hacer si la gente tenía que seguir su actividad diaria, económica, y recordamos que la humanidad ha tenido que adaptarse a ambientes complejos usando un casco, así se llegó a la Luna, así evitas accidentes, así respiras debajo del agua, entonces de ahí surgió la idea del casco, porque además se bloquea el acceso de las manos al rostro. Así surgió.

La colaboración, el trabajo compartido, parece que por fin se entendió como la estrategia para crear soluciones creativas y contundentes. Lo llaman muchos teóricos las cuatro hélices. ¿Eso es, de entrada, el gran valor de esta iniciativa, que lograron reunir a todos los actores de la cadena?

Probablemente el mayor logro. Por un lado está la visión del PNUD de operar con la lógica de la plataforma, y eso implica que el resto de aliados del ecosistema den lo mejor que tienen de ellos mismos, por eso nosotros tenemos claro que no somos los que pueden hacer todo, pero a lo mejor si facilitar que los demás hagan en el mejor de los tiempos la mejor de sus versiones. Ya había makers en Colombia que estaban recibiendo información de Italia, España, y estaban buscando soluciones y prototipando muy rápido. Y eso se necesitaba hacer aquí, los makers tiene la imaginación suficiente y empezamos a trabajar con ellos. El rol principal lo tiene el gobierno porque esto es una crisis de salud y necesitábamos que los expertos en salud estuvieran de acuerdo, respaldara, corrigieran y apoyaran el proyecto, por eso entró la OPS, al INS, al ministerio. Pero además necesitábamos a los académicos y a los empresarios para que los prototipos pasaran a la fabricación, entonces entró la industria. Y hay que reconocer los liderazgos que hubo en todas esas instancias, todos nos creyeron y está siendo una experiencia muy bonita. El INS nos puso a sus expertas y ha sido una maravilla.

¿Ya hay un producto en la calle?

Hay elementos impresionantes: varias empresas vieron el potencial espectacular, varias empezaron a producir diseños propios o abiertos y adaptados, hay la capacidad de producir cientos de miles por semana, hay distintos metidos de producción de plásticos con varios materiales de inyección llevaría más tiempo por el molde, pero hay otras que lo hacen con otro modelo, pero el mismo ecosistema de la industria plástica empieza a producir y hay capacidad. Los productos ya están en el mercado y han sido adquiridos. En unos pocos días vamos a entregar entre 5.000 y 6.000 entre OPIAN y los wayuu en la Guajira.  Pero ya están en la calle y son productos comercializables y comercializados.

¿Y cuál es la espinita de la que habla?

Hemos conseguido que la industria esté produciendo unos materiales de una calidad muy buena, ergonomía muy buena y a un costo más o menos, de 8 a 10.000 pesos. El dispositivo de protección facial cuando se compra a escala, es muy económico porque se puede reutilizar. Nosotros hemos adquirido uno para cada empleado de PNUD, y también se han logrado compras de otros lados. Pero la idea original era que al ponerlas en el mercado a 10.000 era que las personas de bajos ingresos también la pudieran comprar, pero sabíamos que un microempresario seguramente si tuviera que elegir entre estos y la compra de inventario para su fábrica, seguramente compraría el inventario para poder tener qué vender. Por eso nuestra lógica era compra uno y dona uno, esperábamos que las grandes empresas de Colombia lo compraran en escala y eso nos dejaría para entregar en donación a microempresarios Y la verdad es que eso no funcionó muy bien, para mi sorpresa, porque en volumen comprar 30.000 o 40.000 no era fácil porque la economía estaba compleja, pero creo que la gente no entendió la premisa y ahora no está dando en la cara, que es un poco lo que dijo el secretario general: nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo.

Además: “Este es un sector que tenía alimentos que podía entregar y los entregó”

De acuerdo.

Si hubieras comprado para todos tus empleados y empleadas, y hubieras permitido que entregáramos a los informales que tienen que salir a la casa a buscar con qué comer, y hubieran podido salir protegidos y protegiendo a la gente, era una inversión mínima. Pero la gente prefirió comprar por 20.000 solo para ellos, entonces tuvimos que acogernos a la lógica de compra uno y dona uno. Esa es la mayor pena que yo tengo, que la solidaridad tiene sus límites, incluso la estrategia tiene sus límites. Esto es un experimento de cómo funciona nuestro mundo. La mirada es tan a corto plazo que no eres capaz de ver dos o tres meses adelante. Era invertir para no tener que vivir la situación que estamos viviendo en estos momentos.

¿La solidaridad es sostenible?

Esa pregunta es maravillosa. Creo que la solidaridad es sostenible, la compasión no. Lo que sucede cuando hay una crisis, una pandemia o un terremoto, o el fenómeno que quieras, empieza como una pastilla en efervescencia: la compasión. La gente empieza a donar de forma desordenada, descoordinada y con ninguna sostenibilidad. Cuando pasan las semanas esa efervescencia pasa y lo que queda es el desorden de todo lo que llegó, que a lo mejor ni se necesitaba y ¿cómo gestionas todo eso?

Eso no es sostenible, ahora, la solidaridad entendida como una cuestión de responsabilidad, con la misma frase que he dicho antes: nadie está seguro hasta que todos estemos seguros. Si uno la entendiera así, entonces sería sostenible. Me refiero a que yo podría querer ganar menos pero ser más cuidadoso con el medio ambiente, y mi premio en los mercados no sería solo el rendimiento económico que de hecho, así es como surge la economía, salvo por los últimos 30 o 40 años. Cuando uno lo único que tiene es rendimiento financiero a corto plazo, pues no está siendo solidario y no está siendo sostenible. Ahora, si uno es solidario, es sostenible porque se estaría viendo más allá de los próximos tres meses, buscando resultados a largo plazo. Hay que pensar en lógica de inversión y rentabilidad. Si hubieras invertido en estos dispositivos y donas uno, ahora mismo tendrías millones de dispositivos por todos lados a un costo verdaderamente bajo con inversión bajo y la situación estaría más controlada, con un golpe económico más bajo y por lo tanto tendrías rentabilidad. La solidaridad es altamente sostenible, la compasión no.

¿Cree que el resultado de cascos de vida debería ser la base para liderar muchas más iniciativas con necesidades sociales insatisfechas en tantos países como Colombia? Ejemplo: agua en La Guajira.

Creo que fue muy importante que hiciéramos el concurso, pero fue para encontrar grandes ideas que antes hubiéramos pensando, hubo gratas sorpresas. La finalidad más grade es esta: cuando se nos ocurre la idea era inconcebible, incluso para la gente de mi equipo, y lo que pasa es que si pones una solución que la gente no ve posible, su sistema cerebral piensa que eso es equivocado. Eso no nos hubiera llevado a ningún lado. Peor si le preguntas a la gente cómo lo haría, el cerebro dice: «ajá, cómo lo construyo», cambia la percepción y la solución se vuelve viable. El concurso lo hicimos para cambiar el imaginario colectivo. Esa fue la lógica. A futuro en algunas líneas de trabajo vamos a necesitar concursos, pero en las que no lo que vamos a necesitar es el ecosistema, mezclando a identificadores de problemas, los que lo viven, a proveedores de solución y al resto del ecosistema.

Edwin Bohorquez Aya

Por Edwin Bohorquez Aya

Comunicador social-periodista. MBA Inalde Business School. Premio Iberoamericano de Periodismo Económico IE Business School, Madrid (España). Premio a Mejor trabajo periodístico de Analdex, categoría prensa@EdwinBohorquezAebohorquez@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar