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Recuperación económica en China: ¿todos ganan?

Un crecimiento de 4,9 % en el tercer trimestre señala el camino de una reactivación que se antoja sostenible. Sin embargo, el balance entre exportaciones e importaciones en esta potencia pareciera indicar que los beneficios globales de este repunte pueden repartirse más estrechamente que antes.

26 de octubre de 2020 - 05:59 p. m.
El crecimiento de la economía china para el tercer trimestre de 2020 casi alcanzó los niveles registrados antes de la pandemia.
El crecimiento de la economía china para el tercer trimestre de 2020 casi alcanzó los niveles registrados antes de la pandemia.
Foto: Agencia AFP

Los datos de crecimiento de la economía china, que reportó la semana pasada una expansión del PIB para el tercer trimestre de 4,9 %, le dan algo de aire a una economía global apaleada y en problemas por cuenta de la pandemia del COVID-19.

Si bien las cifras de crecimiento chinas siempre son sometidas a un feroz escrutinio, la recuperación de esta potencia económica pareciera no sólo real, sino sostenible en el corto plazo, cuando menos. Y, de nuevo, esas son buenas noticias en general, pero en particular vale la pena preguntarse si con la recuperación china ganan todos.

Para intentar responder esta pregunta toca establecer el peso de China en la economía global. Y las dos variables que saltan primero a la vista son su importancia en las mesas de exportación e importación.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) cataloga a China como el mayor exportador de mercancías del mundo. En 2019, las exportaciones de este país rozaron los US$2,5 billones (FOB); la segunda economía en el ranking de exportaciones Estados Unidos, que el año pasado superó apenas los US$1,6 billones en este rubro. En proporción, las exportaciones componen más de 17 % de la economía china, más del doble de lo que las ventas exteriores representan en las cuentas de EE.UU.

El superavit en la balanza comercial china (el pulso entre exportar e importar) representó 0,6 % de la expansión del PIB en el país asiático para el tercer trimestre.

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Las cifras de la OMC ayudan a hacerse una idea acerca de la fuerza de las exportaciones chinas y de la recuperación de esta economía: para abril de este año, mientras casi todo el planeta se hundía en restricciones cada vez más severas para mitigar el avance del coronavirus, China registró un crecimiento en sus ventas internacionales de 3 %: sólo dos lugares más (Tailandia y Hong Kong) se mantuvieron en terrenos positivos en ese mes, mientras que las contracciones en otros países activos en comercio exterior oscilaron entre -6 % (Chile) y -61 % (Sudáfrica).

¿Qué significa esto? Dos cosas. La primera, que las fábricas chinas pudieron retomar prontamente sus actividades en la medida en la que la transmisión local del virus bajó significativamente en ese país. La segunda, que el resto del mundo siguió comprando mercancías made in China a más no poder.

Mercancías como equipos de protección personal, desde tapabocas hasta batas quirúrgicas: China es el principal productor a nivel global de este tipo de implementos, así que una pandemia, de cierta forma, es buena para este negocio al menos.

Y por este punto es que debemos comenzar a hablar de importaciones, el otro escenario en el que China tiene un peso global. Este país es el segundo importador más grande en el mundo, según la clasificación de la OMC; el primer lugar es EE. UU.

Para 2019, China importó bienes y servicios por poco más de US$2 billones, lo que representó un crecimiento negativo de 3 % frente a las cifras registradas en 2018. En contraste, las exportaciones crecieron 1 % en ese mismo periodo.

Y en el tercer trimestre de este año, las exportaciones chinas crecieron 10,2 %, mientras que las importaciones lo hicieron 4,3 %, datos consistentes con la recuperación general de esta economía, en la que también se registró un incremento de los precios de 3,3 %, lo que señala hacia una mayor demanda y capacidad de gasto de los hogares.

La historia que estos números ayudan a contar es que si bien el mercado chino se está recuperando después del primer golpe de la pandemia, también parece estar absorbiendo menos bienes y servicios del resto del mundo, lo que, a su vez, pueden ser menos noticias para buena parte del planeta.

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Esta suerte de patrón, claro, ayuda a la recuperación interior de China en términos de creación de empleo, por ejemplo, pero también puede representar el fenómeno contrario en otros países cuyas economías continúan batallando con los efectos de la pandemia.

Uno de los aspectos que sí parecen mostrar un mejor reparto de los beneficios de la recuperación china es la demanda de energía, particularmente de petróleo. De acuerdo con los cálculos de la OPEP, el crecimiento del apetito por crudo China sobrepasará los 1,10 millones de barriles por día el próximo año, lo que supera las cifras de India, con 0,74 millones de barriles por día.

Las proyecciones de esta organización señalan que el sector que más absorberá estas compras será el transporte terrestre, que representará 6,10 millones de barriles por día para 2025 y 7,30 en 2045.

La demanda de energía de este sector va en línea con parte de la estrategia china para salir de la crisis: gastar, gastar y gastar, principalmente en proyectos de infraestructura. Actualmente, 37 ciudades chinas están en proceso de construir un total de 150 nuevas líneas de metro subterráneo. La red de trenes de alta velocidad ya cubre unas 700 ciudades y su expansión es tan rápida que está consumiendo herramientas y partes especializadas al mismo ritmo que lo hacen los mercados europeos y estadounidense combinados, según cálculos del diario The New York Times.

La financiación pública para estos proyectos llega, en su vasta mayoría, vía endeudamiento. Hoy en día, la deuda china pesa un tercio de la producción nacional registrada para el tercer trimestre.

Por último, el peso de la economía china también se siente en el turismo global, un sector golpeado por la propia naturaleza de la pandemia, con sus restricciones de contacto y aglomeraciones. Para 2019, esta industria representó 10,3 % del PIB global, de acuerdo con cifras del Consejo Mundial de Viajes y Turismo.

Según los números para 2018 de la Organización Mundial del Turismo, los turistas chinos gastaron US$277.000 millones en turismo internacional, una quinta parte del total registrado para ese año (este segmento registró un crecimiento de 5 % frente a 2017); son los que más invierten en turismo a nivel global. En esta lista le siguen los estadounidenses, con US$144.000 millones.

De acuerdo con la OMT, 10 % de los 1.400 millones de habitantes de China viaja internacionalmente y, para 2027, se estima que al menos 300 millones de chinos tendrán pasaporte.

Estos son viajeros que países como Tailandia o Japón no volverán a ver prontamente, destinos que reciben no sólo una proporción importante de viajeros chinos, sino cuyos gastos componen, para el caso tailandés, una cuarta pate de los ingresos del sector.

Con todo, una economía china saludable siempre será una mejor noticia que una contracción económica en esta potencia. Pero los beneficios de una recuperación pareciera que se repartirán en un espectro global más delgado. La nueva normalidad incluirá, como era de esperarse, cambios sustanciales en las dinámicas de ventas internacionales, así como también puede presentar una invitación y oportunidad para mirar nuevos mercados y reevaluar ciertas dependencias.

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