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Palmeros, en la era de la certificación

Las empresas con certificación internacional RSPO tendrán prioridad en la comercialización de sus productos.Desde 2010 la Unión Europea comenzará a exigir este aval, lo que se traducirá en empresas más competitivas.

Ricardo Ávila Palacios
26 de octubre de 2008 - 10:00 p. m.

En Colombia los cultivos de palma superarán este año las 350.000 hectáreas de extensión. Esta actividad agrícola involucra a más de 7.000 productores y genera cerca de 100.000 empleos directos e indirectos. Se estima que este año la producción de aceite de palma sea de 806.000 toneladas, lo que se traduce en el 40% de la producción total de Latinoamérica.

Este panorama ha alentado a los empresarios de la cadena productiva del sector, liderados por la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), a trabajar con el objetivo de obtener las certificaciones internacionales de sus procesos productivos, lo que implica que sus operaciones y actividades garanticen que todos los palmicultores cumplan las normas laborales, que haya un adecuado acceso y uso de las tierras, que implementen programas para la protección del medio ambiente y que los empleados y las comunidades salgan beneficiados, entre otras exigencias.

En esa tarea, recientemente el Centro de Convenciones de Cartagena fue sede de la Primera Reunión Latinoamericana de la Mesa Redonda Sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus sigas en inglés), organismo que tiene su sede en Kuala Lumpur (Malasia). Se trata de un programa para la producción de aceite de palma sostenible, bajo unos principios y criterios (ver recuadro) que se deben adaptar a la legislación interna de cada país.

A partir de 2010 la unión Europea exigirá esta certificación, lo que significa que es un paso obligado para los empresarios, si quieren que sus productos reciban un trato preferencial en los mercados internacionales, frente a aquellos que no estén certificados.

A ese proceso, en diálogo con El Espectador, se refirió el presidente ejecutivo de Fedepalma, Jeans Mesa Dishington.

¿Cómo se benefician las empresas colombianas con la certificación RSPO?

Estas certificaciones conllevan, entre otros beneficios, a que las empresas que obtengan la RSPO van a ser más sólidas frente a los mercados internacionales debido a que más compradores se vincularán a este movimiento mundial de adquirir productos sostenibles y seguramente estarán dispuestos a pagar unas primas a las que accederán quienes estén certificados.


Para llegar allí, las empresas deberán optimizar sus procesos productivos y tener conciencia de que hacer las cosas bien, paga. Hay que reconocer que las compañías colombianas están interesadas en este tema porque, entre otras cosas, el compromiso ambiental y social ha estado allí pero la certificación de sostenibilidad es una forma de hacerlo más explícito para podérselo mostrar a todo el mundo. Eso nos parece que es un valor agregado para la producción colombiana y todas las empresas tienen que buscarla.

¿Cuáles son los retos para los palmicultores colombianos en este proceso de certificación?

Más que retos yo veo oportunidades. Colombia tiene una problemática distinta a las de otras partes del mundo, y estudiar a fondo todos nuestros procesos productivos va a traducirse en empresas más productivas y competitivas, por un lado. Segundo, vamos a poder diferenciarnos no sólo de quienes ejercen algunas prácticas indebidas en el territorio colombiano, sino también de la mala imagen que pueda haber sobre la producción de palma en otras latitudes, y mostrar que la producción de palma en Colombia realmente es distinta. Quienes nos conocen en el mercado internacional nos dicen que en el caso de Colombia hay unas ventajas que los palmicultores tienen que valorar.

A propósito, los críticos del sector afirman que el cultivo de palma desplaza el cultivo de alimentos y que esto podría generar escasez o un incremento en los precios, ¿qué les responde?

Es importante precisar que la  palma tradicionalmente se ha cultivado para producir alimentos, porque es un producto versátil que sirve para la producción de aceites comestibles, margarinas, grasas especiales de panadería, repostería y otros usos industriales como el caso de los cosméticos. Entonces, la palma no compite con los alimentos sino que es ante todo un productor de alimentos. Entiendo que la crítica se origina en que también a la palma se le ha visto como una fuente de biodiésel de palma, y quienes están en la cruzada contra los biocombustibles, todo aquello que sirva para producirlos lo tratan de atropellar. Por lo tanto, lo que tenemos con la palma es una fuente de riqueza enorme y renovable.

Pero que los pueblos se alimenten es prioritario…


De eso no hay duda, pero después podemos incorporar el producto en otros usos, porque de lo contrario no hay demanda y los precios se caen y se acaba la rentabilidad para los productores. Entonces hay que ir sembrando esa llave del biocombustible para que se coma lo que sobre.

La ONG internacional WWF ha hecho referencia a un asunto de conflictos de tierras en Curvaradó, Urabá chocoano. Frente a esa preocupación ¿qué responden los palmeros?

Tenemos la tranquilidad de que en general los actores de la actividad palmera en Colombia son legítimos y los miembros afiliados a nuestra federación han tratado de adelantar su actividad con el mayor grado de responsabilidad, respetando los derechos de los demás. En este caso concreto, actores completamente  ajenos a nuestra organización, que se mueven con valores y principios distintos a los de la gente de bien, trataron fraudulentamente, hace unos seis años,  de apoderarse de algunos territorios en el Urabá chocoano.

Se ha podido demostrar en los procesos adelantados por el Ministerio de Agricultura y por las autoridades judiciales, que falsificaron documentos notariales e hicieron uso de la fuerza. Tenemos entendido que las autoridades vienen avanzando en la restitución de esas tierras a las comunidades y en la sanción a los responsables, y esto sí que lo aplaudimos porque tenemos que rechazar este tipo de actividades criminales que han ocurrido. 

¿Si no hay certificación hay castigo?

Yo creo que las empresas van a ir mirando esto y en la medida en que se sientan preparadas incursionarán en este trámite de la certificación, que es un proceso de ensayo y error. En el camino se encontrarán cosas en las que hay que establecer planes de mejoramiento. Por eso, no creo que uno deba realmente afanarse porque las empresas palmeras tienen muchas cosas para mostrar y que les favorecerá para avanzar en este proceso de certificación.

Por Ricardo Ávila Palacios

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