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Adiós al edificio 303, un grande de la 'Nacho'

Un edificio insignia de la universidad pública más importante del país desaparece mientras los estudiantes realizan diversas actividades culturales para despedirlo.

Steven Navarrete Cardona
06 de mayo de 2015 - 12:59 a. m.
Agencia UN / El edificio 303 fue inaugurado en 1965 como parte de la reforma Patiño.
Agencia UN / El edificio 303 fue inaugurado en 1965 como parte de la reforma Patiño.

El ruido que hacen las maquinas al demoler los últimos cimientos del edificio 303 se ha convertido en la música de fondo de las clases en los salones aledaños. Ni los estudiantes, ni los profesores y administrativos han sido ajenos a la desaparición de esta mítica estructura  que componía la Ciudad Universitaria y que hoy se ha reducido a escombros.

Tampoco han sido olvidados el universo social, cultural y mucho menos la agitada vida cotidiana que albergaba. “Tenía una cafetería enorme donde vendían unas porciones de pizza y unos tamales buenísimos. También nos fiaban dejando el carnet en consignación, muchas veces me desvaré allá”, recuerda Nicolás, estudiante de la universidad. 

La decisión de demoler el 303 se tomó a raíz de las conclusiones aportadas por el  ‘Plan de Intervención en la Infraestructura Física del 2011’, (PIIF-2011), que mostró que con un área de 4.400 metros cuadrados destinados a los espacios académicos usados por los programas de Arquitectura,  Diseño Industrial y  Artes Plásticas el edificio 303 sufría de desgaste estructural y amplias grietas.  

El PIFF-2011 concluía que entre las causales del desgaste se encontraba que el edificio no había sido construido exactamente como se había dicataminado en los diseños originales. Además se había quedado rezagado frente a las actuales normas de sismoresistencia, “el final de la vida útil del edificio es evidente”, concluye el PIFF.  

Las directivas entraron en un fuerte debate; reforzar el edificio -pues hacía parte del baluarte cultural de la Universidad- o construir uno nuevo con todas las normas de sismoresistencia actuales y hacer que la estructura fuera funcional a las cambiantes necesidades de las carreras.  Fue así como se tomó la decisión de demoler el edificio para darle paso a una nueva edificación.

“Este era el edificio más importante e insignia de la Facultad de Artes. Desde allí se gobernaba  y se impartía justicia, además se garantizaban los derechos. Tenía asiento el Consejo Directivo, la decanatura, bienestar universitario, la secretaria académica, la biblioteca, la cafetería donde se reunían los estudiantes y profesores de todas las carreras de las artes y otros lugares de la Facultad de carácter interdisciplinarios. Vamos a la Facultad era la expresión usual para el edificio  y significaba aquello que nos reunía identificada”, resaltó William Vásquez, profesor de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia y un gran conocedor de la historia del claustro educativo.

 

Un poco de historia…

 

De acuerdo con William Vásquez,  este edificio se construyó en 1964 para recibir la carrera de arquitectura, que tenía su sede en el actual edificio de Bellas Artes. "Un bello edificio diseñado por alemanes en estilo Bauhaus. La apertura del edificio coincidió con la creación de la actual Facultad de Artes en el año 1965. Además, el edificio hizo parte de un conjunto de construcciones que levantó la Universidad en la misma década como el de la rectoría (hoy facultad de enfermería), la biblioteca Central, el auditorio León de Greiff o el conservatorio de música. Se creó un centro de poder alrededor de una nueva plaza creada para tal fin, que se denominó Francisco de Paula Santander –con estatua y todo- hoy conocida como la plaza Che”, señaló.

En parte, la nostalgia que se siente al hablar con quienes pasaron infinidad de horas en este edificio está relacionada con la desaparición de los espacios y la diversidad cultural que contenía como la informalmente denominada ‘Plaza Lenin’, nombre que ha pasado de generación en generación y que se mantenía gracias a la presencia de un busto de ‘Lenin’ que según Pablo Guerra -uno de los estudiantes de la facultad- fue construido hace unas tres décadas por estudiantes de escultura como una iniciativa alterna a las oficiales.

El edificio 303 fue despedido comunalmente durante un gran encuentro que tuvo lugar a finales del año pasado y fue tan diverso como las expresiones culturales propias de la Universidad. Hubo presentación de los músicos del Conservatorio, un espacio abierto para que quienes quisieran subieran a la tarima y dieran algunas palabras e incluso se realizó una convocatoria general en Facebook donde estudiantes provenientes de todas las carreras se reunieron alrededor de fogatas y parlantes con el fin de hacer memoria y pasar un rato agradable.

Durante algunos días, el edificio 301 se llenó de plásticos oscuros que cubrían  sus ventanas y con el paso del día iban apareciendo las siluetas de los objetos reflejados en la pared de su corredor principal, entre ellos los escombros del edificio 303. La apuesta tenía como finalidad tomar una fotografía por medio de una cámara estenopéica, “para retener el presente. Resultando en una metáfora a través de la luz para evidenciar la perdida. En este cuarto oscuro también se están fijando imágenes. Simultáneamente podemos tomar fotos digitales para registrar el paisaje en el recinto. Diversos estudiantes de la facultad hemos desarrollado una serie de procesos de despedida del edificio de Arquitectura. Esta propuesta parte desde una perspectiva que proponemos para ver la demolición del 301. El edificio se puede abordar desde diversos campos, desde el punto de vista material, económico, pero lo que proponemos es una experiencia estética y poética para ver ese desvanecimiento”, explicó Pablo Guerra, quien lideró la intervención.

Guerra, junto al maestro de escultura de la facultad, José Antonio Parra, se encuentra restaurando el busto de Lenin que tuvo que ser movido de su emplazamiento.

Al terminarse la demolición la firma Arquitectos e Ingenieros Asociados (AIA) será la encargada de erigir un nuevo edificio que responda a las necesidades de la Facultad de Artes.

Por Steven Navarrete Cardona

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