El profesor colombiano que brilla en EE.UU.

Diego Ojeda se ha vuelto un abanderado de la cultura hispana. En sus clases trata de inculcarles a sus alumnos el respeto por los niños con síndrome de Down. Por su labor fue reconocido como uno de los cinco mejores docentes de este país.

Paula Andrea Casas Mogollón
06 de junio de 2018 - 06:46 p. m.
Diego Ojeda lleva cinco años como profesor en el Louisville Collegiate School, Kentucky (EE.UU.).  / Cortesía
Diego Ojeda lleva cinco años como profesor en el Louisville Collegiate School, Kentucky (EE.UU.). / Cortesía

Diego Ojeda lleva más de 30 años desempeñándose como profesor. Gracias a su entrega en cada clase, sus alumnos lo describen como un superhéroe, aunque a él no le guste que lo llamen así. Asegura que no es una figura de acción como Batman o Supermán, ni tampoco tiene poderes especiales. Se describe, más bien, como una persona auténtica que establece conexión con los estudiantes con los que trabaja.

Jamás se imaginó pasar sus días en un salón de clases. Estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá y soñaba con convertirse algún día en escritor. Pasaron los años y su anhelo se opacó. “En esa época estaba muy enamorado de la literatura. Mi padre, que fue profesor de la Universidad Pedagógica, me dijo que debía hacer algo y no esperar a que me llegara la inspiración. Me contactó con el Colegio El Retiro, la primera institución en la que trabajé”, asegura el colombiano, quien recientemente fue reconocido por la compañía EF (Education First) como uno de los mejores profesores en Estados Unidos.

Este reconocimiento es gracias a la innovación en la educación que ha venido implementando en las diferentes instituciones en las que ha trabajado, entre ellas la Universidad de Wisconsin. Pero la inspiración de enseñar y de conectarse más con sus estudiantes nació de la energía que veía que Allison, su esposa, le ponía a la preparación de sus clases. “Sólo preparaba mi asignatura leyendo un poquito y luego iba y la dictaba. Lo veía como un trabajo simplemente”, recuerda el profesor, quien lleva 19 años en Estados Unidos enseñando español.

Sus primeros años en el país norteamericano no fueron fáciles. Le tocó soportar comentarios racistas, muchos de ellos venían de los padres de los niños a los que les dictaba clases. Algunos le decían que debía estar limpiando baños o lavando platos y no enseñando. Diego no se dio por vencido y les habló a sus estudiantes del racismo que los hispanos vivían en Estados Unidos. Con el tiempo comenzaron a concientizarse de esta problemática y crearon un grupo llamado Hispanic Community Project (el proyecto de la comunidad hispana).

“El grupo comenzó porque una vez unos chicos hispanos vinieron a decirme que se estaban agarrando a golpes en los partidos de basquetbol y les decían que se regresaran a México. Les dije que no estaba solo para enseñar la lengua, sino que estaba para que aprendieran a vivir juntos”, manifiesta Ojeda, quien lleva cinco años en el Louisville Collegiate School, Kentucky (EE.UU.). El proyecto tuvo mucho éxito. Lograron abrir una sección en español en el periódico local.

El racismo no fue la prueba más grande por la que tuvo que atravesar. Fue el nacimiento de su hija Sofía. “Cuando Sofí nació, el miedo me embargó. Estaba muy nervioso, porque no sabía qué iba a pasar. Pensé que ella no se iba a desarrollar completamente a nivel cognitivo. Uno se imagina muchos problemas. Mi esposa me dijo que sólo estaba pensando en mí. Desde ahí prometí que iba a tratar de hacer lo máximo por mi niña y apoyar a las organizaciones que ayudan a los niños con síndrome de Down”.

Ese miedo lo transformó en motivación. “Muchas familias latinas acá en Estados Unidos tienen niños con esta enfermedad y tratan de esconderlos. No les dan las mismas posibilidades que otros niños tienen. De pronto, en el fondo, sienten pena porque el niño tiene unas condiciones especiales”.

De la mano de su familia y sus alumnos, organizaron una caminata para generar conciencia en las personas y que comprendieran qué es un niño con síndrome de Down, qué es el autismo. Su labor por motivar a sus estudiantes a que se sensibilicen con las problemáticas del mundo, según Diego, no cesará.

Diego, junto a su esposa Allison y su hija Sofía, de 13 años. / Cortesía

Por Paula Andrea Casas Mogollón

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