Colombia tiene 50 instituciones acreditadas. Calidad, ¿cómo vamos?

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Ha pasado año y medio desde que el Gobierno Nacional anunció su ambicioso objetivo de convertir a Colombia en el país más educado para 2025. Hoy, entre la controversia generada por programas como Ser Pilo Paga o las protestas contra el Icetex, también hay noticias que ofrecen luces sobre cómo avanza el país de cara a esta meta.

La más reciente informa que Colombia llegó a las 50 instituciones de educación superior (IES) de alta calidad el pasado 16 de abril, cuando la Universidad del Quindío recibió el reconocimiento para los próximos cuatro años. De acuerdo con el Ministerio de Educación, la acreditación otorgada a la institución, cuyo cuerpo docente está conformado en un 16 % por profesores con doctorado, más otro 59 % con maestría, “no sólo le permite afianzar su prestigio en la región, sino ofrecer mejores oportunidades a sus estudiantes y un futuro más prometedor”.

Está más que claro que tener educación de calidad es vital para lograr ser los más educados en 2025, pero, ¿qué tan significativo es tener 50 IES acreditadas? Según Carlos Mario Lopera, director del Observatorio de la Universidad Colombiana, depende de la óptica con que se mire: “Algunos pueden pensar que es muy bueno y que significa el auge de la calidad y del proceso. Otras personas dirán que bueno, son 50 instituciones en un universo de 292”.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Acreditación (CNA), la entidad que concede los reconocimientos de alta calidad, esta última “hace referencia a un atributo del servicio público de la educación en general y, en particular, al modo como ese servicio se presta, según el tipo de institución de que se trate”. Además, se entiende de lo explicado en el portal del ente que las instituciones que cuentan con dicha certificación son las que demuestran coherencia entre los propósitos y las acciones que hace la institución de educación superior.

A simple vista parece sencillo, no obstante Lopera es rápido en señalar las dificultades detrás del sistema. “Cuando cruzas los datos de cuáles son las instituciones de educación superior colombianas vs. las acreditadas, la conclusión es muy clara: solamente las que más recursos tienen se han podido acreditar. Porque eso vale plata”.

Es que, según un estudio del CNA, para otorgar la acreditación, a sabiendas de que las instituciones de educación superior son diferentes entre sí, se tienen en cuenta 42 aspectos a evaluar, siendo cinco los más importantes. Lo primero es la cualificación de los docentes, lo que significa apoyarlos para que saquen adelante su formación posgradual, o contratar personas con títulos de maestría y doctorado, lo que a su vez aumenta el valor de la nómina de la IES.

Le sigue la mejora de los estándares de investigación, que requiere la producción académica por parte de los profesores. Los tres últimos puntos hacen referencia a las condiciones de bienestar de los estudiantes a través de instalaciones deportivas y culturales, el desarrollo de la infraestructura de la universidad en cuanto a aulas, auditorios y laboratorios, así como la disponibilidad de tecnología y bases de datos.

Ante tales requerimientos, que no todas las instituciones pueden cumplir de golpe, es comprensible que la acreditación de alta calidad sea, en teoría, una cuestión temporal y voluntaria. Se dice en teoría porque, como han manifestado varias universidades, e incluso como dice Lopera, pareciera que el Gobierno quiere jalonar para que se convierta en una cuestión obligatoria.

Lo anterior porque la acreditación de alta calidad se convirtió en un requisito vital para que las instituciones sean consideradas elegibles por los estudiantes beneficiarios de Ser Pilo Paga. En segundo lugar, porque según el último Plan Nacional de Desarrollo, a partir de este año el Icetex sólo puede otorgar créditos a estudiantes que se matriculen en programas o instituciones acreditadas. “Es decir, que hay muchas universidades que por donde les está afectando no estar acreditado es por el tema financiero”, agrega el experto.

Ahora bien, lo anterior no significa que no se estén logrando resultados. De hecho, según los últimos resultados del Modelo de Indicadores de Desempeño de Educación (Mide), logrados el año pasado cuando todavía eran 49 las universidades acreditadas, en los últimos tres años el número de graduados de pregrado aumentó en un 30 %, mientras que en los progrados la cifra fue del 90 % En el mismo período se registraron 1.950 docentes adicionales con doctorado y 7.171 nuevos profesores con maestría.

A pesar de lo anterior, todavía son muchos los retos que hay para la calidad de la educación superior y, por ende, para el objetivo del país más educado de la región. Para comenzar, es importante descentralizar la calidad que, como se dijo, se encuentra concentrada en las instituciones con mayores recursos, que a su vez se encuentran en las principales ciudades del país. Esto aplica también para las universidades públicas que menos inversión reciben por parte del Gobierno.

Además, agrega Lopera, es importante definir hacia dónde quiere ir el país con ayuda de la educación superior, “definir en qué áreas del conocimiento quiere crecer Colombia para evitar la aparición de programas aislados del mercado laboral”. En segundo lugar, aclarar la organización real del sistema y las relaciones y responsabilidades entre los diferentes niveles y escenarios de formación.

Para ello, advierte el experto, se necesita establecer un diálogo entre Gobierno, instituciones, estudiantes, asociaciones y hasta empresas, dejando de lado los intereses particulares. “Eso sólo lo puede hacer un gobierno recién llegado que apueste su capital político a ello”, concluye.