Un pedazo de trapo para generar confianza

La diseñadora con un muñeco al que llama “abrazador”, ha impactado a más de 7.000 niños con enfermedades terminales y también a excombatientes, para que logren sobrellevar su propia historia. ¿De qué se trata?

Edwin Bohórquez Aya - ebohorquez@elespectador.com
17 de julio de 2018 - 08:00 p. m.
Viviana Otálvaro es la fundadora del emprendimiento social “Hugger Island”. / Óscar Pérez - El Espectador
Viviana Otálvaro es la fundadora del emprendimiento social “Hugger Island”. / Óscar Pérez - El Espectador

¿Quién es Viviana Otálvaro?

Tengo 33 años, estudié ingeniería de diseño de producto y, a través de mi vida personal y profesional, encontré el poder que el amor tiene para transformar a las personas. Hace dos años me embarqué en un emprendimiento que se llama Hugger Island.

¿Qué es “Hugger Island”?

Es un emprendimiento social que generamos a través del diseño. Usamos la capacidad productiva de la gente y les enseñamos a trabajar, además de pagarles lo justo por su labor. Son personas con muy pocas oportunidades laborales, que tienen muchos hijos, viven lejos y no saben qué hacer. Ayudamos a cambiar la mentalidad del “yo no puedo”, “no sé cómo hacerlo”, “no soy capaz”, ese pensamiento de pobre que no involucra un estrato socioeconómico, sino que anula al sujeto como ser capaz de hacer cosas con su vida.

¿En qué lugar del país han adelantado este proyecto?

Trabajamos sobre todo en Medellín, ya que vivo allí. Son once mujeres desplazadas que, con nuestro primer producto, aprenden a coser y hacemos donaciones en Medellín y en Bogotá. Dentro de este emprendimiento logramos una organización sostenible en lo productivo y en lo ambiental. Además, usamos materiales locales, poco porcentaje de polímeros en la fabricación y un modelo de consumo en el que si tú compras uno de nuestros objetos puedes donarlo a quienes no pueden adquirirlo por su situación económica. Hay personas en hogares de adopción, hospitales o comunidades vulnerables donde también reciben los beneficios de nuestros objetos.

¿Qué significa “quieres donar un abrazo”?

Sabemos que el amor puede transformar muchas cosas, entonces utilizamos el abrazo como gesto instintivo de demostración de afecto. Lo que diseñamos son objetos materiales y una historia con la que ayudamos a entender la vida de manera distinta. Es esa capacidad de cambiar la mentalidad a lo que le apostamos. Nuestra historia parte de una isla que queda en la mitad de los océanos y que está inspirado en la geografía colombiana-Demarca distintas cosas en la personalidad. Allí se crea un ser único que es un abrazador, que no tiene ni boca, ni ojos, ni orejas, porque todo lo hace con el corazón, desde el habla, escucha, se alimenta de nubes, y cada personaje que nace aquí tiene una experiencia diferente. El abrazador nace en el mar y se llama “Cumbia”. Él enseña a dejar ir, entrega los problemas al viento, a la brisa, a las olas. En el bosque mágico nace “Bonga”, tiene la piel de color escondite y se camufla entre las hojas y las ramas. Recuerda a esas personas que no puedes ver, pero que puedes sentir, como si estuvieran escondidas dentro tuyo. Él es la esencia de lo que está escondido detrás de un duelo, es aprendizaje e historia detrás de la rabia que, a veces, es miedo o tristeza. Trabajamos en el bienestar emocional, porque a nosotros nunca nos enseñan qué hacer con la alegría, con la rabia, con el miedo, y nuestra cultura es muy violenta, porque no sabemos que eso es algo natural. Así que a través de sus personajes y esa analogía que demarca la isla, enseñamos herramientas para poder dejar ir la rabia. A través de la actitud, que es una decisión, tú puedes aprender de una crisis y distintas cosas.

¿A qué parte de la sociedad han impactado?

Nosotros impactamos a tres tipos de población. Primero a las personas que aprenden a trabajar con nuestros objetos. Luego a la gente que compra los productos, porque la tristeza es la misma en un niño de estrato alto al de estrato bajo o de un adulto. Y, por último, a quienes reciben nuestras donaciones, por lo general son instituciones. Nuestro producto es una herramienta para trabajar el bienestar emocional, para resignificar un abrazo después de haber sido abusado sexualmente y para mejorar la recuperación física en los hospitales. El abrazo es muy poderoso porque aumenta el nivel de oxitocina en la sangre, todas las emociones son hormonas, son sustancias químicas, como la dopamina, que es la calma, y la adrenalina, que es la ansiedad. La oxitocina es esa sustancia que te hace sentir conectado o sentirte amado, pero además fortalece el sistema inmunológico. Cuando te sientes amado y conectado con el mundo, necesitas menos fármacos, menos gases anestésicos para una cirugía, tu tiempo de recuperación es mejor. El abrazo y el amor son sanadores.

¿Qué casos de éxito nos puede compartir?

Después de dos años son 7.000 personas las que tienen un abrazador, ya sea porque lo compraron o lo recibieron en una donación. El año pasado entregamos 90 muñecos a excombatientes y a sus hijos. Es un gesto, un pedazo de trapo que lo que hace es generar más confianza. En los hospitales es increíble, porque yo entro y digo: ‘hola, yo soy la chica de los domicilios, alguien te compró un regalo’. Y a veces, las mamás rompen en llanto porque es un momento de angustia, incertidumbre, duelo, y decir que llega el abrazo es que alguien te está acompañando, que alguien quiere que estés bien, que te quiere cuidar. Una vez en un hospital se lo entregamos a una niña con parálisis cerebral severa, ella solo podía mover sus ojitos, y fui con un amigo actor. El abrazador viene con un libro que cuenta su historia, y él se lo contó con mucha energía. Se lo puso en el pecho y le preguntó que si sentía el abrazo, ella movió el cuello asintiendo. La mamá se puso a llorar, la enfermera gritó diciendo que se movía. No lo podíamos creer. Era algo simple, pero poderoso... lo que significa un abrazo. En los hogares de adopción una vez una niña me preguntó: ¿quién me regaló este abrazador? Y le dije: no sé el nombre, pero te lo mandó para que no te sientas sola por la noche, para que cuando tengas miedo lo abraces. Ella se puso superbrava, dijo que si no la conocía cómo le iba a regalar algo, entonces fueron 20 minutos explicando por qué su núcleo familiar parte del abandono y entonces hay que decirle que afuera hay personas que quieren que se sienta bien, que sea exitosa y feliz, así no la conozca. Esa niña tomó el abrazador, luego de un poco de silencio, me dijo: encuéntralo y dile que muchas gracias.

Un abrazo es entendible. Un mensaje de aquellos que en la calle dicen: ‘regalo abrazos’, ya es frecuente. Habla de un pedazo de trapo. ¿Qué es un abrazador y cómo lo construyó?

Un abrazador es un muñeco de trapo con brazos largos y pesos dentro de ellos, cuando te lo cuelgas en el cuello simula la sensación de un abrazo, y viene con un libro que cuenta la historia del personaje. Luego de esta experiencia, entiendes que tú eres el que puede cambiar tu realidad, sentirte amado, y esta sensación parte de ti. Los pesos son semillas y, si se llega a morir, puedes regarles agua, tierra y sol, convirtiéndose así en una planta. Nuestro objetivo es simular una enciclopedia con varias historias y libros. Queremos llegar a una isla virtual que, con juegos, enseñemos el bienestar emocional, donde los mejores cuenteros narren las historias. El producto que queremos lanzar este año es el súper abrazador, que narra la historia de un personaje de estos que está perdido, no en el mar ni en el bosque, sino dentro de sí, y cómo puede buscar la sonrisa encontrando lo que ama con otro personaje, que es el ‘abrazador mago’, que nace en el cosmos. Es un manual donde la persona escribe su nombre de superhéroe, cuáles son sus superpoderes, cuál es su punto débil, él como villano, y recorriendo cosas positivas y negativas que se vuelven útiles para conocerse así mismo desde las potencialidades.

¿Todo esto de dónde nace?

Nació de un montón de historias personales y profesionales. Fui docente investigadora 12 años en biomecánica, en biónica, en ergonomía cognitiva, todo a través del diseño. Tuve la oportunidad de trabajar en Argentina, en empresas muy grandes, multinacionales para ver cómo el diseño cambia el comportamiento del consumidor; entonces decidí que eso no era lo que quería hacer, que amo mi profesión y la quería ver en otros asuntos y me devolví para Colombia. En la universidad usaba esos mismos métodos de la publicidad y el mercadeo para cambiar el comportamiento del consumidor, pero en un entorno social. Así, fueron casi 10 años trabajando con estudiantes en comunidades vulneradas hasta que me encontré un artículo que hablaba del abrazo, de la oxitocina, y cómo mejoraba las condiciones de niños con cáncer, así que decidí empezar a escribir el libro. Realmente el abrazador se lo había diseñado a un novio, que vivía en Argentina, y atrás decía: ‘un abrazo, estés donde estés’. Luego mi hermano se fue para Australia y me dijo que le hiciera unoporque quería llevarme con él. Una prima se fue para Filadelfia y se lo hice y luego mi tía se separó y me dijo: necesito uno. Era el muñequito de la familia que representaba algo de unión y compañía. Entonces dije: este abrazador le va a servir en algún momento a niños en hospitales y luego apliqué con él y otros dos juguetes para una actividad que enseña a leer a niños sordos y una varita mágica para familiares de personas con Alzheimer. Me gané una beca de emprendimiento social en Alemania, en la que aplicamos 900 personas, pasamos 21 y nos fuimos tres meses a Berlín. Fue increíble, había gente de Pakistán, de Sry Lanka, además ver cómo el abrazo es un gesto universal y la gente entendía que no había barreras para comunicar lo que yo quería decir con el abrazo. Allí perfilé el modelo de negocio, la estrategia, me devolví y, con cuatro millones que tenía, renuncié a la universidad y al proyecto de doctorado que tenía listo. Compré algodón, tela, y a coser con las mujeres un prototipo. Ya pasaron dos años.

¿Cómo se convierte esto en un emprendimiento de alto impacto?

En esa beca, me gané un premio para buscar inversionistas y distribuidores. Ha sido muy lindo, porque el abrazador genera muchas cosas, además de un interés comercial muy grande, y ha sido aprender a rechazar inversionistas a los que lo ven como herramienta de consecución de dinero o de vender la lástima o la culpa de las personas. Ser emprendedor es tener un criterio que te dice qué quieres con un proyecto. En el emprendimiento social hay una línea entre generar riqueza y qué tipo de riqueza y éxito estás buscando. Obviamente hay que ser sostenibles económicamente y recibimos la energía del dinero de una forma muy sana, también para reinvertir en las personas con las que trabajamos. Sueño con un espacio en donde el niño que tiene la quimioterapia, tenga ballenas en las paredes, y que la experiencia de estar conectados a una máquina sea distinta a través del abrazo. Queremos escalar la producción, comenzar a exportar, sabemos que tenemos un mercado muy grande en Estados Unidos y Europa, por las condiciones culturales. Estamos formando una campaña de crowfunding para salir, el nombre de la empresa es en inglés porque es un idioma entendible a nivel internacional. Ojalá toda la producción siempre sea en Colombia y logremos un cambio de mentalidad, a través del amor que tenemos. El abrazador es un concepto que puede llegar a muchos lugares del mundo.

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Por Edwin Bohórquez Aya - ebohorquez@elespectador.com

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