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Remembranza de 60 años hoteleros

La ventana más amplia del país para el mundo está de aniversario. El Crowne Plaza Tequendama celebró su sexagésimo aniversario.

Marcela Díaz Sandoval
21 de julio de 2013 - 09:00 p. m.
El Ministerio de Cultura declaró al hotel Patrimonio Histórico de la ciudad. / Archivo - El Espectador
El Ministerio de Cultura declaró al hotel Patrimonio Histórico de la ciudad. / Archivo - El Espectador

Los pasillos del Hotel Tequendama tienen grabada la historia del país. De los poderosos, de los famosos y de los asediados. De los gritos de victoria de quienes armados de palabras jalonan las masas. Y de quienes con su voz han cautivado a cientos. En sus restaurantes se han sellado negocios que cambiaron el futuro de Colombia.

En sus salones ha bailado la gloria, se han recaudado millones para causas sociales y hasta se ha sentido la voz de la espiritualidad de uno de los hombres más sabios de la tierra. El Tequendama es, como un rápido check in, la entrada a una porción de las últimas seis décadas de la historia colombiana.

Tequendama, en lengua Muisca, quiere decir puertas abiertas. Las mismas que le abrieron al expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton; al líder espiritual, Dalai Lama; al legendario príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón y Grecia; a la reina Noor, soberana de Jordania; al cantante español Julio Iglesias; al reconocido Marc Anthony; al cantautor mexicano Vicente Fernández, y al recordado artista español Raphael. Ellos hacen parte de una lista interminable que completan, sin falta, todos los presidentes de Colombia, desde Roberto Urdaneta, Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen hasta Juan Manuel Santos. Allí, en diciembre de 1993, también se alojaron la esposa y los dos hijos del capo del narcotráfico, Pablo Escobar Gaviria, luego de que el gobierno alemán les negara la entrada a ese país.

“Cuando a la gente le dicen un hotel en Colombia, les aflora: el Tequendama”, cuenta Orlando Salazar Gil, el sonriente, inquieto, madrugador y formal gerente general de la sociedad hotelera. Su impecable memoria, al igual que su traje y el brillo de sus zapatos, son el reflejo del éxito que hasta hoy ha mantenido el hotel.

Desde su inauguración, el 17 de mayo de 1953, cuando con $2 millones arrancaron las obras del hotel bajo la dirección de la firma de ingeniería Cuéllar Serrano, este emblemático patrimonio nacional ha sido testigo de innumerables historias que logran conmover a don Orlando.

Por cinco décadas, el Hotel Tequendama ha sido sede de los minutos de Dios y los Banquetes del Millón que por varios años lideró el padre Rafael García Herreros, en torno a quien los empresarios del país hacían causa común para apoyar a la población más pobre del país.

A sus 71 años, Salazar también rememora a aquella ciudadana francesa que vivió en el hotel 48 años junto con su esposo. Hace cinco años murieron.

El Crowne Plaza Tequendama, como se llama ahora, hace parte del Intercontinental Hotels Group, la cadena hotelera más importante de la industria mundial, que cuenta con tres instalaciones más a nivel nacional: Cartagena, Santa Marta y Buenaventura. Pero la historia de la marca se empezó a escribir, indudablemente, desde la calle 26 con carrera 10ª en Bogotá. Quizás es su ubicación, el origen que hay detrás de su nombre, el emblemático restaurante El Virrey, los pasadizos o el recuerdo de los personajes que han recorrido sus pasillos, los que hacen de él una verdadera insignia nacional.

Su riqueza no sólo está en las tradiciones. El Tequendama disputa los dos primeros lugares en América Latina en rentabilidad. En tamaño, es el primero de Colombia. Los World Travel Awards lo han reconocido como el mejor lugar de encuentros para negocios en el país y en el top of mind ocupa el primer lugar, el mismo que tiene en el corazón de los colombianos.

Pero todos estos reconocimientos no han llegado solos. El “gran papá del Tequendama” afirma que la clave del éxito “ha sido el equipo que realmente tiene la camiseta puesta, que la ama y defiende, un equipo profesional formado bajo estrictas oficinas hoteleras. Más que equipo es una familia; aquí uno respira el ambiente de una familia empresarial”.

A pesar de la implementación tecnológica, como la televisión interactiva, el cableado estructurado sobre fibra óptica y la remodelación en más de 1.400 ventanas para proveer el sistema antirruido, la instalación ha sido declarada bien arquitectónico de la ciudad por el Ministerio de Cultura y conserva su identidad y estilo de siempre.

La celebración de estos 60 años, con los 241 empleados a bordo y los casi 400 invitados especiales, no tuvo precedentes. La historia de ayer, de hoy y la visión de futuro en la que está inmerso el hotel, se entrelazó en una sola coreografía que durante la noche del 19 de julio danzó al ritmo de Lucho en el Tequendama.

mdiaz@elespectador.com

@MarceDiaz20

Por Marcela Díaz Sandoval

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