Afiches en las afueras del Capitolio en Washington pidiendo una mayor ayuda del Estado para superar la crisis económica a causa de la pandemia.
Foto: AFP / Andrew Caballero Reynolds
Como sabe cualquiera que haya estado a cargo de la supervisión legislativa de los banqueros centrales, a estos no les gusta ver su autoridad cuestionada. Lo primero que harán es defender el misterio de su profesión (el aura mágica que sobrevuela sus palabras) con una mezcolanza emocional de trivialidades y disparates envuelta en una nube de poder y jerga.
Por James K. Galbraith*
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