El discurso de Moisés Wasserman para la Misión de Sabios del Bicentenario

Se lanzó en Bogotá la Misión de sabios del Bicentenario, una iniciativa para que expertos de distintas áreas del conocimiento aconsejen al Gobierno sobre el rumbo a seguir. Este es el discurso inaugural.

- Redacción Vivir
09 de febrero de 2019 - 12:56 a. m.
Moises Wasserman durante el lanzamiento de la Misión de Sabios del Bicentenario.  / Ministerio de Educación
Moises Wasserman durante el lanzamiento de la Misión de Sabios del Bicentenario. / Ministerio de Educación

El pasado 8 de febrero, el presidente Iván Duque presentó los nombres de los miembros de la Misión de Sabios, que estarán agrupados en ocho áreas de trabajo. “Hoy nace, en el marco del Bicentenario, una nueva misión de sabios, excepcional, y que tiene como objetivo examinar lo que hemos sido, lo que somos y lo que tenemos que ser en materia de ciencia, tecnología e innovación”, señaló el presidente en el evento que se llevó a cabo en el Jardín Botánico de Bogotá. (Así será la misión de Sabios del Bicentenario)

Uno de los elegidos para conformar la misión, el ex rector de la Universidad Nacional Moises Wasserman, estuvoa  cargo dle discuros inaugural. Estas fueron sus palabras completas:

Bogotá, 8 de febrero de 2019

Palabras en el lanzamiento de la Misión de Sabios para la Ciencia la Tecnología y la Innovación

Saludos,

Llevamos mucho tiempo postergando lo importante por lo urgente; hasta que llegó el momento en que lo importante se volvió muy urgente.

Seguramente en todas las épocas la gente ha sentido que el mundo cambia, algunos lo han percibido con temor. El mundo siempre ha cambiado, es verdad, pero nunca al ritmo de hoy. El cambio se convirtió en el hecho más relevante para los políticos y para los economistas, pero también para los científicos y los educadores. Antes se sentía que había que ir ajustando en el camino las respuestas, hoy nos están cambiando a cada instante las preguntas.

Si no respondemos con presteza salimos del juego, y el juego es el de la prosperidad, el del crecimiento económico y cultural, el del bienestar social e individual. Tenemos que pensar en el innovador no solo como aquel que mejora lo que existe, sino como quien imagina lo que no existe.

A los miembros de la Misión que se inaugura hoy nos han confiado la enorme responsabilidad de no perder una gran oportunidad. Una oportunidad para abrir debates públicos y con mensaje de urgencia; para promover acciones que nos lleven a darle al conocimiento científico, y a los desarrollos tecnológicos y a las innovaciones derivadas de él, el papel que tienen en otras latitudes. Ya todo el mundo reconoce que la riqueza principal de los pueblos es el conocimiento, no el subsuelo. El desarrollo no se mide con las reservas de oro en el banco central, sino con el potencial de la Nación para dar respuesta a retos y problemas, cada vez más complejos.

Constituimos la segunda misión. La anterior, conformada por personalidades del mayor nivel intelectual, generó recomendaciones muy importantes que infortunadamente no llevamos a cabo. No nos puede pasar otra vez. Tenemos que recordar a los miembros de esa misión con admiración porque fueron inteligentes y acertaron. Fueron el país y sus gobiernos, fuimos nosotros los ciudadanos, quienes no estuvimos a la altura.

Hoy se abre una nueva ventana de oportunidad. Esta misión generará un debate amplio sobre el papel que debe tener el conocimiento en nuestro desarrollo. Coincide con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que en un año deberá reestructurar nuestro sistema de ciencia, y con la próxima aprobación del Plan Nacional de Desarrollo 2019 a 2022 que fue diseñado como un conjunto de pactos entre el gobierno y los ciudadanos. El capítulo V de sus lineamientos se denomina “Pacto por la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, un sistema para construir el conocimiento de la Colombia del futuro”.

He leído muchos planes de desarrollo, ya no recuerdo cuantos, y debo reconocer que en éste hay algo especial, cincuenta páginas sobre la ciencia, diagnósticos bien documentados de nuestros problemas y propuesta de estrategias para la solución de la muchos de ellos. Muestra lo transversal que debe ser la ciencia en el Estado, porque la vemos asomar también en el pacto por la equidad, en el que se consideran la educación, la salud y la seguridad alimentaria. Está presente en el pacto por el emprendimiento con innovación y tecnología, en el pacto por la sostenibilidad con la preocupación por el cambio climático global y por la biodiversidad. Aparece en el pacto por los servicios públicos cuando aborda las problemáticas de la energía y del agua. Está, como se espera a esta altura en el siglo XXI, en casi todos los propósitos del plan, que se enmarca en los 17 objetivos de desarrollo sostenible, con los que nos comprometimos nosotros y 190 naciones más.

Me atreveré (con perdón de mis compañeros de Misión) a sugerir que recomendemos sobre todo cómo hacer bien las cosas, cómo priorizar, financiar y fomentar, más que definir proyectos específicos para investigar. La dinámica acelerada de cambio le impondrá al país una revisión constante del plan, una evaluación de progreso a tiempo real y una inmensa flexibilidad para ajustar los rumbos. Como decía, el problema es que nos cambian las preguntas a medida que respondemos.

Recuerdo los cálculos que hacíamos sobre el esfuerzo, casi imposible, que era llenar el país de postes y cables para llevar telefonía a todos sus rincones. Pues, ahora tenemos teléfonos en todas partes, sin postes ni cables, y no solo se usan para hablar, son una fuente extraordinario de información y un instrumento educativo y expansor de la democracia.

¿Quién se atreve a pronosticar con precisión las necesidades de nuestra gente dentro de cinco años? El avance en ciencia se da a veces asumiendo riesgos y aceptando fracasos que permiten reorientar. El único verdadero y gran fracaso se produce cuando se fija dogmáticamente una sola vía y se niega la mirada a los pequeños caminos, posibles atajos, que se cruzan a cada paso.

Repito finalmente que la misión que nos encomiendan es una inmensa responsabilidad y que, señor Presidente, señora Vicepresidenta, estamos conscientes de ella y muy agradecidos. Ojalá no seamos inferiores al reto, y podamos contribuir a que la Ciencia, la Tecnología y la Innovación no permanezcan ajenos a la cultura y al desarrollo del país.

Moisés Wasserman

Por - Redacción Vivir

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